La Unión Europea (UE) no tiene una regulación concreta que impida a los países miembros mover migrantes o refugiados dentro de sus territorios, lo que desmiente lo manifestado el viernes por el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, que aseguró durante una visita a Marruecos que el Gobierno no traslada a la Península a los migrantes bloqueados en Canarias por "las políticas migratorias, que son del conjunto de la Unión Europea y no sólo de España". Marlaska daba a entender así que la decisión de que los migrantes permanezcan en Canarias hasta que sean deportados o se tramiten sus papeles se debe a una política europea, lo que no es del todo cierto.

Según han explicado representantes de migraciones de la Comisión Europea no hay regulación europea alguna que impida a un Estado miembro mover inmigrantes o refugiados dentro de su territorio nacional, por lo que este argumento se cae por su propio peso. De hecho, las competencias de la Unión Europea en política migratoria son muy limitadas y se basan principalmente en la regulación de las condiciones de acogida, en relación con la Directiva Europea de Migración y Asilo.

Por su parte, la gestión nacional del fenómeno migratorio es totalmente competencia del Estado miembro dentro de sus fronteras. De ahí se explica que con las mismas normas europeas mientras Alemania aceptaba entre finales de 2015 y principios de 2016 a más de un millón de refugiados, Hungría no aceptara prácticamente a ninguno.

Competencias nacionales

El Pacto Migratorio que la Comisión Europea presentó después del verano y que está en discusión va un poco más allá, pero sigue sin entrar en competencias nacionales porque el brazo ejecutivo de la Unión Europea no puede proponer legislación que se salga de lo que los tratados consideran competencias comunitarias.

En su reciente visita a Canarias, la comisaria europea de Interior, Ylva Johansson, advirtió que los "inmigrantes económicos" que lleguen a Europa y no tengan derecho a una protección internacional "deben ser devueltos a sus países" y añadió que, aunque la UE necesita de estos flujos, porque envejece, sólo puede asumir los que lleguen por "vías legales". Johansson aseguró que "buscará la manera" de que la UE siga cooperando con los países africanos en el entrenamiento de sus cuerpos policiales para el control de sus fronteras.

Por su parte, en Rabat Marlaska dijo que el Gobierno quiere evitar que Canarias se convierta "en la vía de entrada irregular en Europa". La negativa de Marlaska de trasladar migrantes desde Canarias a la Península convierte a las islas en el tapón de otra ruta migratoria, una de las más peligrosas. Entre 500 y 1.000 personas podrían haber perdido la vida cruzando en cayucos desde la costa africana hasta Canarias sólo en lo que va de año. Solo se Senegal ya se están contabilizando hasta 600 muertos o desaparecidos en la ruta hacia las Islas.

Ninguna institución de la Unión Europea le diría al presidente francés Emmanuel Macron si debe o no debe trasladar inmigrantes desde, por ejemplo, Marsella a París. O al primer ministro italiano Giuseppe Conte que no traslade a migrantes del sur al norte de Italia. La decisión de dejar miles de refugiados y migrantes en las islas del Egeo y no llevarlos a Atenas, por ejemplo, es del Gobierno griego, no de la Comisión Europea. Grande-Marlaska sí podría estar refiriéndose a lo que quiere Bruselas, aunque no lo diga. Fuentes comunitarias explicaban desde al menos 2015 que preferían que el Gobierno griego dejara a los refugiados bloqueados en islas como Lesbos, Kos o Samos. Era la forma más sencilla de que no siguieran camino al norte de Europa. Nunca fue una política oficial porque esa decisión es de competencia nacional helena.

La política migratoria europea sigue siendo débil e imprecisa debido a la presión existente en los últimos años por varios puntos de sus fronteras exteriores. Tanto desde Turquía como desde el Mediterráneo y ahora por el Atlántico, las oleadas de migrantes y refugiados que pretenden entrar en Europa no cesa y son los Estados en la mayoría de las ocasiones los que las afrontan con sus propios medios porque la agencia Frontex no tiene capacidad suficiente para dar respuesta a un fenómeno que no para de crecer.