Hablamos con el presidente del Gobierno unas horas antes de que el Congreso apruebe los Presupuestos. No oculta su satisfacción personal y política. Pero la conversación se centra en la pandemia y en sus efectos. Es la primera entrevista que da a un diario desde que volvemos a estar en estado de alarma. Y la primera después de anunciar el plan de vacunación. Sobre sus hombros pesan el confinamiento de la primavera, las tensiones con las comunidades autónomas y la difícil negociación de los fondos con los socios de la UE. Pero transmite la serenidad de las personas que se han caído y se han vuelto a levantar en varias ocasiones. Esta semana está más erguido que nunca. Y se le nota.

Los periodistas y los periódicos tenemos tendencia a tratar a los políticos como muñecos, olvidando que son personas. Luchó mucho por llegar a presidente del Gobierno y le ha tocado lidiar una cosa tan bestia como esta pandemia. ¿Se imaginó que pudiera pasarle algo así?

Ni yo ni nadie nos podíamos imaginar el que tuviéramos que sufrir una pandemia que es la peor crisis sanitaria que ha sufrido España y también la humanidad en los últimos cien años. Creo que, cuando ocurren este tipo de crisis, hay que volver a los fundamentos del compromiso político y de tu condición de ciudadano, ser consciente de que tienes que ser humilde. Te estás enfrentando a un virus desconocido, y no solamente para el político o para el ciudadano en general, sino también para la propia ciencia. Hay que ser consciente de las limitaciones que tiene la ciencia y reafirmar un compromiso con la defensa de la salud pública y también de las empresas y del empleo.

¿Le merece la pena estar ahí en este momento?

No se mide así, al menos no lo concibo así... El compromiso político es el que pervive, y uno tiene que hacer frente también a coyunturas que no están planificadas, que sobrevienen. Como consecuencia de la pandemia, se han acelerado muchísimos cambios que ya veíamos venir antes de la pandemia, y que fueron objeto del discurso de investidura, como es la transición ecológica o la transición digital, que debe de tener una perspectiva inclusiva, integradora para sentar las bases de una nueva economía que tiene que crear más empleo de calidad y garantizar una competitividad basada en la sostenibilidad. Son elementos que pueden parecer abstractos para el público en general, para el lector si los lee de esta manera, pero que sin duda alguna si sabemos anticipar las respuestas de estos desafíos, pueden ser fuente de un mayor progreso, de un mayor empleo, de un mayor desarrollo económico.

Y cuando uno está metido en este lío, ¿qué le pasa por la cabeza cuando la oposición le quiere llevar a los tribunales después de trabajar 16 o 18 horas al día?

España en esto ha sido un ejemplo de una oposición que, cuando se ha apelado a la unidad, porque la unidad era lo que claramente se necesitaba para hacer frente a este emergencia económica, social y sanitaria, lo que se ha hecho ha sido desentenderse del país. El último ejemplo que hemos visto ha sido con la aprobación de unos Presupuestos que son necesarios, pero no son solamente necesarios para el Gobierno de España, son necesarios para el futuro del país e incluso también para aquellas comunidades autónomas gobernadas por otros partidos políticos que ahora mismo están en la oposición. Nosotros hemos tomado una actitud que es la que conecta con el sentir mayoritario de la ciudadanía: tender puentes, no levantar murallas, rehuir la confrontación, apelar al conocimiento científico... No deja de ser curioso, y creo que también es muy positivo que en el Parlamento con mayor fragmentación de la historia democrática de nuestro país hayamos logrado aprobar unos presupuestos imprescindibles con un mayor número de fuerzas parlamentarias. Es verdad que ha habido fuerzas parlamentarias que se han desentendido, del presente y el futuro de los ciudadanos, ahí están el partido de Puigdemont, el partido de Abascal, el partido de Casado... pero creo que la buena noticia es que ha habido una mayoría de grupos parlamentarios que han dicho sí a unos presupuestos imprescindibles para abordar con garantías esta emergencia económica, social y sanitaria.

Los ciudadanos tienen la sensación de haber hecho cosas muy extraordinarias: encerrarse en casa, ver a familiares morir solos sin enterrarlos, no tener relaciones sociales, teletrabajar, teleestudiar... Pero hay la sensación de que los políticos han hecho lo de siempre: pelearse ¿Son conscientes de ello? ¿Hablan, por ejemplo, con Pablo Casado, de estas cosas?

Esta pulsión existe porque hay mucha incertidumbre. Empatizo con esta pulsión que tiene la ciudadanía de incertidumbre e inestabilidad y de inseguridad, ante una emergencia sanitaria, que a diferencia de otro tipo de emergencias no se sabe cuál es el final. Es verdad que ahora mismo estamos empezando a ver el final y si nos retrotraemos al principio de la pandemia, en el mes de marzo podemos vislumbrar tres etapas de esta emergencia sanitaria.

