La Sección 30 de la Audiencia Provincial de Madrid ha condenado a dieciséis años de cárcel a Ángel Luis V.J., el guardia civil que mató a tiros en abril de 2016 a un ciudadano marroquí en la A-3, a la altura de la localidad madrileña de Fuentidueña del Tajo.

Según ha informado el Tribunal Superior de Justicia de Madrid (TSJM), los magistrados han estimado en su sentencia que este agente, de baja en el momento de los hechos, es responsable de un delito de asesinato con la eximente incompleta de trastorno mental transitorio.

Si bien el Ministerio Público solicitaba para el acusado 21 años de prisión por ese delito, los magistrados, en línea con la opinión del jurado popular, le han impuesto una pena de dieciséis años al estimar esta eximente argumentando que durante el momento de los hechos, y a la vista de las pruebas practicadas, el condenado sufrió un trastorno psicótico breve con ideación delirante, en el cual creyó que era inminente un atentado terrorista y que tenía que evitarlo por todos los medios.

Además, también se le ha responsabilizado de un delito de conducción temeraria, ya que como recogió en su veredicto de culpabilidad el jurado popular que siguió la vista oral de su juicio, el condenado, antes de disparar hasta la muerte a su víctima, puso su coche en paralelo al que conducía la víctima, realizó dos disparos intimidatorios y lo embistió hasta hacerle perder el control y obligarle a chocar contra la barrera de seguridad izquierda de la carretera.

Durante su declaración ante la Sección 30 de la Audiencia Provincial de Madrid, Ángel Luis V.J. achacó lo ocurrido a que "estaba intentando abortar un ataque terrorista" y a sus problemas con el hachís y la pérdida de su hermano. Además, pidió disculpas a los familiares de la víctima ya que mató a "una persona inocente".

Este guardia civil detalló que el fallecido circulaba en su turismo "con muchos bultos": "Cuando yo frenaba él frenaba, cuando yo aceleraba él igual. Me mosqueó un montón". Después, una vez que se pusieron en paralelo a unos 100 kilómetros por hora, explica que "el marroquí lo desafió con la mirada". "Ahí sabía que era un terrorista", apostilló.

Por eso, disparó en dos ocasiones "para que parara": "Lo tenía que detener porque iba a hacer algo. Yo le gritaba ¡Alto, Guardia Civil!, pero no me hacía caso, por eso me tiré del coche en marcha cuando él ya chocó con la mediana".

Después salió corriendo hacia la víctima, que estaba a unos 50 metros, y le disparó en las piernas. "No quería matarle en ningún momento, lo juro", afirmó de forma efusiva, para continuar explicando que una vez en el suelo lo puso de rodillas y con las manos en la cabeza.

"Las bajaba continuamente, me daba miedo que llevara un cinturón bomba", argumentó en relación a por qué le apuntaba en la cabeza con su pistola reglamentaria y lo golpeó con la culata del arma. En uno de esos supuestos movimientos, apretó finalmente el gatillo en la sien del ciudadano marroquí porque "empezó a invocar a Alá y pensaba que iba a inmolarse".