Domingo de Resurrección

Satán encadenado desfila con el Resucitado en Murcia

Campanas y tambores acompañaron al cortejo de Domingo de Resurrección, que inició con el triunfo del bien sobre el mal

Judit López Picazo

Judit López Picazo

Y, al tercer día, resucitó. Aunque las campanas comenzaron a anunciar el triunfo de la vida desde la noche del Sábado Santo en Murcia, apenas unas horas después de un luto en blanco y negro. Campanas y tambores acompañaron todo el cortejo de Domingo de Resurrección, que dio inicio con el desfile del demonio encadenado por ángeles, heredero de los grupos bíblicos que procesionaban originalmente en la Archicofradía de Nuestro Señor Jesucristo Resucitado.

El primero de los once pasos es también un símbolo del triunfo del bien sobre el mal: 'San Miguel Arcángel', el protector que derrotó a Satanás, que partió desde la Iglesia de Santa Eulalia poco después de las ocho de la mañana. Le siguió 'La Cruz Triunfante', revestida de flores rosas de la huerta murciana, y 'Nuestro Señor Jesucristo Resucitado', titular de la procesión. Los pies del Mesías no tocan el suelo y su dedo, como su mirada, señala al cielo.

'Las tres Marías y el Ángel del Señor' conversan ante un sepulcro vacío, pero ese vacío es una fuerza creadora, que invita a llenarlo: Jesucristo no ha desaparecido; ha resucitado y pesa más su legado que el hueco que dejó al partir. La fe se materializa en la cotidianidad en las tallas que recorrieron las calles de Murcia. En la 'Aparición de Jesús a María', esta reconoce al Mesías cuando la llama por su nombre. 'Los discípulos de Emaús', por su parte, identifican al Salvador cuando corta el pan.

En 'La aparición de Jesús a Santo Tomás', el Hijo del Señor no cuestiona la duda; la abraza y la transmuta en fe. Tomás no podía creer en el milagro de la Resurrección, pero Jesús le invitó a tocar sus heridas: "Pon tu dedo aquí y mira mis manos, y trae tu mano y métela en mi costado. No seas incrédulo, sino creyente". Una vez convencido, Jesús añadió: "¿Has creído porque me has visto? Bienaventurados los que no han visto y, sin embargo, creen". Es lo que hizo Pedro en la 'Aparición de Jesús en el lago Tiberiades', cuando guio las redes de los pescadores y resistieron sin romperse el peso de 153 peces.

'La ascensión del Señor' se produce en presencia de cinco discípulos y un niño, Carlos Sotomayor, fallecido en 1995 y estrechamente ligado a la Cofradía. Los 1.800 kilos de la talla reposaron sobre los 40 estantes vestidos de blanco que portaron la ascensión sobre sus hombros. Jesús se eleva al cielo entre las nubes, pero su semilla florece en quienes predican su palabra, como el más joven de sus discípulos, 'San Juan Evangelista'. 'La Virgen Gloriosa' ya no llora. Sus manos reposan sobre su pecho, pero ya no agarran el dolor de la pérdida: el fin de Jesús en la Tierra solo es el inicio de su reinado celestial.

El Pregón de cierre a cargo de Juan Antonio de Heras y Tudela constituye el broche de oro de una Semana Santa que abraza su fin entre aplausos y tambores. La vida florece en cada esquina y la primavera comienza ahora su reinado en Murcia.

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