España será desde mañana y durante los dos próximos años miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, el máximo órgano decisorio mundial en materia de paz y seguridad.

El ingreso en este órgano es una de las principales aspiraciones que puede tener un país, pues otorga capacidad de influencia en los grandes asuntos internacionales, ofrece una oportunidad única para estrechar relaciones con el resto de miembros del Consejo y facilita el acceso a información valiosa.

En 2015, España coincidirá en el Consejo de Seguridad con sus cinco miembros no permanentes (EEUU, Rusia, China, Francia y Reino Unido), y con otros nueve no permanentes: Chad, Chile, Jordania, Lituania, Nigeria, Venezuela, Nueva Zelanda, Angola y Malasia.

España tuvo que luchar por el asiento en la ONU con dos competidores de peso, Nueva Zelanda y Turquía, que finalmente quedó descartada a pesar de haber gastado unos 200 millones de euros en su campaña de promoción de la candidatura.

A Turquía le penalizó el intento de estar representada en el Consejo antes de lo que le tocaba --había sido miembro en el bienio 2009-2010-- mientras que España, con su victoria, consiguió mantener la tradicional cadencia de estar representada en este órgano una vez cada diez años.

La larga guerra en Siria y el estancamiento en el proceso de paz entre palestinos e israelíes serán dos de los temas candentes que ocuparán a los miembros del Consejo de Seguridad en los primeros meses de 2015.

De hecho, el ministro español de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García-Margallo, viajó el fin de semana pasado a Egipto y tiene previsto hacer una gira en enero por Palestina, Israel y Jordania.

Con respecto al conflicto palestino israelí, España es partidaria de que la ONU fije unas "bases aceptadas y consensuadas" sobre las que relanzar el proceso de paz entre palestinos e israelíes, unos principios que cabría plasmar en una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU.

Pero España también quiere volcarse en otras zonas geográficas que presentan retos para toda la comunidad internacional, como es la inestabilidad de Libia y el conflicto en Ucrania, sin perder de vista otros puntos de interés, como el Africa subsahariana, Afganistán y Pakistán, han informado a EP fuentes diplomáticas.

Lucha contra el terrorismo y mediación

Además de estas prioridades geográficas, España tiene el máximo interés de impulsar el debate en el Consejo de Seguridad sobre otros temas, como la lucha contra el terrorismo y la protección de sus víctimas; la promoción de la mediación como instrumento de diplomacia preventiva; la protección frente a ataques cibernéticos contra Estados o la reforma del Consejo de Seguridad.

En este último punto, España defiende el aumento de los miembros no permanentes del Consejo durante periodos más largos que los dos años actuales, así como la limitación en el uso del veto por parte de los cinco miembros permanentes.

Como miembro del Consejo de Seguridad, España presidirá a partir del 1 de enero los comités de la ONU encargados de supervisar la aplicación de las sanciones a Irán y Corea del Norte por sus programas nucleares, junto a un tercero encargado de evitar que las armas de destrucción masiva (nucleares, químicas, biológicas y bacteriológicas) o sus componentes caigan en manos de actores no estatales u organizaciones terroristas.

Para el Gobierno español, la decisión de los miembros del Consejo de Seguridad de conferir a España la responsabilidad de dirigir estos tres Comités "responde a la consideración de España como un estado serio, fiable y con la competencia técnica necesaria para desempeñar con solvencia las tareas asignadas", según ha subrayado en un comunicado el Ministerio de Exteriores.