Un máster plagado de irregularidades y el presunto robo en un supermercado de Vallecas pusieron fin hace unos días a la carrera de Cristina Cifuentes como presidenta de la Comunidad de Madrid. Pero la cosa no se quedaba ahí. Ahora, la expresidenta de la Comunidad de Madrid será imputada en el juicio por el caso de su máster por cohecho y falsificación de documento público.

Si fue precisamente la distancia respecto al pasado inmediato del partido lo que permitió a Cifuentes auparse a la presidencia de Madrid en 2015 y salvar la cara de la formación, el escándalo del título de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) conecta de nuevo con un historial de sospechas o hechos consumados del que el PP regional no acaba de desembarazarse.

Cifuentes, que sorteaba las causas sobre corrupción que asediaban a su partido, presumía de gestión después de tres años al frente de la Comunidad de Madrid y aparecía incluso en todas las quinielas como posible relevo de Mariano Rajoy. Hasta que estalló el escándalo del máster.

El fin de Cifuentes, en pleno ascenso de Ciudadanos en las encuestas, es un duro golpe para el PP, que la había convertido en referente de sus aspiraciones para sostener e incluso recuperar apoyo en toda España. Ahora, el partido se ve abocado a una nueva solución, y a nadar otra vez contra corriente de una credibilidad muy dañada en la comunidad.

La expresidenta madrileña, que relevó a Esperanza Aguirre en un intento de renovación, se despide así abruptamente de una carrera ascendente, que había fraguado sobre todo en la política madrileña, reconocible siempre por su coleta rubia.

Licenciada en Derecho, antes de alcanzar la presidencia de Madrid se había ganado la reputación de persona dialogante y de carácter cercano. En el Parlamento madrileño llegó a ser vicepresidenta y fue también portavoz del Grupo Popular en temas de justicia e interior.

El salto a la Comunidad de Madrid

Tras la llegada de Mariano Rajoy a la Moncloa, Cifuentes se convirtió en 2012 en la Delegada de Gobierno, hasta que en 2015 se erigió en candidata del PP a la presidencia de Madrid. Y, con ella como cartel, el partido pudo salvar la comunidad, aunque solo tras alcanzar un acuerdo de legislatura con Ciudadanos. Desde 2017 es, además, presidenta del PP regional.

Su trabajo como delegada del Gobierno le ayudó a forjar una imagen de que era capaz de gestionar y además de hacerlo con un discurso propio, lo que le granjeó más de un enemigo en el seno de las filas de su propio partido.

Republicana confesa, también mantuvo públicamente posturas discrepantes algunas doctrinas oficiales del PP, como en el tema del aborto, en el que ha defendió siempre la regulación de plazos.

Accidente de moto

Pero si hay un hecho que marcó un antes y un después tanto en su vida y como en su trayectoria política fue el accidente de moto en el Paseo de la Castellana en agosto de 2013 y tras el que estuvo a punto de morir dos veces.

Después de ver la muerte de cerca, no ha vuelto a conducir una moto, porque así se lo prometió a sus hijos, y, tal y como confesó a Efe, aprendió a relativizarlo todo y se hizo "muchísimo más fuerte".

Sin embargo, esa enseñanza no le evitó acabar de sucumbir al escándalo que ya la había condenado. El de un máster del que se matriculó en 2011 y cuyo título reclamó en 2014, tres años y demasiadas lagunas después.