Los triajes en los hospitales de Alicante detectan desde hace varios días a falsos pacientes que simulan síntomas de la COVID-19 para acceder en el mismo día a una prueba PCR y a su resultado. El malestar entre el personal sanitario está creciendo de forma progresiva al incremento de estos "enfermos" que no buscan más que confirmar que son negativos y que no tienen el virus. ¿El motivo? Llegar a la cena de Nochebuena o la comida de Navidad con tranquilidad y a coste cero.

Según explicaron fuentes sanitarias a Diario Información, en la propia entrevista que se les realiza en los servicios de Urgencia se detecta ya que el caso no es preocupante porque admiten abiertamente que "tengo que cenar con mi abuelo (también padre, madre, suegro, suegra, tía,...) y no estoy tranquilo". Después lo que expliquen sobre los síntomas que padecen ya cae en saco roto. Estas personas acuden directamente a los hospitales y no a los centros de salud porque saben que esta es la única forma de obtener un diagnóstico rápido y para las fiestas ya no quedan prácticamente días.

Si acuden con esta cantinela a los centros de salud directamente se les envía a casa sin la prueba, se les pide que se autoconfinen y se les dice con voz tranquilizadora que se les llamará en los próximos días para realizar la prueba, pero que si presentan más síntomas, fiebre alta o empeoramiento, no esperen a esa llamada. Evidentemente esta solución no les satisface porque no es lo que buscan y para obtenerlo lo que están haciendo desde hace días es ir a los hospitales directamente.

Por protocolo sanitario, nadie se va de un hospital sin una atención médica y un informe. Por mucho que el personal sanitario pueda sospechar o, incluso, ser consciente de que está atendiendo a una persona que no es un positivo y que quizá ni ha tenido un leve síntoma, se les realizan cuantas pruebas sea necesario para descartar.

El problema que se plantea a la Sanidad Pública con estos casos, de falta de conciencia cívica y de insolidaridad en plena crisis sanitaria, es múltiple. Por un lado, su sola presencia supone un agravamiento de la saturación que ya de por sí sufren los servicios de urgencias -sí de urgencias-, de los hospitales. Estos sanitarios, además de a los pacientes habituales (un estudio antes de la pandemia ya aseguraba que más del 90% de los usuarios de este servicio podrían haber sido atendidos en un centro de salud porque su dolencia no era grave) tienen que atender a estos falsos enfermos con lo cual la atención que se tiene que dispensar a quien realmente lo necesita es peor por la falta de medios y la solución, evidentemente, no es multiplicar el número de sanitarios. Por otra parte, consumen recursos propios de la Sanidad de forma innecesaria y, además, contra su propia salud como, por ejemplo, cuando se les tiene que realizar una placa de rayos X (para constatar cómo se encuentran sus pulmones). Es cierto, al final se van a sus casas con su prueba de PCR negativa pero con una radiación innecesaria. Todo, en definitiva, por los ágapes de Navidad.

Y tercero, y quizá el más curioso, las mismas fuentes aseguran que estas personas, al haber relatado un supuesto caso de covid con sus síntomas son tratadas desde el primer momento como posibles pacientes. Así, se les saca de la zona 'Free (libre) Covid' y se les coloca con los que también son sospechosos. Es decir, alguien puede salir con ese PCR negativo pero con el virus circulando por sus pulmones porque se ha contagiado allí de un positivo.

Fuentes sanitarias aseguraron que los trabajadores están teniendo mucha paciencia con estos casos. "Quien se dedica a esta profesión no puede entender que estas cosas ocurran así y que los ciudadanos, dentro de su egoísmo, sólo piensen en ellos y se aprovechen del sistema, consiguiendo la prueba gratis, que es lo único que pretenden, pero poniéndose en riesgo de contagio por no gastarse un euro", explica una fuente.