¿Con actitudes y resultados diferentes?

Una primera, que fue la primera ola, donde súbitamente nos encontramos invadidos por un virus que desconocíamos, que desconocía la ciencia. Con un enorme esfuerzo, un enorme sacrificio en términos de impacto social, de pérdidas humanas, pero también de un cerrojazo a nuestra actividad económica, el estado de alarma nos permitió doblegar la curva, nos permitió reducir a 0 el número de fallecidos. En el Congreso de los Diputados, pese a tener debates muy acalorados cada 15 días para prorrogar el estado de alarma, se abrieron paso alianzas con unos y otros grupos parlamentarios. Una segunda etapa, que es la que hemos visto a lo largo del mes de agosto, septiembre, octubre, cuando aprobamos el estado de alarma por seis meses. Los expertos nos decían que en seis meses podíamos pasar los cambios estacionales con mayores garantías. El protagonista ahora ya no es el Gobierno, sino que son las comunidades autónomas. De nuevo estamos doblegando la curva con un enorme esfuerzo, sobre todo de determinados sectores como el sector la hostelería y la restauración, y tenemos una incidencia acumulada inferior a muchos países de la UE y seguimos cayendo. Empezamos a vislumbrar una tercera etapa que, sin bajar la guardia, nos permite entroncar con un plan de vacunación a lo largo del primer trimestre del próximo año. Estamos en condiciones de decir que la política, al igual que los ciudadanos, ha hecho cosas extraordinarias como es aprobar estados de alarma, como es también basar todas sus decisiones difíciles y complejas en base a unas evidencias científicas.

¿Y en Europa?

Que tengamos más de 700.000 trabajadores con un erte, que hayamos puesto en marcha el mayor escudo social con un aporte también de la UE respecto a lo que pasaba en la anterior crisis financiera también es extraordinario. No hay que olvidar que el fondo de reaseguro del desempleo, largamente pedido por la socialdemocracia europea, se ha puesto en marcha en el primer semestre y está financiando muchos de estos empleos. Son elementos que permiten reivindicar la política con mayúsculas.

Para hablar de lo que habla la gente estos días, ¿ya ha decidido cómo celebrará la Navidad?

Estoy a lo que diga el ministro de Sanidad y, por tanto, los científicos y los profesionales del ministerio. Quiero romper una lanza por ellos porque evidentemente en toda esta pandemia también han sido objeto de críticas a mi juicio muy injustificadas. Más allá de la mercantilización que en algunas ocasiones tiene la Navidad, ¿Qué significa para todos nosotros? Significa reencuentro, significa afecto, significa familia. Por lo tanto, desde el punto de vista del comportamiento individual, el mejor regalo que podemos hacer a nuestros seres queridos, a nuestros amigos, a nuestros familiares, es regalar seguridad. A partir de ahí, todos somos conscientes, después ya de unos 10 meses largos de pandemia, de cuáles son los instrumentos que necesitamos para seguir reduciendo la curva de contagios. Uno, limitar el número de personas con las cuales reunirnos y ahí nos dirán los expertos cuál es el número que necesitamos para las navidades. Dos, limitar la movilidad. Y en tercer lugar la restricción de la movilidad nocturna. Nochevieja la vamos a pasar, sobre todo lo digo por los jóvenes, en casa con nuestros familiares... también la Nochebuena y el día de Reyes.

¿Cómo va a ser esa nueva normalidad después de las vacunas?

Es muy importante que todos los países miembros sigamos las recomendaciones de la UE. Esta es una pandemia que no obedece a criterios nacionales, ni de creencias religiosas, ni de origen, ni de raza... por lo tanto, es muy importante que toda la UE vaya de la mano. Lo estamos haciendo ahora, por ejemplo, en la contratación de fármacos, lo vamos a hacer con las pistas de esquí o con los destinos turísticos en fechas tan señaladas como estas. Son pasos muy importantes que se están dando por parte de la UE en la línea de federalizar, de integrar la respuesta que tenemos que dar todos los estados miembros. Lo que hagamos tiene que estar basado en la evidencia científica, en el asesoramiento de los científicos, eso ha sido una tónica general en todos los procesos de toma de decisión que ha hecho el Gobierno de España, conjuntamente con las comunidades autónomas. Y, finalmente, es muy importante ser conscientes de que el proceso de vacunación no será masivo de forma inmediata, tendremos que hacerlo pautadamente, porque las dosis nos llegarán de manera progresiva y tenemos que saber exactamente cuales son los grupos prioritarios en esta primera digamos tanda de la estrategia de vacunación. Lo hemos definido con los criterios que marca la UE, con el asesoramiento de expertos en bioética y también expertos científicos, y lo que tienen que saber los ciudadanos es que la equidad está garantizada, y una cosa muy importante, la seguridad. La seguridad de la vacuna. Los procesos de validación de las vacunas por parte de la Agencia Europea de Medicamentos y por parte de la Agencia Española de Medicamentos garantizarán que las vacunas serán absolutamente seguras para el conjunto de la población.

