Manuel González Peeters es el abogado de los esposos Diego Torres y Ana María Tejeiro y ha venido al juicio del caso Nóos a demostrar su inocencia, cueste el tiempo que cueste y caiga quien caiga. Peeters tiene fama de gruñón y es arisco en sus interrogatorios. Ayer se llevó un zasca por parte del acusado Gonzalo Bernal, exgerente del Illesport, que le contestó con ironía a una pregunta difícil de entender a la primera.

González Peeters soltó, en medio de su interrogatorio a Bernal, "¿quién trae el equipo ciclista a Balears?". Bernal puso cara de no comprender y el letrado insistió, subiendo el tono de voz, "¿cómo llega el equipo ciclista?"

El exalto cargo, defendido al igual que Bonet por Gaspar Oliver, respondió con agilidad y mala leche: "Los ciclistas llegaron en avión". Ahí estuvo a punto de liarse entre acusado y defensor, pero la presidenta Samantha Romero salió al quite y consiguió que Peeters hiciera inteligible su pregunta: "¿Quién presentó el proyecto del equipo ciclista?". Respuesta fácil: "El señor Urdangarin".

Romero no quiere que las partes rematen sus preguntas con afirmaciones que no han hecho los acusados o no vienen a cuento. "Usted, señor Peeters, deje de hacer conclusiones, estamos en fase de interrogatorios", cortó la magistrada al vehemente defensor.

Otras partes recibieron avisos similares de la presidenta.

Diego Torres, en un receso, insistió en que "se están produciendo muchas contradicciones entre las declaraciones de Bernal y Pepote y lo que consta en los documentos". De ahí el afán de Peeters de sacar a relucir su arsenal de correos, que hizo leer a Bernal, aunque los mensajes no fueran dirigidos a él. El abogado insistió en sus interrogatorios sobre el significado de los mensajes, pero el acusado no pudo aclarar algunos asuntos porque en el sumario no constan los adjuntos a los mails o sus respuestas.

Madre e hija

Ayer nadie, salvo el escolta de la Infanta y la madre y la hija de Miquel Àngel Bonet, preso por otros casos de corrupción, asistieron como público. Las familiares del recluso pudieron abrazarle y hablar con él durante la media hora larga de descanso, un recreo que varios acusados aprovecharon para llamar por teléfono a sus allegados o tomar un tentempié. Al encuentro se unió Juan Carlos Alía, antiguo jefe de Bonet en el Ibatur y que ayer no bajó a la calle en el descanso a fumar por temor a que le acosaran las cámaras de televisión.

Iñaki Urdangarin y la Infanta no intercambian palabra mientras están en la sala de vistas. En las pausas se retiran a la habitación destinada al descanso de los abogados defensores. El principal acusado aprovechó el recreo para mandar mensajes por su móvil desde la sala de vistas, algo que también hizo la exconsejera delegada de Madrid-16, Mercedes Coghen, a la que un policía confundió con alguien del público durante el receso.

La Infanta bromea

A doña Cristina se le ve cada día más relajada, incluso intercambió bromas con el agente judicial, celoso vigilante del clásico "guarden silencio en la sala". La Infanta lució unos pantalones pesqueros con el tobillo al aire, a la última moda y bebió varias veces agua de un botellín.

La lentitud de los interrogatorios de los acusados, debida básicamente al gran número de partes intervinientes y a las estrategias de acusaciones y defensas de apuntalar sus tesis, hace temer el naufragio del juicio. "A este paso nos dará noviembre y seguiremos en el juicio", se lamentaba uno de los defensores valencianos.

La solución de hacer sesiones vespertinas los martes y los jueves no convence a todos. El fiscal Pedro Horrach puso el dedo en la llaga: "Ya son agotadoras sesiones de 6 ó 7 horas por las mañanas como para prolongarlas por las tardes y, además, hay que preparar los interrogatorios y la calidad profesional de esta parte se resiente tras tantas horas de interrogatorios".

Jaume Matas recibió las últimas consignas de su abogado Josep Zaforteza sobre su declaración, que finalmente ayer no se produjo. El expresident siguió tomando notas de las palabras de sus exsubordinados, lo que es un indicio de que su anunciado pacto puede tener matices en la admisión de los hechos. Zaforteza también insistió en sus interrogatorios en el hecho de que fueron los altos cargos los que dieron virtualidad administrativa a los expedientes para contratar a Iñaki Urdangarin y que ningún servicio jurídico cuestionó la ortodoxia de las fórmulas aplicadas.

La sombra del Rasputín

Mario Pascual, defensor de Iñaki Urdangarin, metió la pata en el interrogatorio a Juan Carlos Alía, que fue gerente del Ibatur entre 2003 y 2004, cargo que tuvo que dejar por el escándalo del club de alterne moscovita Rasputín, donde una comisión de altos cargos del Govern pagó consumiciones con fondos públicos. Pascual preguntó al acusado si había recibido felicitaciones por su gestión en el Ibatur. Alía contestó aludiendo a "un caso que ocurrió" y que no venía a cuento explicar. Los conocedores de la chusca historia del Rasputín y de la deshonrosa salida del gerente del Ibatur sonrieron ayer ante el patinazo del letrado catalán.

No obstante, Alía si echó un capote al abogado del exduque de Palma y manifestó que el patrocinio por el Govern al equipo ciclista Illes Balears aumentó la llegada de turistas a las islas y que Nóos suministró a tiempo, y con calidad, los objetos publicitarios de esa escuadra.