Tras conocer la noticia de la liberación del Alakrana las familias respiraron por fin tranquilas porque llegaba al final la pesadilla que ha durado 47 días. "Me lo voy a comer a besos, las palabras sobrarán", ha dicho ayer Silvia Albés, la esposa de Pablo Costas, uno de los tripulantes del Alakrana, una expresión rotunda de la alegría de los familiares tras la liberación del pesquero, un poco contenida hasta que vuelvan a casa.

Argi Galbarriatu, hermana del capitán, Iker, y esposa del maquinista, afirmaba: "Hoy es un día especial, de celebración. Lo primero será acogerles en casa y darles cariño", y agregó que los marineros todavía "no se lo creen mucho" porque la liberación les ha cogido por sorpresa pero se sienten "aliviados" y deseando llegar a puerto. Para María Ángeles Jiménez, esposa del tripulante Gaizka Iturbe el de ayer fue "día superfeliz para todos, para los 36 (marineros secuestrados) y para los miles que están detrás".

Cristina Blach, hija del patrón del Alakrana, mostró también su alegría por la liberación, pero quiso tener un recuerdo para quienes no tienen tanta suerte: "Nosotros somos España, un país en que todo el mundo sabía que íbamos a salir del secuestro; otros barcos están apresados desde hace meses y nadie los va a sacar de allí", sentenció.

Preguntados por cómo conocieron la noticia de la liberación, Argi Galbarritu indicó que las primeras llamadas fueron de los medios de comunicación para comunicarles que se estaba llevando a cabo el proceso de liberación, pero la confirmación oficial no llegó hasta minutos antes de la comparecencia del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. "Ha sido todo con sorpresa, un caos, con muchas llamadas, se han acabado las baterías de los móviles, nos hemos llamado todos los familiares, somos una piña, y con mucho nervios", explicó Argi Galbarriatu, para añadir que estos nervios continuarán hasta que puedan ver con sus propios ojos y abrazar a sus familiares.