Aunque las encuestas hacen una valoración positiva del Gobierno, hay una cifra que preocupa a mucha gente, el número total de muertos en España y el número relativo es muy superior a la media europea. ¿Qué se ha hecho mal?

La pandemia atacó a aquellos países que somos 'hubs' internacionales de viajeros. Nosotros tenemos una gran potencialidad, una gran fortaleza, una ventaja competitiva respecto a otros países y es que tenemos un sector turístico que atraía a más de 80 millones de personas al año. En Barcelona, por ejemplo, durante estos últimos años ha habido un gran debate sobre la masificación del turismo, incluso se llegó a hablar de la turismofobia. Esta gran fortaleza se ha convertido en una puerta de entrada del virus. Para que se haga usted una idea, en el mes de marzo, solamente del norte de Italia a España, llegaban 70 vuelos diarios. Nosotros, junto con grandes capitales como París o Nueva York, hemos sido objeto, tanto Barcelona como Madrid, de una pandemia que vino a través de esos vuelos internacionales. Con todo, el sistema nacional de salud ha resistido, ha sido capaz de ofrecer con eficacia y con equidad una respuesta acorde con la envergadura del desafío que teníamos por delante. ¿Cuáles son las lecciones que tenemos que sacar? Europa necesita una cierta autonomía estratégica respecto a unos materiales de los que careció en la primera ola y que, evidentemente, hicieron que esa letalidad pudiera ser mayor: EPIS, respiradores... Otro de los elementos fundamentales que tenemos que extraer de esta pandemia es que tenemos que reforzar mucho más nuestra atención primaria. El sistema nacional de salud ha focalizado muchos de sus recursos en el sistema hospitalario, no digo que esté mal, pero la gran lección que tenemos que sacar es que tenemos que mejorar nuestra atención primaria.

El Círculo de Economía le pidió en un documento que se elevaran inversión en sanidad hasta un 10% del PIB, eso significa invertir 12.000 millones más de euros... ¿Tenemos ese dinero?

En el fondo de recuperación, buena parte de los recursos van a ir destinados a la sanidad, lógicamente a la compra de vacunas, pero también a la renovación y a la inversión en nueva maquinaria para el sistema nacional de salud que durante todos estos años de recortes se han resentido y no tienen la tecnología que se ofrece ahora por parte del mercado. Pero lo que tenemos que hacer es reforzar nuestro sistema de atención primaria. Y, finalmente, uno de los elementos que más dolor causó, y más estragos causó en la primera ola, fue la atención en las residencias de mayores y la atención a las personas de edad avanzada. Una de las reflexiones que tenemos que hacer, durante los próximos años, es hacer un sistema menos costoso y más acorde con lo que quieren nuestros mayores que es quedarse en casa, reforzar los servicios de atención en proximidad, los servicios de atención domiciliaria, ahí hay un enorme campo para desarrollar la economía de los cuidados y en consecuencia reformar nuestra ley de dependencia.

¿Necesitamos hospitales para epidemias? Viendo las imágenes de la inauguración del hospital de Madrid, pensaba en que la cara que le pondrán a usted los llamados países frugales en la próxima cumbre europea.

No voy a entrar en ese tipo de reflexiones. El mensaje del Gobierno de España es claro: hemos apelado a la unidad, al trabajo conjunto de las distintas administraciones. Estamos hablando de defender la salud pública, de salvar vidas, pero insisto en que la gran lección que tenemos que extraer es la de reforzar la atención primaria. Ahí donde el sistema durante estos últimos años no ha comprometido tantos recursos como debiera y que ahora lo hemos visto y sufrido en primera persona. Hay un elemento fundamental y es la investigación, la ciencia. España es un país altamente dotado para fabricar vacunas. Moderna va a fabricar su vacuna para fuera de Estados Unidos, es decir para el resto del mundo, en España. En una empresa española. España está en condiciones de convertirse también en una referencia en cuanto a la vacunación de seres humanos. Creo que ahí hay un enorme campo de trabajo conjunto con las comunidades autónomas. Por tanto ahí hay muchas lecciones que podemos sacar. Creo que en términos generales nuestros sanitarios han estado a la altura del desafío que teníamos por delante y ahora lo que tenemos que hacer es darles más instrumentos, más capacidad para que ante eventuales pandemias que tengamos en el futuro, que vendrán, estemos más preparados.

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