Cuatro años después de la masacre y con sus autores ya condenados, Madrid rindió de nuevo homenaje a las víctimas de los atentados del 11-M, en un acto presidido por los Reyes ante el monumento de vidrio de la estación de Atocha que recuerda a los 192 fallecidos.

Ese acto solemne y austero apenas duró diez minutos y en él no hubo lugar para los discursos, sólo para el silencio y la música. Los familiares de las víctimas, que no llegaban al centenar, tuvieron un lugar reservado frente al cilindro de cristal, aunque algunas de las sillas quedaron vacías. Don Juan Carlos y Doña Sofía compartieron la zona de honor con el jefe del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero y con otras autoridades del Estado.

Don Juan Carlos y Doña Sofía depositaron una corona de laurel con la bandera de España a los pies del gran cilindro de vidrio y, a continuación, durante un minuto reinó el silencio en memoria de las víctimas. Un silencio sólo roto por la voces del coro de la Capilla Real de Cataluña y Madrid que, interpretó 'Da Pacem Domine' del músico estonio Arvo Part. Entre los cantantes estaba Sonsoles Espinosa, la esposa del presidente del Gobierno.

A lo largo de la mañana las distintas asociaciones de víctimas también celebraron otros homenajes en las estaciones de Atocha, El Pozo y Santa Eugenia, donde se produjeron las explosiones, mientras que la presidenta de la Comunidad de Madrid y el alcalde de esta ciudad depositaron una corona de laurel en la fachada de la Real Casa de Correos, en la Puerta del Sol, como homenaje a los voluntarios que trabajaron el 11-M.