Se trata de un término coloquial, que tiene su origen en la época medieval, una fórmula pensada para ofrecer protección a los ciudadanos, tal y como se aplica ahora. Lo cierto es que en el imaginario popular, esta figura se suele asociar a un carácter represivo, a una fórmula para apagar cualquier descontento.

En el ordenamiento jurídico español no figura como tal el toque de queda, si bien tanto la Constitución como la Ley Orgánica 4/ 1981, de 1 de junio, sobre los estados de alarma, excepción y sitio, sí establecen la limitación o restricción de movimientos de la población. Se puede convenir, por tanto, en que estamos ante un término ciertamente coloquial. El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) lo define como “medida gubernativa que, en circunstancias excepcionales, prohíbe el tránsito o permanencia en las calles de una ciudad durante determinadas horas, generalmente nocturnas”. Existen varias teorías acerca del origen etimológico de la expresión, pero la mayoría apunta al significado de la palabra queda, que según la RAE es la “hora de la noche, señalada en algunos pueblos para que todos se recojan”, normalmente por el tañido de las campanas de la iglesia.

Un origen medieval

Se trata de una medida que en sus orígenes, en tiempos medievales, fue pensada para ofrecer protección a los ciudadanos cuando los incendios eran una de las mayores amenazas para aquellas ciudades que, en su mayor parte, estaban construidas con madera, es decir, con el sentido de proteger a la población de catástrofes naturales o sanitarias. Precisamente, el toque de campana advertía a los ciudadanos que había llegado el momento de apagar los fuegos y retirarse a sus aposentos. También aparece asociada a epidemias, sobre todo las de la peste, que obligaban a aislar barrios y ciudades.

Carácter represivo

Lo cierto es que en el imaginario popular siempre se ha relacionado el toque de queda con una fórmula rápida de apagar cualquier tipo de descontento. En opinión de algunos historiadores, representa una de las características propias de la fundación del Estado liberal español, que hizo un uso y abuso de la medida de forma continuada, con Gobiernos que recurrían constantemente a la supresión de los derechos y libertades de los ciudadanos, entre los que figuraba la libertad de circulación, para dar plenos poderes al ejército y de esta forma contener las numerosas revueltas. La aplicación del toque de queda quedaba recogido en la Ley de Jurisdicciones, que estuvo vigente a partir del año 1906, apoyada por el rey Alfonso XIII y derogada posteriormente por Manuel Azaña, ministro de la Guerra del Gobierno Provisional de la República en 1931. Esta otorgaba todo el poder a los militares en caso de ofensa oral o escrita a la unidad de la patria, a la bandera o al ejército, lo que se tradujo en un severo recorte a la libertad de expresión.

El periodo franquista

El 7 de febrero de 1956 tuvo lugar la primera manifestación estudiantil durante el franquismo, en Madrid y contra la política del Sindicato Español Universitario (SEU). Las protestas continuaron durante varios días y condujeron a la declaración del estado de excepción durante tres meses en todo el territorio español. En mayo de 1962 se aplicó en Asturias, Vizcaya y Guipúzcoa; en abril del 67, únicamente para la provincia de Vizcaya; en agosto de 1968 para la de Guipúzcoa y en enero del 69, el estado de excepción se declaró hasta el mes de marzo en todo el país, tras nuevas protestas estudiantiles. En el mes de diciembre de 1970 tuvo lugar el que sería conocido como proceso de Burgos contra militantes de ETA y provocó que el día 4 de ese mes se declarara el estado de excepción en la provincia de Guipúzcoa. El último estado de excepción del franquismo tuvo lugar el 25 de abril de 1975, al publicarse un Decreto ley por el cual se aplicana por espacio de tres meses en las provincias de Guipúzcoa y Vizcaya. La causa: nuevamente las actuaciones de los terroristas etarras.

