A la vista de las tranquilas familias que la mañana de este domingo sacaban a sus niños por la plaza de Oriente, y de las parejas que se sentaban a tomar el aperitivo en los bares Belle Époque que flanquean el Teatro Real, nadie diría que Madrid es una ciudad en alta tensión, que se asoma a una semana crucial para su salud y su economía. Pero en la Puerta del Sol, a pocos pasos del teatro, tenía lugar a medio día una de las concentraciones de la jornada en contra de los confinamientos selectivos de barrios decididos por la comunidad autónoma.

La izquierda local explota el sinsentido de que un vecino de los distritos pobres pueda acudir a las zonas ricas a trabajar, pero no a pasear. Las manifestaciones de este domingo, con presencia de concejales de Podemos y de Mas Madrid -el partido de Íñigo Errejón- y con gritos de "no es confinamiento, es segregación", han reunido a unos cientos de personas repartidas ante el palacio en el que trabaja la presidenta Isabel Díaz Ayuso, también ante la sede de la Asamblea autonómica y en dos emblemáticos paisajes del Madrid obrero convertidos en puntos de control policial aleatorio del confinamiento: el Puente de Vallecas y la glorieta del Marqués de Vadillo.

En esa plaza, una fuente ha quedado sepultada por numerosas pancartas pidiendo la dimisión de Díaz Ayuso, pero no ha tenido demasiado éxito una convocatoria paralela de cacerolada contra la presidenta.

El lugar no está lejos del Parque de Roma, en la orilla de la M30, que ha amanecido con 53.000 pequeñas banderas de España clavadas en su césped por la Asociación Nacional de Afectados por el coronavirus. Recuerdan así a los muertos de Covid que recuentan.

El miércoles, clave

Madrid, ciudad de caceroladas y de banderas, ve aproximarse un aumento severo de las restricciones de movimiento para esta semana. No lo descarta ninguna de las fuentes médicas de la sanidad madrileña consultadas, que se dividen a la hora de esperar, y mucho menos desear, un cierre total de accesos. Considera la mayoría que eso agravaría el problema. Pero sí coinciden en dos apuestas: descartan la reapertura de ningún distrito y creen que, cuando menos, se van a generalizar a toda la región las restricciones que hoy afectan a solo 45 áreas básicas de salud.

Todo dependerá de los datos de contagios que se puedan leer el miércoles, transcurridos diez días desde la entrada en vigor de los primeros semiconfinamientos anunciados por la presidenta el viernes 18. Es el plazo mínimo para ver los efectos de la medida, explican.

Al ambiente sombrío de la ciudad está contribuyendo desde la noche del viernes la difusión de un singular tweet. En él se ve esa escena de la película Titanic en que la orquesta decide quedarse en cubierta tocando el "Cerca de ti, Señor" mientras el buque se hunde. Acompaña al vídeo una frase: "Buena suerte". La firma Yolanda Fuentes, la directora de Salud Pública de la Comunidad que dimitió en mayo pasado.

Y añade pesimismo la previsión de huelga convocada para este martes por CCOO entre los trabajadores de la funeraria municipal. Protestan porque no hay un plan de contingencia ante la segunda ola de la pandemia. Los funerarios ven "probable" que se repitan "las morgues improvisadas, las incineraciones de madrileños a cientos de kilómetros de su ciudad y los retrasos inaceptables para la retirada y entierro de los fallecidos", dicen en un comunicado.

Puente naranja

Desde la dimisión, este sábado, de Emilio Bouza, el médico que, como portavoz del Grupo Covid, iba a hacer de puente entre los gobiernos central y autonómico, la Comunidad de Madrid ha lanzado por diversos canales el mensaje de que aceptará las restricciones duras que exige el ministro Salvador Illa con dos condiciones: que la misma medida se pida a otras comunidades, y que se hagan pruebas PCR a quienes llegan por Barajas y el AVE.

El vicepresidente autonómico, Ignacio Aguado, de Ciudadanos, se ha presentado este domingo como nuevo puente llamando en redes sociales a "un alto el fuego" a los ministros Illa y Carolina Darias, de Política Territorial. Los dos le han contestado por la misma vía indicándole que Madrid debe seguir a "la ciencia y los técnicos sanitarios".

Se debate, en el fondo, si es mucho ratio el de 1.000 contagios por cada 100.000 vecinos o bastan 500 por 100.000 para confinar la ciudad y su conurbación. Pero también está en cuestión toda una discusión sobre el modelo territorial, y sobre hasta dónde puede mantener un gobierno autonómico su criterio frente al del ejecutivo central.

A partir del miércoles, si no antes, Illa resolverá el dilema. Entre tanto, desde el Gobierno de España se ha lixiviado una advertencia: no hace falta un 155 ni ninguna ley excepcional para tomar el control de la sanidad madrileña; basta el artículo 65 del decreto que de nueva normalidad del 9 de junio, ese párrafo que da la primacía al ministerio en situaciones de "especial riesgo o alarma para la salud pública".