A fuerza de repetirlas, las sesiones de inicio de Legislatura empiezan a tener un aire burocrático en el Congreso de los Diputados. Es el primer día del curso político, pero tanta reiteración está acabando por robarle el atractivo que tienen las citas únicas. La nueva ha empezado como acabó la anterior: a trompicones, con peticiones de disculpas y cierta sensación de hastío flotando en el ambiente.

La falta de asignación previa de asientos brinda en estas sesiones grandes momentos de improvisación y desconcierto, una efervescencia en la que Vox ha aprendido a manejarse como pez en el agua. Si en la anterior ocasión sus cargos se plantaron en la carrera de San Jerónimo antes del amanecer para ocupar los mejores escaños tras el presidente del Gobierno, esta vez llegaron los primeros para asaltar el triángulo central del hemiciclo como si se tratara de la isla de Perejil. De hecho, a esas horas de la mañana se produjo un encontronazo entre el diputado de ultraderecha Luis Gestoso y el de ciudadanos Marcos de Quinto, con empujones incluidos, por ver quién se apropiaba de un sillón.

Incómodas cohabitaciones

Con los grupos parlamentarios pendientes de constituirse, la jornada inicial de la legislatura dio lugar a incómodas cohabitaciones, como la que tuvieron que mantener los representantes de Ciudadanos y el PNV, sentados juntos en la misma fila tras la bancada azul del Gobierno pero sintiendo el aliento de Abascal, Espinosa de los Monteros y Ortega Smith en sus cogotes. Por llegar los últimos, la mayoría de los cargos de Unidas Podemos tuvieron que conformarse con los huecos que quedaron desperdigados, mientras los de Esquerra y Junts per Catalunya fueron relegados al gallinero. Como ocurre en las aulas de Preescoar el primer día del curso, ambas formaciones se acusaron mutuamente en las redes de haberse robado los asientos.

En julio y ahora, el mayor atractivo de estas jornadas lo ha aportado el presidente de edad de la cámara. El castellano culto y solemne que gasta el socialista Agustín Zamarrón, de 76 años y natural de Burgos, no es habitual en la política española, ni tampoco su look valleinclanesco. Se ha convertido en la estrella de los inicios de legislatura, como prueban las colas de diputados de distintas ideologías que se formaron para hacerse selfies a su lado antes de que empezara la sesión.

No tardó el veterano político en poner fin a la fiesta. Tan pronto tomó la palabra, se puso en pie y proclamó: "Con la humildad debida, pido perdón al pueblo españolpido perdón al pueblo español, soberano único, por el incumplimiento en la decimotercera legislatura del transcendente mandato constitucional de otorgar gobierno a la nación". Acto seguido, agachó la cabeza, como hacen los políticos japoneses cuando ponen en práctica ejercicios públicos de constricción, y así permaneció durante varios segundos. No es frecuente ver a cargos públicos pidiendo perdón, pero la nueva legislatura parece haber empezado bajo el influjo de esta palabra.

Nubes pasajeras

Al lado de Zamarrón se encontraba Marta Rosique, la diputada más joven de la sala. Vestida con una camiseta negra con las banderas de Euskadi, Catalunya y Galicia componiendo la palabra "independencia", la representante de Esquera protagonizó el primer lance tenso de la temporada recién estrenada al pronunciar los nombres de varios políticos catalanes presos antes de empezar a pasar lista. Su gesto provocó una airada protesta desde la bancada de Vox y una llamada de atención del presidente de edad, aunque también se oyeron aplausos entre los escaños de las formaciones independentistas. "Olvidemos este tiempo de nubes pasajeras", zanjó Zamarrón antes de dar comienzo a las votaciones.

En las sesiones de inicio de legislatura, el ambiente jovial de primer día de curso convive con la solemnidad de ciertos ritos ancestrales que se resisten a desaparecer. Uno de ellos consiste en obligar a los 350 diputados a desfilar hasta el estrado para definir, papeleta en mano, la presidencia y la mesa de la cámara. Adriana Lastra se quedó en el camino: cuando bajaba las escaleras, resbaló sobre la alfombra y en la caída se torció el tobillo.

