Las relaciones entre los grupos parlamentarios del PSOE y Unidas Podemos, socios de coalición gubernamental, se han tensionado estos días no por temas de absoluta actualidad vinculados a la gestión de la covid-19 o la crisis económica y social en la que ha derivado, como podría ser previsible, sino por la figura del expresidente Felipe González. Los morados nunca han ocultado su distancia respecto a quien fuera líder socialista durante décadas, como él tampoco ha disimulado su rechazo a los postulados de Podemos. Ahora González vuelve a ser objeto de debate parlamentario: este martes se debate en la Mesa del Congreso si se aprueba o no una comisión de investigación para determinar la relación entre el expresidente y los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL). La piden PNV, ERC, Jxcat, Bildu, Cup y BNG y, a última hora, se ha sumado a Unidas Podemos.

El Grupo socialista, y también el popular, se oponen, por lo que las posibilidades de que esa comisión salga adelante son prácticamente nulas, más allá del ruido que genere la simple demanda de la investigación (los letrados de las Cortes dicen que técnicamente sería posible, pese a los años transcurridos y ser cosa juzgada) y los roces que, inevitablemente, genere entre socios de coalición.

La solicitud de esa comisión por parte de buena parte de la oposición responde a la difusión de un informe de la CIA, redactado en 1984, en el que se apuntaba a que González había "acordado" la creación de un "grupo de mercenarios" que tenían como objetivos a miembros de ETA. El documento, elaborado sobre las reflexiones de miembros del servicio de inteligencia americano, fue desclasificado en 2011 y publicado hace unos días en La Razón.

Acusación rotunda

"González ha acordado la formación de un grupo de mercenarios, controlados por el Ejercito, para combatir a los terroristas fuera de la ley", sostiene un informe de la CIA fechado en enero de 1984, accesible actualmente en la biblioteca pública de la Inteligencia estadounidense, en el que se ha censurado la fuente de dicha afirmación. Mientras que en la gran mayoría de documentos redactados en aquellos tiempos por el servicio de inteligencia americano se hace alusión a rumores y percepciones de la sociedad de la época, o se utilizan recortes de periódicos, en este dossier la sentencia sobre el expresidente del Gobierno está precedida por una información que ha sido suprimida.

En otros informes de la CIA de esos mismos años no se vuelve a realizar una acusación tan tajante. En julio de 1985 se habla de "los persistentes rumores y alegaciones de que elementos locales o nacionales del Gobierno de España y se enfatiza que "el portavoz del gobierno lo ha negado". Lo mismo ocurre en otro informe de semejante naturaleza redactado previamente, en el verano de 1984. En este caso recurren a "las especulaciones públicas más extendidas" para mencionar la posible relación de González con los GAL.

Los informes de la CIA de antaño también hacían referencia a la influencia de los GAL en la posición antiterrorista que adoptó Francia. "Los fuertes ataques contra ETA por parte del grupo en la sombra que se hace llamar GAL alienta a los funcionarios franceses a tomar medidas enérgicas contra ETA también", explican en un documento de abril de 1984. Un mes antes, la Agencia de Inteligencia había redactado otro dossier en el que apuntaba a que "de acuerdo con la embajada de EEUU en Paris, parte del rechazo de Francia a luchar contra el movimiento vasco español reside en el miedo de que esto derive en el aumento del terrorismo vasco francés".

Autonomías, Cataluña y el Rey

Entre los informes que se enviaron al Pentágono en la década de los 80, la Agencia estadounidense elaboró en mayo de 1983 un análisis sobre la puesta en marcha del estado autonómico de España en el que analizaban las luces y sombras de un proceso que, ya apuntaban, marcaría el futuro del país. Una de las primeras anotaciones que se puede leer en este documento es que el Gobierno de Adolfo Suarez "fracasó" en la creación de las comunidades debido a su "debilidad política" y a la rapidez con lo que pretendió gestionar el asunto.

"Creemos que, en un nivel, Suárez estaba tratando de sacar provecho de un tema popular y darle a su gobierno un prestigio izquierdista de moda", sentencian en el documento antes de señalar que otra de las razones podría ser la creencia de Suárez de que "una generalización rápida del proceso de autonomía podría, de alguna manera, diluir o minar la influencia de los partidos regionalistas catalanes y vascos". Fuera cual fuera su intención, la CIA considera que este fue "el comienzo del declive" de UCD.

No obstante, la percepción de la Agencia de inteligencia norteamericana sobre la situación española cambió de manera radical con la victoria de González en las elecciones de 1982. Según apuntan, la reorganización del proceso autonómico por parte del PSOE y el comienzo del diálogo con los partidos "regionalistas" contribuyeron a que "la derecha estuviera menos preocupada por la integridad del estado español" y que, "por primera vez en la historia contemporánea de España", todos los partidos políticos alcanzaran un consenso.

