Hace apenas unas horas que Pedro Sánchez, el presidente con más poderes que ha tenido nunca la España democrática dado que hay estado de alarma, dio un aviso a los ciudadanos: se inicia el camino hacia una "nueva" normalidad. El jefe de la Moncloa comunicaba que llegan los primeros pasos hacia el desconfinamiento preparando, a la vez, el terreno para una nueva sociedad que se ocultará tras máscaras, que se mirará y hablará de lejos y ya no se abrazará. Y agregó que se necesitará un sobreesfuerzo global, desde el ayuntamiento más pequeño hasta el propio Estado -este domingo puso sobre la mesa 14 mil millones para autonomías y se espera otro gesto para los consistorios- sin estridencias territoriales y con luces largas.

Más allá de lo que diga o deje de decir el presidente, conviene destacar que la ciudadanía, a través de los distintos sondeos que se están haciendo estos días, ha lanzado su mensaje de vuelta a los políticos y a las Administraciones: también a ellos se les exige entrar en una "nueva" normalidad, en la que la honestidad se convierta en guía imprescindible; en la que el bien colectivo prime sobre el objetivo individual y donde la política con mayúsculas, que abandona coyunturalmente las siglas y las legítimas aspiraciones partidistas, se imponga. En el presente está en juego la supervivencia, de forma literal. En el medio plazo, si hay suerte con vacunas e inmunidades sobrevenidas, el sortear la ruina económica y social que conlleva el coronavirus.

En este contexto, llega una cita que puede ser crucial para el destino de los españoles: Sánchez y Pablo Casado líder del PP, hablarán este lunes sobre cómo "reconstruir" este país tras el drama que está viviendo por la crisis del coronavirus.

La 'otra' normalidad

Casado no se ve sumándose a unos pactos de la Moncloa II donde se integren independentistas u organizaciones como Bildu. Alega que los que sueñan con destruir España no aportarán nada al sostenimiento de sus pilares básicos. Que por el palacio presidencial se pasee Podemos con sus propuestas, bajo su criterio "comunistas", tampoco le hace gracia. Entendible todo en clave electoral y en la otra normalidad. ¿Y en la que está por llegar?.

Asegura el jefe de los populares que está dispuesto a seguir apoyando medidas que salven vidas, pero que no servirá de escudo para arruinar el país u ocultar fallos ingentes. Le soliciten lo que le soliciten otros políticos propios y ajenos, los españoles no parecen demandarle ahora mismo nada de eso, como evidencian las diferentes encuestas que se están realizando. Al contrario. Se exige, con honestidad y sed de futuro, buenas ideas, certezas y oposición crítica y de nivel, con la dureza que sea necesaria, cuando toque. Casado sugiere una y otra vez que el equipo de Sánchez erró de manera atroz no sabiendo prever la que se venía encima con el virus.

Habrá tiempo de pasar facturas y datos que exigir, como los que conciernen a productos sanitarios de prevención que se exportaron desde España en un momento en que, quizás, había que haber hecho cierto acopio por estrategia nacional, como sugieren especialistas. De hecho una de las obsesiones gubernamentales ahora es avalar el viraje de parte de la industria hacia el autoabastecimiento mínimo, por lo que pueda pasar si hay repuntes del covid-19.

Errores y lucha cainita

Incide asimismo el dirigente popular, en los foros públicos, en que hay un caos con los datos oficiales, poniendo el dedo sobre el reciente cambio de criterio con los fallecidos. Tiene razón, aunque nada diga de lo que sí está funcionando. Exactamente lo mismo con el material que se gestiona para las comunidades, en algunos momentos con errores de bulto (y potenciales consecuencias) como el último episodio de las mascarillas retiradas. En otros, sin más problema que el derivado de unos mercados internacionales salvajes donde la especulación, y la fuerza de la chequera de algunos Estados hermanos con más PIB, se impone. Sin piedad ante la realidad de que España es el primero de los cuatro países que, en Europa, superan los 100.000 casos por coronavirus notificados.

A tanto ha llegado este asunto que la UE plantea ya compras conjuntas, a fin de evitar un indeseable caínismo entre socios. Sánchez pide, entre otras cosas, respaldo de Casado (y de otros) para ir a defenderse la UE con posiciones de Estado. Además de acuerdos para invertir en sanidad, evitar el colapso social y reactivar la economía. Ahora toca ver la letra pequeña y qué oferta el PP.

¿Oportunidad para los populares?

Conviene saber, en todo caso, que hay quien entre bambalinas ve que Casado puede resurgir con el Covid. Un tipo de lecturas que aleja el optimismo por el acuerdo. Un presidente autonómico popular reconoce a este diario, bajo condición de anonimato, que esta pandemia podría ser "una oportunidad" para que su jefe llegue "a la Moncloa", algo que los conservadores no tenían en el horizonte hace apenas dos meses.

El coronavirus llegó mientras el PP vivía una crisis interna por la fulminante destitución de Alfonso Alonso como candidato a las elecciones vascas, aplazadas hasta nueva orden. Tras su sustitución por el duro Carlos Iturgáiz, muchos miraron, de nuevo, hacia el gallego Alberto Núñez Feijoo en clave nacional.

Ahora todo queda lejos, borroso, y hay barones en el partido que apuntan que el hecho de que la crisis, además de sanitaria, sea económica, sumado a la clara debilidad del PSOE en el Parlamento y las ansias independentistas que no han desaparecido, puede allanar camino a Casado. Se verá. Por el momento el PP aprieta a un Gobierno en aprietos: la última, que un general de la Guardia Civil haya reconocido que su lucha contra los «bulos» es para minimizar el «clima contrario» al Ejecutivo. Los populares exigen explicaciones y comparecencias en el Congreso.