Los jóvenes se enfrentan a un futuro laboral incierto por la COVID-19 debido a empleos precarios, salarios bajos, menos horas de trabajo, más expedientes temporales y despidos definitivos. Aquellos que se encuentran en situación de desempleo podrían convertirse en parados de larga duracion, según explica Ana Alarcón, responsable de los programas de empleabilidad de Acción contra el Hambre.

Además, la situación se agrava entre los jóvenes de entre 25 y 35 que se enfrentan a una nueva crisis después de la de 2008 y, hace que aumente el número de 'ninis' -aquellos que ni estudian ni trabajan- un 17% más que en el año 2019. Entre los menores de 25, la situación no mejora y la tasa de paro se sitúa en un 40% en el segundo trimestre, según la Encuesta de Población Activa (EPA).

La mujer joven, la más precarizada

El Instituto de la Mujer publicó hace unos meses como la crisis del coronavirus afectará más a las mujeres y jóvenes: “este colectivo, mujeres jóvenes, sufren mayor precariedad y pobreza laboral, lo cual las sitúa en un peor lugar para afrontar un nuevo periodo de crisis además algunos de los sectores más afectados, como el comercio, educación, moda, turismo y hostelería, están altamente feminizados”. En esta línea, Alarcón ha señalado que los sectores menos perjudicados, como el tecnológico, están liderados por hombres: “es una realidad que la actual situación afecta más a las mujeres jóvenes a los hombres por varias razones, pero una principal es que se dedican a sectores más perjudicados”.

La brecha de género también se manifiesta en el emprendimiento juvenil. “El porcentaje de mujeres sin estudios superiores que emprende es mucho menor que el de los hombres. Esto pone de manifiesto la diferencia competencial y cultural entre los dos sexos: los hombres confían más en ellos mismos que las mujeres”, ha detallado Alarcón.

Crece el interés por el emprendimiento entre jóvenes con estudios superiores

“En nuestros programas de emprendimiento juvenil ha crecido el número de personas inscritas que quieren poner en marcha sus ideas de negocio. Si hacemos una media, hablamos de un aumento de inscripciones durante el confinamiento de un 25% más de lo que viene siendo habitual, y en algunas regiones ha sido el 40%”, ha añadido Ana Alarcón. “Esto nos da una idea de cómo se disminuyen las expectativas de empleo por cuenta ajena en un mercado laboral mermado por la crisis y abre interés por las posibilidades de emprender por cuenta propia y buscar opciones locales”, ha declarado Alarcón.

Estos datos no significan que vaya a crecer el emprendimiento juvenil de una forma notable. “Emprender es un camino largo y puede ser que las circunstancias socioeconómicas de estos jóvenes les obliguen a dejar su sueño emprendedor a un lado para cubrir sus necesidades básicas”, ha dicho la experta.