En silla de ruedas

El accidente provocó el momento de mayor confusión de la jornada. Tras ser socorrida en el suelo por el presidente del Gobierno y la ministra de Hacienda María Jesús Montero, médica de formación, la portavoz socialista fue atendida por los servicios sanitarios fuera del hemiciclo y regresó minutos después con el pie vendado y en silla de ruedas.

El resto de la sesión lo pasó sentada en un escaño situado encima de la fila del Gobierno, y hasta aquí tuvo que acercarse Zamarrón, portando la sagrada urna, para que la diputada socialista pudiera votar. No fue la única que recibió la visita del presidente de edad: también votaron sin moverse de sus asientos la diputada de Vox Macarena Olona, que sale de cuentas esta semana, y Pablo Echenique, que siguió toda la sesión desde su sillón motorizado apostado detrás de las taquígrafas.

Hace cuatro legislaturas -parece mucho tiempo, pero hablamos de un suspiro de cuatro años-, para pasar un rato entretenido en el Congreso convenía permanecer pendientes de la bancada de Podemos. Traían la frescura de los recién llegados y ofrecían estampas nunca vistas en esta sala, con alzamientos de bebés entre los escaños y besos de tornillo de diputados al cruzarse en las escaleras. Ahora, la salsa está en la zona donde se ubica Vox.

Tirantes de Fraga

Los de Abascal no son nuevos en el hemiciclo, pero ahora muestran una alegría que no lucieron en la legislatura pasada. Entre votación y votación aprovechaban para hacerse fotos en grupo junto a las columnas, montaban corros para charlar entre risotadas y en varios momentos se pudo ver a Espinosa de los Monteros y Abascal soltando carcajadas mientras señalaban con el dedo al grupo Popular. Puesto a marcar estilo, el diputado por Almería de la formación de ultraderecha Carlos Hugo Fernández-Roca, se presentó con unos tirantes con el color de la bandera española, como Fraga en sus mejores tiempos.

En el momento de elegir los miembros de la mesa, algunos rictus se torcieron. Por más cuentas que hacía su escritorio, a Espinosa de los Monteros no le salían los números, así que se acercó al escaño de Teodoro García Egea y con una mano le explicó cuatro cosas, mientras con la otra se tapaba la boca. La lectura de labios lleva camino de convertirse en un módulo de obligado cumplimiento en las facultades de Periodismo.

El momento del juramento

El juramento de la Constitución es el otro rito solemne de la sesión de investidura, aunque en los últimos tiempos ha devenido en su momento de mayor show escénico. Ya podía exigirle la portavoz del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, a la presidenta de la Cámara que fuera estricta con las fórmulas de acatamiento, que cada parlamentario hizo de su capa un sayo y juró por lo que quiso.

Amplio abanico de fórmulas y versiones en los juramentos de los diputados y senadores

Amplio abanico de fórmulas y versiones en los juramentos de los diputados y senadores

Amplio abanico de fórmulas y versiones en los juramentos de los diputados y senadores. Agencia ATLAS / EP

Hubo de todo. Desde las "Trece Rosas" que invocó Gerardo Pisarello a "la llibertat dels presos polítics" que reclamaron los diputados independentistas, la España vaciada que trajo a colación el diputado de Teruel Existe Tomás Guitarte o "todo el planeta", que dedicó el ecologista Juan López de Uralde. Los representantes de Vox juraron todos "por España". Excepto Fernández-Roca, que no juró, lo gritó con toda su alma: ¡¡Por España!!". La nueva legislatura empieza con un nuevo enredo en el que entretener a los políticos: ¿cómo de flexibles deben ser los juramentos de la Constitución que este viernes soplará 41 velas?