España se enfrenta a una situación inédita. Tanto si la segunda ronda de consultas de Felipe VI acaba de nuevo "desierta" como si, finalmente, el Rey le encarga formar gobierno a Pedro Sánchez, líder de la segunda fuerza más votada en los comicios del pasado 20 de diciembre, el engranaje institucional se encontrará ante un escenario, hasta ahora, inexplorado. Mariano Rajoy, cabeza de lista del PP y el candidato que más respaldo obtuvo en las urnas aunque muy lejos de la mayoría, está dispuesto a escurrir el bulto de nuevo. En cuarenta días desde que se celebraron las elecciones, se ha mostrado incapaz de sumar ni un sólo respaldo más a los 119 diputados del PP, los tres de sus socios de Unión del Pueblo Navarro y Foro Asturias y el investigado por corrupción Pedro Gómez de la Serna. Insuficiente para la elección. Fiel a su forma de actuar, no ha dado además ni un sólo paso para lograr más apoyos. Pretende erigirse como "salvador" cuando el resto fracasen. El problema para Rajoy es que muchos, dentro de su propio partido, ya apuntan que, precisamente, el presidente del Gobierno en funciones ya no es parte de la solución.

Así con el número uno de la fuerza más votada sin capacidad ni margen para liderar nada, sólo le quedan dos opciones al Rey. O proponer a Pedro Sánchez, con todos los problemas que arrastra dentro de su partido. Por primera vez en la historia, el candidato que se sometería a la investidura sería el de la segunda formación más votada. Nunca antes hubo un aspirante con un grupo de apenas 89 diputados y con tantas dificultades -internas y externas- para intentar formar gobierno. El secretario general del PSOE se la juega a una carta. Todo o nada. La presidencia del Gobierno o se termina su carrera política. O, en el caso de que el Rey tampoco encargara a Sánchez la formación de gobierno y la segunda ronda de consultas se cerrara sin ningún aspirante, aventurarse a un escenario completamente nuevo que, incluso, alimenta dudas jurídicas. ¿Qué ocurriría si nadie, después de las consultas, se somete a la investidura? Un galimatías legal que se une a una inestabilidad que conduciría -a día de hoy esa es la opción más sólida- a unas nuevas elecciones. Pero esto es España. Y hasta el último día, todo puede ocurrir.