A este optimismo se sumo la visión de la CIA sobre la posición que había alcanzado el Tribunal Constitucional, respetado por el resto de los poderes, y la Monarquía. En concreto, aseguran que la figura de Juan Carlos I se había convertido en un símbolo de "unidad". "Los catalanes, claramente, ven su identidad regional reflejada en el símbolo nacional de la monarquía", llegan a afirmar tras mencionar la petición del Govern de proclamar a Felipe príncipe de Girona.

Los ministros del 82

El 28 de octubre de 1982, Felipe González arrasó en las urnas. Un mes después asumía formalmente la presidencia y 48 horas antes de que su equipo de ministros tomara posesión de sus carteras, la CIA ya había elaborado un informe sobre todos los miembros del gabinete. En las primeras páginas del mencionado dossier, la Agencia Central de Inteligencia se deshacía en alabanzas hacia el ex presidente del Gobierno. Recalcaba que aúna la "confianza y el sentido de la autoridad", que ofrecía una imagen de "juventud e idealismo" que, a la vez, combinaba con su "pragmatismo" y que dio la vuelta a un PSOE que era "una organización clandestina en gran medida ineficaz que se oponía a Franco" hacia "un partido grande, bien disciplinado y moderado que camina hacia la democracia social europea moderna".

El informe detallaba después las competencias de cada uno de los ministros y los posibles problemas que podrían suponer para los EEUU. De Alfonso Guerra, el vicepresidente del Ejecutivo, decía que era uno de los hombre fuertes del PSOE, muy cercano a Gonzalez pero que podría provocar "roces" con algunos miembros del gabinete. Sobre el responsable de la cartera de Exteriores, Fernando Morán, se advertía que sería un "interlocutor espinoso" debido a su rechazo hacia las políticas estadounidenses y se apuntaba a que sería el presidente quien llevase directamente las cuestiones internacionales.

Destaca una anotación de la CIA en la que se afirmaba que en sanidad, educación y cultura sería donde el PSOE tendría una "oportunidad de cumplir parcialmente su promesa de trabajar por una sociedad más igualitaria y justa" sin necesidad de un "incremento masivo" del gasto. A este respecto, señalaban ya en 1983 al ministro de Sanidad, Ernest Lluch que, según "la sensación oficial de EEUU", iba a "trabajar duro para mejorar la calidad y la disponibilidad del servicio de salud a través de reformas prácticas y con el debido respeto a las restricciones fiscales".

La "epidemia" de las drogas

"España ha servido durante mucho tiempo como punto de transbordo de drogas ilícitas hacia Europa del este y Estados Unidos pero el nivel de abuso de drogas, tráfico y crímenes relacionados recientemente han alcanzado proporciones alarmantes". Así comenzaba un informe elaborado por la CIA en septiembre de 1986 en el que se percibe al Gobierno de González como el principal responsable de esta "epidemia", por la "laxitud" de las leyes que había reformado, "descriminalizando" la posesión de drogas para consumo personal en 1983.

Además, la Agencia estadounidense apuntaba a que el ex presidente del Gobierno "inicialmente no estaba dispuesto a admitir la existencia de este serio problema de abuso de drogas", por lo que casi no se puso esfuerzo alguno, según sostenían, en mejorar los programas de educación sobre drogas, prevención y tratamiento. En el informe, se señalaba que en 1985 el Ejecutivo comenzó a tomar medidas para revertir la situación pero que todavía era necesario el paso de unos años para poder ver sus efectos.

Aviso de guerra

El 3 de octubre de 1975, apenas un mes y medio antes de la muerte de Franco, la CIA redactó un informe dirigido al entonces secretario de Estado de EEUU, Henry Kissinger, advirtiéndole de la posibilidad de que Marruecos invadiera el Sáhara español aprovechando la situación de "debilidad" en la que se encontraba España en aquellos momentos. Según la Agencia estadounidense, Hassan II estaba dispuesto a tomar el Sáhara por la fuerza creyendo que España opondría poca resistencia.

No obstante, la CIA no compartía esta opinión y, en el mismo documento, defendían que "Madrid podría reunir suficiente fuerza para derrotar una invasión marroquí". Además, consideraban que, en caso de un enfrentamiento armado, el Gobierno de Franco acudiría a EEUU para solicitar su ayuda. "El Gobierno español esperaría que la larga cooperación de defensa entre Estados Unidos y España pudiera justificar al menos el apoyo diplomático de EEUU", explicaban.