La maquinaria de la justicia se ha puesto en marcha, pero sus engranajes, algunos de ellos arcaicos, todavía no están preparados para la era del Covid. Este jueves, tras levantarse la suspensión de los plazos y los actos procesales no urgentes, el panorama era bien distinto al de los últimos dos meses y medio, desde que se decretó el estado de alarma por la pandemia. Aunque no ha vuelto toda la plantilla de funcionarios (estará al completo el próximo martes), la vida a los juzgados se ha recobrado, pero a medio gas.

Eso sí, cumpliendo de forma escrupulosa el control de acceso (sólo entran personas con cita previa o que deban acudir a un juicio) y respetando las medidas higiénicas para evitar los contagios. Las mascarillas han invadido los recintos judiciales.

Los procuradores es uno de los colectivos que ha salido más perjudicado en estos primeros pasos de la desecalada. En la Ciutat de la Justícia de Barcelona había una larga cola formada por estos profesionales del Derecho que tenían la intención de presentar algún escrito judicial. “Esto es una vergüenza y no han hecho nada para evitarlo, sabiendo que ocurriría”, ha explicado a 'El Periódico de Catalunya' un procurador. “Tenemos para, por lo menos, una hora”, precisaba otro que guardaba la distancia social con el compañero que le precedía en la fila. La saturación en esta oficina judicial es más que probable.

La necesidad de los controles de acceso ha provocado a primera hora de la mañana colas en las puertas del complejo que acoge la mayoría de juzgados de Barcelona, en la Gran Vía de la capital catalana. Los vigilantes de seguridad requerían a cada ciudadano la cita previa que se puede pedir por correo electrónico o correo o la documentación que acreditaba que debía asistir a uno de los pocos juicios fijados.

La mascarilla era otro salvoconducto que se exige para poder entrar. En el atrio de la Ciutat de la Justicia todavía no se constaba la normalidad habitual en un jueves de cualquier semana anterior la crisis sanitaria. Pocos abogados y bar, centro de encuentros de fiscales, jueces y otros juristas, aún cerrado. No se descarta que pueda empezar a funcionar el próximo lunes. Los testigos, acusados o profesionales del derecho que estaban convocados al juicio debían pasar un segundo control en las escaleras para acceder a las tres plantas donde hay salas de vista.

Con fiebre y sin videoconferencia

El número de juicios suspendidos este jueves ha sido imporante. En el Juzgado de lo Penal número 16 de Barcelona habían seis señalados y se han aplazado, al menos, cuatro. Uno porque el acusado está en un centro psiquiátrico y si acudía al juzgado tendría problemas para volver a entrar en el centro por la situación sanitaria; el segundo, porque el encausado reside en Alemania y no ha sido posible una videoconferencia; el tercero, porque no se ha localizado al imputado y el último porque una abogada tenía fiebre y y cabía que tuviera el covid. Por lo tanto, se ha celebrado uno y el último estaba pediente de si el acusado podía declarar por videoconferencia desde la cárcel de Brians.

La titular de este juzgado, Sonia Gutiérrez, explica que ahora no se podrán realizar el mismo número de juicios al día que antes. De los 12 o 15 que se señalaban para una misma jornada de mañana, ahora se pasarán a solo seis. El motivo: entre vistas se procede al limpiado de las salas y se ha de dejar un espacio de tiempo entre cada comparecencia. Otro problema: las salas son compartidas por varios juzgados y cada uno tiene un día fijado. Esto obliga a la reorganización de las agendas.

En la puerta de atrás de estas salas (solo acceso funcionarios) se han colgado unos curiosos cartelillos, como el de los hoteles. El verde indica sala limpia y el rojo que se ha acabado el juicio y debe higienizarse el habitáculo. Sin embargo, los jueces se quejan que solo hay una persona de limpieza para todas las salas. . Tendremos retrasos porque no podemos celebrar todos los juicios, pero en otras jurisdicciones, como laboral, civil, familia y mercantil será peor”, admite el juez Tomás Salàs.

El inicio de la actividad judicial a reflotado, por otra parte, viejos problemas sociales, como los desahucios, que fueron paralizados a causa de la pandemia. Un grupo de activistas de la PAH se han concentrado ante la Ciutat de la Justicia de la capital catalana ante el temor de que se reactiven los procesos que estaban ya en marcha antes del covid, cuando el Gobierno dictó una moratoria. Antes, se ejecutaban unos 200 cada día en toda España.