La condena de 16 años de prisión que la Audiencia Provincial de Palma dictó en 2013 para el exconseller de Industria de Baleares y ex senador del PP José Juan Cardona fue en su día la más alta impuesta en España a un político por corrupción. El tribunal le consideró responsable de un entramado de cobro de comisiones y contratación fraudulenta a través del Consorcio de Desarrollo Económico de Baleares, en el que estaban implicados también otros altos cargos de su departamento y que supuso un quebranto para las arcas públicas de 11,5 millones de euros.

La pena fue inusualmente alta porque Cardona siempre defendió su inocencia y rechazó cualquier pacto con la Fiscalía que le obligara a asumir su culpabilidad para rebajarla, como hicieron los demás encausados en el denominado caso Scala. Aunque fue condenado por prácticamente todos los delitos asociados a la corrupción de un cargo público, no se pudo acreditar en el juicio que hubiera percibido o se hubiera beneficiado personalmente del dinero desviado ilícitamente; fueron las declaraciones incriminatorias de sus subordinados (que confesaron el cobro de comisiones y afirmaron que se las repartían con él) y su posición determinante al frente de la conselleria las que lo sentenciaron. El fallo de la Audiencia fue ratificado íntegramente por el Tribunal Supremo.

En la cárcel de Ibiza, José Juan Cardona es un preso modélico, muy estimado tanto por los reclusos como por los funcionarios, y su actitud le ha valido felicitaciones y recompensas reiteradas por parte de la dirección del centro. Pero aun así pasaron casi cinco años y medio para que pudiera lograr su primer permiso de fin de semana. Y tuvo que ser un permiso gubernativo, potestad de la secretaría general de Instituciones Penitenciarias, y no uno de los permisos de salida ordinarios a los que tenía derecho por haber cumplido ya la cuarta parte de su condena y tener el informe favorable del equipo técnico y de la junta de tratamiento de la cárcel. Hasta seis veces se los denegaron el juez de vigilancia penitenciaria y la Audiencia, alegando que la buena conducta no era suficiente y que había que tener en cuenta también el largo tiempo de condena que tenía pendiente, la gravedad de los delitos cometidos y que no haya asumido su responsabilidad en los mismos.

Este mismo mes ha visto rechazada su primera petición para acogerse al tercer grado penitenciario, que le permitiría acudir a la prisión únicamente a dormir, pero desde hace algunos meses José Juan Cardona puede salir de la cárcel tres días a la semana para colaborar como voluntario en dos ONG, Cáritas y la Asociación Conciencia.

En Cáritas se ha convertido en un colaborador "muy valioso", explica Maite Barchín, trabajadora social de la entidad. "Hace un trabajo magnífico para nosotros y, si pudiera, nos gustaría que viniera más, por sus conocimientos y su capacidad de trabajo", recalca. Abogado de formación, siempre está dispuesto a ofrecer sus conocimientos jurídicos para ayudar tanto a sus compañeros de la cárcel como a los usuarios de Cáritas. Una aportación que los responsables de la organización de asistencia social de la iglesia católica valoran tanto que estudian crear «un programa específico de asesoramiento legal", indica Barchín.

Tanto tiempo encarcelado hace que los problemas se relativicen. José Juan Cardona cuenta que su experiencia en prisión le ha enseñado que la clave es tener siempre la capacidad de adaptarse a las circunstancias. Cuando se le pregunta que es lo que más echa de menos, responde como un resorte que la libertad, pero si se le insiste para que entre en detalles, dice que añora la suma de pequeñas cosas que se pueden hacer por propia voluntad, sin estar constantemente vigilado.

Nunca antes había trabajado en temas sociales y habla con verdadera pasión de su labor en Cáritas. Valora el hecho de que le permite salir a la calle tres veces por semana y la posibilidad de ayudar a la gente, pero reconoce que sufre con la situación de muchas de las personas a las que atiende, que no tienen ni comida ni techo. Esta experiencia le permite anticipar que Ibiza está a punto de vivir una situación dramática a causa de la crisis provocada por el coronavirus.