España rememora mañana el 75 aniversario del inicio de la cruenta Guerra Civil que vivió el país entre el 17 de julio de 1936 y el 1 de abril de 1939, que aún mantiene abiertas interrogantes, polémicas y algunas heridas que no acaban de cerrarse.

El conflicto, uno de los episodios históricos más importantes del siglo XX en vísperas de la II Guerra Mundial, dividió al país en las "dos España", como escribió Antonio Machado, pero reconciliadas a partir de 1976, tras una ejemplar transición a la democracia.

La insurrección militar de julio de 1936 contra el gobierno legítimo de la II República y antesala de la "Guerra civil", arrancó en Melilla el 17 de julio, un día antes de lo que se estableció como fecha oficial.

La también llamada sublevación, alzamiento, o pronunciamiento, según la historiografía, se extendió por todo el Protectorado de Marruecos.

Ante la lentitud del gobierno republicano de Casares Quiroga, la rebelión saltó el 18 y 19 de julio a Canarias y a la península, respectivamente.

Dirigida por los generales Mola, Queipo de Llano, Goded y Franco, fue este último el que tras confirmar el triunfo de la insurrección en Canarias, voló a Marruecos, el 19 de julio, para ponerse al frente del ejército de África.

Acto seguido, se sumaron a los sublevados, Galicia, Navarra y Castilla-León. También triunfó en ciudades como Oviedo, Granada y Zaragoza.

Por su parte, fracasó en Asturias, Cantabria y parte del País Vasco, -donde el PNV acabó apoyando a la República-, Cataluña, Levante, Madrid, Castilla la Mancha, Murcia y la zona oriental de Andalucía.

Los fracasos más rotundos fueron en Madrid, donde obtuvieron las armas a milicias obreras, y en Barcelona, donde una peculiar colaboración de la Guardia Civil, la CNT y la Guardia de Asalto impidió el golpe.

Factores como las dudas sobre los sublevados, sobre las autoridades encargadas de reprimir el golpe, la capacidad de movilización obrera o el papel de la Guardia Civil fueron decisivos en el resultado del golpe en cada parte de España.

El fracaso parcial de la sublevación militar contra el gobierno de la Segunda República Española, -rebautizada por el Franquismo como "Pronunciamiento"-, condujo a la división de España en dos zonas: al inicio de la guerra civil que acabó con la victoria de los sublevados y la instauración de la dictadura.

Durante el franquismo, el "Alzamiento Nacional del 18 de julio" fue declarado fiesta nacional por la dictadura y lo siguió siendo hasta 1977.