Semana Santa 2025

Una Hermandad Infantil sale por primera vez en la sobria procesión del Rescate

Por primera vez una Hermandad Infantil antecedía al paso de la Cruz Guía

Ana Lucas

Ana Lucas

El instrumento de tortura sobre el que mataron a Jesús era, ese día, un madero sucio y ajado, una humillación, una Cruz, literalmente; ahora, en procesiones como la de este Martes Santo en Murcia, va sobre un trono en dorado, con flores de colores alrededor, como Guía, en mayúsculas, la creó hace setenta años Vicente Segura Valls. Es la avanzadilla de la Hermandad de Esclavos de Nuestro Padre Jesús del Rescate y María Santísima de la Esperanza, cuyo cortejo partía de San Juan Bautista.

Salieron con puntualidad, en silencio, marcando el paso, armados con bocinas, todos con el capuz sobre el rostro. En la puerta del templo hicieron sonar las trompetas que llevaban en las manos. Estos devotos, de túnicas blancas y moradas, se autodenominan esclavos. Partiendo de la base de que «un esclavo es aquel que espera a que alguien venga a liberarlo», como dijo Ezra Pound, estos cofrades esperan ser liberados por su Salvador, encarnado en la talla anónima del siglo XVII a la que primero se besa los pies en la Semana Santa murciana.

María Santísima de la Esperanza salió delante de su hijo, bella, doliente y a hombros de 32 portapasos. Luego salió él. Como novedad de este año, lavado de cara al trono de Nuestro Padre Jesús del Rescate, tras pasar por el taller de Manuel Ángel Lorente, detallaba ‘El Cabildillo’. Y como eternidad, algo innato de la procesión, el cariño y el respeto que se le tiene a la imagen, la cual suele ser adornada del mismo modo: con flores moradas y rojas.

«¡Viva el Cristo del Rescate!», gritaba la gente cuando el titular del cortejo salió por la puerta del templo sanjuanero. «¡Viva!», coreaba el público que lo aguardaba.

Además, por primera vez este año antecede al paso de la Cruz Guía una Hermandad Infantil, compuesta por alumnos del colegio Nelva. Los pequeños también ocultaban sus rostros, a diferencia de lo que ocurre en otras cofradías, en las que los menores siempre llevan la cara descubierta.

Dos jinetes de la Unidad de Caballería de la Policía Local velaron por la seguridad durante el recorrido, en el cual muchas sillas de las instaladas se quedaron vacías: la gente esperaba de pie al Señor, en uno de los cortejos más sobrios y recogidos de los que conforman estos diez días de Pasión. Y de gozosa esclavitud.

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