El viaje del periodismo a la política en España es un billete de ida, salvo contadas excepciones. Es difícil imaginar a Ximo Puig, Carles Puigdemont o a Uxue Barkos de vuelta en la redacción, pero cada vez es más sencillo ubicar detrás del atril a quienes no mucho antes estaban delante, micrófono en mano.

Los presidentes de Cataluña y de la Comunidad Valenciana tienen algo en común de lo que quizá no hablen después de sus reuniones para impulsar el Corredor Mediterráneo o la reforma de la financiación autonómica: los dos han sido periodistas.

Igual que la presidenta navarra. E igual que el presidente del PNV, Andoni Ortúzar.

"Haber sido periodista antes que político ayuda a comprender al que está al otro lado y a saber que sin comunicación no hay política", asegura el valenciano a Efe a través de un correo electrónico.

¿Ayuda entonces al buen ejercicio de la política haber sido antes cronista político? ¿Y al revés? ¿El político entiende mejor el periodismo si hace sus pinitos?

El diputado socialista Eduardo Madina se descuelga en ocasiones de la tensión orgánica de su partido y de la rutina parlamentaria de su escaño con entrevistas a personalidades musicales (preferentemente) en la publicación Jot Down.

Cuenta a Efe, también por correo electrónico, que la preparación del cara a cara le ha reportado más conocimiento del trabajo periodístico y más reconocimiento al periodista. Y un resultado "estimulante".

"Me ha ampliado la perspectiva del trabajo que conlleva hacer una entrevista. El previo y el posterior. Es mucho mayor del que había imaginado", asegura.

En hacer entrevistas reluce una coincidencia con Pablo Iglesias, otro frecuente entrevistado que muchas veces se cambia de silla. En La Tuerka, en formato televisión, el líder de Podemos es el que pregunta.

Pero volvamos a la trayectoria profesional de Puigdemont, Puig, Barkos y Ortúzar. A sus comunes orígenes en el periodismo.

Porque los cuatro, además, empiezan casi a la par, a primeros de los 80. Puigdemont arranca en el diario El Punt, Puig en el periódico Mediterráneo, Barkos en RNE y Ortúzar en Déia.

Entre ellos, además, aparecen coincidencias: el catalán y el vasco han llegado a dirigir medios (uno la Agencia Catalana de Noticias, otro la EiTB), y Puig y Ortúzar han compartido experiencias en gabinetes de prensa, el primero como director de comunicación de Joan Lerma y el segundo como integrante del gabinete de Prensa de Presidencia del Gobierno vasco.

Así que otro aspecto en común, independientemente del tiempo que hayan dedicado al periodismo, es que poseen unos currículum polivalentes. Por tanto, saben de qué va ser periodista.

Y arrastrar ese bagaje a la política aporta ventajas.

En declaraciones a Efe, Ortúzar relata que si algo ha llevado consigo de sus tiempos informativos es, acaso, una sensibilidad mayor y una capacidad más acusada para la empatía con la audiencia, para seducir con un mensaje concreto, para discernir dónde puede estar el titular. También, una relación con los periodistas más accesible, añade.

Puig incide en este punto: haber sido periodista implica entender que "no hay preguntas impertinentes" y que el periodista "no es el enemigo".

El tránsito del periodismo o la comunicación a la política es más frecuente y aparece por todos los partidos: en Ciudadanos, por ejemplo, la diputada alicantina Marta Ruiz; y en Podemos, Noelia Vera, que ha sido Máster en la Agencia Efe.

En el PP está el caso de la portavoz adjunta del grupo en la Asamblea de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

Dice que la atracción por la política y el periodismo le viene de pequeña (a los ocho años escribió una carta a Felipe González) y que cultivó su predilección en la universidad, época durante la que trabajó en publicaciones locales, de "distrito".

La política pura y dura le quedaba lejos entonces, pero acortó la distancia y ahora disfruta de su cometido en el PP de Madrid y en la Asamblea sin dejar de mirar a su otra gran pasión. Todo lo que hace tiene detrás el empuje de la comunicación.

Es de las que ensaya leyendo en voz alta sus discursos y de las que, imaginariamente, pone a los periodistas delante para detectar el posible instante del titular.

Ayuso habla también de la empatía, de cómo el periodismo le ayuda a practicarla y cuidarla, sea en un canutazo ante los medios, sea en mítines ante simpatizantes.

Saber qué decir y cómo decirlo es, en definitiva, lo que el periodismo da a los que se hacen políticos.

Qué les dejará la política si vuelven a una redacción es ya un futurible, aunque Puig lo tiene claro: "un montón de fuentes a las que poder llamar".

Pero son pocos los periodistas que compran billete de vuelta. Luis Herrero, tras ser eurodiputado del PP, y Ferrán Bono, al cabo de unos años como diputado nacional del PSOE, son algunas excepciones.

Cuesta imaginar al presidente valenciano llamando a sus fuentes, reconvertido en periodista, o a Uxue Barkos recuperando el sabor de los directos.

Aunque, ya puestos, imaginar a Ximo Puig entrevistando a Pedro Sánchez tiene su aquél.