La convención del PP de este fin de semana, planteada como la del "rearme ideológico" y la de una cierta "refundación" del partido después de quince años de liderazgo de Mariano Rajoy, ha terminado con una llamada a los votantes de Vox y de Ciudadanos a unir fuerzas en la "casa común" del centro-derecha.

Pablo Casado, presidente del PP desde hace solo seis meses, tiene claro que la vuelta al Palacio de la Moncloa pasa por sumar a todos los que "no son de izquierdas" y no por hacer "pequeño" a su partido con una política de alianzas de difícil encaje.

Esa "ola de cambio" de la que habla Juanma Moreno en Andalucía, y que los 'populares' están convencidos que atravesará Despeñaperros, pasa, irremediablemente, por una apelación al voto útil de quienes en los últimos años se fueron, primero a Ciudadanos y después a Vox.

"Todos juntos" en el objetivo común de hacer frente al PSOE de Pedro Sánchez, al populismo de Podemos y al peligro de los independentistas.

"Digamos una vez y otra vez que quien quiera que gobierne el PP tiene que votar al PP", ha alertado Casado ante sus compañeros de partido y en presencia de su mentor y primera referencia política: José María Aznar

Al contrario que Aznar, Mariano Rajoy, que participó en el cónclave popular el viernes, ha preferido ausentarse en la clausura del domingo para, según han dicho sus cercanos, no robar protagonismo al nuevo líder del PP.

Un Pablo Casado que ha emplazado a sus compañeros de partido a salir "a ganar" y no "a empatar" en las próximas citas electorales de mayo.

"Rechace imitaciones" podría ser el eslogan de la próxima campaña del PP frente a unos partidos que para Casado se "disfrazan" del PP pero no lo son, ni tienen la capacidad de liderazgo ni de Gobierno de los 'populares'.

"No quiero un PP que sea uno más, quiero un PP que sea ambicioso", ha proclamado el presidente del PP, que ha dejado claro que no "hay más PP" que el suyo, y que algunos, como Vox y Cs -a los que no ha citado en ningún momento- pretenden imitarlos "pero no les sale".

Y es que para Casado "no se puede unir España desuniendo el voto" y la única alternativa al "sanchismo", al populismo y al independentismo es el PP.

Para conseguirlo, el presidente del PP ha recuperado en esta convención un mensaje contundente, en ocasiones vehemente y sin medias tintas, en especial cuando ha hablado de la "peste del nacionalismo".

Cuando llegue a la Moncloa, ha dicho, lo primero que hará será "poner orden" en Cataluña aplicando de inmediato y "sin límite de tiempo" el 155, liberando a una sociedad "secuestrada" por "una banda de fanáticos, racistas y supremacistas".

Reformará el Código Penal para volver a penalizar la convocatoria de consultas ilegales y modificará la Ley del Indulto para prohibir esta medida de gracia a condenados por sedición y rebelión, tal y como denuncia quiere hacer el PSOE.

Un Gobierno que, para Casado, ha presentado unos presupuestos que son la "mordida" que ha tenido que pagar Pedro Sánchez a los nacionalistas para "atrincherarse" en la Moncloa, con unas cuentas públicas que, además, suponen una política económica "suicida" repleta de "agravios comparativos".

Tampoco tolerará el líder del PP que se quiera "abrir en canal" la Constitución o que se despenalicen los ultrajes a la Corona.

"La Constitución entera es camino para quien la respeta y muralla para quien la amenaza", ha subrayado Casado, que ha desgranado un discurso liberal, basado en la libertad del individuo frente a un Estado que, en ocasiones, se inmiscuye en sus derechos.

Una apuesta por "más sociedad y menos Gobierno" en el que se brinden más oportunidades a la iniciativa privada y a la decisión libre de las personas en materias como la educación, con una defensa cerrada de la educación concertada y la libre elección de centro.

"Saquen las manos de la educación, no adoctrinen a nuestros hijos ni destruyan el futuro de España", ha denunciado Casado, que ha lamentado las últimas décadas de fracaso y "ruina" en materia educativa.

Rearme ideológico también en la lucha contra la criminalidad y el terrorismo, con una defensa cerrada de la prisión permanente revisable, cuestionada por el Gobierno socialista.

Para el presidente del PP, el PSOE y sus aliados desean que "asesinos monstruosos salgan a la calle" en una especie de "síndrome de Estocolmo" propio del "buenismo hipócrita de la izquierda".

También ha reafirmado el compromiso "inequívoco" de su partido para combatir la violencia contra las mujeres, algo que es "compatible" con intensificar las medidas contra la violencia contra niños y ancianos y también con su defensa de la familia y "de la cultura de la vida".

Una referencia al aborto que fuentes de la dirección del PP han aclarado que no supone ninguna propuesta de reforma de la actual ley de interrupción voluntaria del embarazo, sino una apuesta por el apoyo económico y social de aquellas mujeres que deciden libremente ser madres.