La asonada de Milans del Bosch

El último precedente de un toque de queda fue el que acordó el teniente general Jaime Milans del Bosch el 23 de febrero de 1981 para Valencia durante el intento de golpe de Estado de Tejero. “Se establece el Toque de Queda desde las 21:00 a las 7:00 horas, pudiendo circular únicamente dos personas como máximo durante el citado plazo de tiempo por la vía pública y pernoctando todos los grupos familiares en sus respectivos domicilios”.

El caso del Sáhara: octubre de 1975

En un ambiente de exaltación saharaui, por la tibia posición de España sobre un posible proceso de autodeterminación de esta provincia española y bajo la amenaza de la Marcha Verde instrumentalizada por el Gobierno de Maruecos, el Estado Mayor declaraba el 28 de octubre de 1975 el estado de sitio en El Aaiún y el toque de queda en el Sáhara. Como cuentan las crónicas, la capital se convirtió en una ciudad fantasma. Aquel toque de queda agilizó la evacuación española, por mar y aire. El 9 de enero de 1976 salín de El Aaiún los útimos militares españoles y tres días después, el Ejército Real de Marruecos entraba en Villa Cisneros, sdonde era arraiada la bandera española. | S.L.

Cordón sanitario y cuarentenas

La peste de 1582

Hasta que en septiembre de 1853 no remitió la epidemia de peste declarada un año antes, el camino entre La Laguna y el puerto de Santa Cruz estuvo interrumpido por un cordón sanitario. Las penas por vulnerar esta medida consistían en 200 latigazos e incluso la horca. Pero como las subsistencias llegaban por la mar y La Laguna sufría escasez, el Cabildo determinó permitir el paso a comerciantes y mercaderes.

1784: el Lazareto

La fiebre amarilla o vómito negro desembarcó en Tenerife en 1701, calculándose que dejó un rastro de 9.000 víctimas. Desde 1784, el Lazareto, situado entre el castillo de San Juan y Puerto Caballos, se convertiría en el lugar donde debía cumplirse el tiempo de cuarentena. Estaba vigilado por dos guardas que velaban para que se cumpliera el aislamiento.

Fiebre amarilla de 1810

En septiembre de aquel año, las autoridades tomaron medidas de aislamiento, pero buena parte de la población optó por huir hacia La Laguna y el norte de la Isla. En consecuencia, la Ciudad de los Adelantados decidió establecer un cordón sanitario en el molino de La Cuesta, y, de igual forma, Santa Cruz instalaba otro a la altura de Paso Alto.

Viruelas en 1827

Esta nueva epidemia atracó en Santa Cruz de Tenerife procedente del puerto de Toulon y duró casi un año. Se calcula que el número de enfermos alcanzó los 250, pero fueron más los que se llevaron su recuerdo grabado en el rostro. Nuevos brotes de viruelas se dieron en 1845 y 1846.

1862: fiebre amarilla

La trajo la Nivaria, que amarró el 31 de agosto de 1862. El 1 de noviembre, el Ministerio de la Gobernación declaró sucio el puerto, de manera que no podían entrar ni salir personas, Como en 1810, muchos vecinos abandonaron la ciudad. La incomunicación, cuya supresión se solicitó el 23 de marzo de 1863, se levantó el 23 de abril.

1893: cólera morbo

En octubre se dieron los primeros casos y, rápidamente, el resto de Islas y los pueblos del interior se incomunicaron con Santa Cruz. Los vecinos de Güímar cortaron la carretera y levantaron una pared de piedra seca. A finales de diciembre todo había terminado con un balance de 382 víctimas.

El tifus en 1906

En diciembre se detectaron varios casos de tifus y se extendió el rumor de que era peste bubónica: cundió el pánico. La Laguna solicitó aislarse y trató de impedir el paso del tranvía, En algunos puertos, los barcos procedentes de Santa Cruz eran recibidos a tiros. En la vecina ciudad de Las Palmas, 19 médicos firmaron una certificación declarando que era peste lo que padecía Santa Cruz.