Patrimonio

110 palabras por el cine Rex en su 110 aniversario

Murcianos de varias generaciones nos cuentan sus recuerdos del Rex - Un proyecto coordinado por Pascual Vera

Cine Rex

Cine Rex / L.O.

La Opinión

La Opinión

Con motivo de la celebración de los 110 años del emblemático Cine Rex, la plataforma en su defensa y bajo la coordinación de Pascual Vera, recopiló recuerdos de distintas personalidades de la Región a través de 110 artículos de 110 palabras cada uno.

La Opinión inicia una serie en la que ofrecerá cada uno de esos relatos diariamente.

Ben Hur y un niño maravillado

Conocí el cine Rex en abril o mayo de 1961, yo vivía en Águilas y vine con mis padres a comprar el traje para la primera comunión. Fuimos a Galerías Preciados que estaba justo enfrente del cine, luego a la cervecería Levante a comer y por la tarde a ver Ben-Hur. La historia entre Charlon Heston y Stephen Boyd, Ben-Hur y Messala, las cuadrigas de caballos blancos del primero, frente a las negras del malvado romano, la condena en galeras… salí maravillado y la conté días y días a mis amigos en Águilas. El Rex es un símbolo del cine y, por tanto, de cultura. Resiste 110 años después.

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Jorge Novella Suárez

Profesor de Filosofía de la Universidad de Murcia

“Los otros” y el miedo

Aquella noche al salir del cine Rex, de la última sesión, única en la que quedaban entradas, después de haber visto “Los otros” de Alejandro Amenábar, mi marido y yo caminábamos por las silenciosas calles escuchando el eco de nuestros propios pasos.

Yo sentía la presencia de aquellos espíritus que había visto en la pantalla, mejor dicho, a mi lado, inmersa en la historia, tan impresionada estaba que los 10 o 12 minutos que duró el paseo no dejé de mirar hacia los lados y hacia atrás.

Por fin en casa, suspiré, después de encender todas las luces y mirar bajo los muebles ante la mirada atónita de mi marido.

Ester Torres

Directora de la Biblioteca de la Universidad de Murcia

¡Qué tiempos aquellos!

Mis más agradables recuerdos del Cine Rex se hallan unidos a dos edificios cercanos a él: Galerías Preciados y el restaurante La Madrileña. Aún no he olvidado que en el Rex vi una película que me impactó por entonces, Encuentros en la tercera fase. Corría el año 1978 y sus efectos especiales me impresionaron, pese a no ser un devoto de la temática tratada en el film.

Me encantaba entrar en Galerías Preciados por la posibilidad de montar en las escaleras automáticas, que un niño de pequeña ciudad, como era yo, sólo había visto en las películas. Mientras en la fonda La Madrileña me consideraban uno más de la casa, porque era raro el día en que no comía o cenaba sentado en una de sus mesas y servido por sonrientes camareros. Cuando quería degustar una tortilla de sesos, especialidad de la casa, la orden llegaba a la cocina como una de talentos. ¡Qué tiempos aquellos!

Juan González Castaño

Historiador, director de la Real Academia Alfonso X el Sabio

Cine y sardina

Cine o sardina era la disyuntiva que se le planteaba cada tarde, a la hora de la merienda, al escritor Guillermo Cabrera Infante. La vida de los murcianos no se concibe sin la cultura festiva de la sardina, pero mucho menos la imaginamos sin los latidos fascinantes que encontrábamos en el cine Rex. Lugares desconocidos, historias, emociones, enseñanzas. ¡Qué silencio macabro ahora en su interior! ¡Qué tristeza encontrar sus puertas cerradas! ¡Qué rabia que tengamos que seguir luchando porque perviva la sabiduría cinematográfica unida a un edificio tan emblemático de nuestra ciudad, único en su catalogación arquitectónica, que forma parte indiscutible de nuestra esencia, de nuestro patrimonio histórico, educativo, personal!

Aurora Gil Bohorquez

Escritora

En aquella oscuridad se creó un mundo de colores

Durante años decisivos en Murcia se construyó, película a película, una parte fecunda de mi infancia. Ciento diez horas estuve sentado en una de las butacas «del Rex» (no seguidas). En aquella oscuridad se creó un mundo de colores; vi el rostro de Jesucristo -un americano de ojos azules-; ante mí murió Messala, por tramposo, a manos de un tal Hur de apellido y Ben para sus amigos, quien dio positivo en un control de Samaria; repasé la Biblia en tres horas y me salió cola comprando entradas. Rocé mis manos con las poderosas cortinas que oscurecían la sala y entonces, en el pasillo, vi una bicicleta y fui feliz.

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Antonio Garrido Hernández

Escritor, filósofo

Una de romanos

Mis recuerdos del cine Rex me trasladan a los ecos de una canción de Sabina. Una de romanos. Cierto es que en mi caso no hubo juegos de manos, pero doy fe que en la gran pantalla un fornido Russell Crowe se liaba a mandobles sobre la arena con todo el que se le ponía por delante bajo la mirada del hijo del emperador Marco Aurelio. Yo llevaba solo unos meses en Murcia -hace ya veintitantos años- y ese día salimos un grupo de periodistas tras acabar la edición del día. Después, comentamos las mejores jugadas frente a unos bocatas en un bar cercano con nombre de personaje de Tintín.

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José Alberto Pardo

Director de La Opinión de Murcia

'La decisión de Sophie'

Por los años 80, cogido de la mano de la que entonces era el amor eterno de mi vida, que tan solo duró unos meses, entré al cine Rex a ver “La decisión de Sophie”. Fue la primera vez que salí consternado, furioso y triste, muy triste, de un cine. Pero también salí fortalecido y firme en mis convicciones. Entendí que el dolor puede convertirse en placer estético y que este es necesario para crecer como individuo y como sociedad. En la puerta del cine nos besamos y una señora nos llamó la atención. Cogidos de la cintura caminamos en silencio, al poco tiempo ella dijo que Meryl Streep es una actriz genial, yo pensé lo mismo, pero no dije nada, apreté su cintura y seguimos caminando en silencio.

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Fulgencio M. Lax.

Dramaturgo

Cine en la ciudad

Con la muerte de mi padre en 1959, que era el farero responsable de los faros de Cartagena, mi madre mi hermana y yo tuvimos que dejar la casa que la iba a ocupar el nuevo farero, para venir a Murcia a una vivienda de una tía mí. Como quiera que estuviera en la calle Vitorio, el REX fue el primer cine que visité. Recuerdo un par de anécdotas de mi juventud: andaba un domingo, con 16 años recién cumplidos, solo y nostálgico, cuando opté por pasar la tarde en nuestro querido cine Rex viendo la película, “Cómo sois las mujeres” por Teresa Gimpera, Sonia Bruno y La Polaca. Obviamente, la moral se me fue arriba. Tampoco se me olvida que en este cine vi en 1967, la película “Helga”, pero no la pude soportar, y me salí antes de tiempo mareado.

Actualmente, veo menos cine porque me cuesta mucho ir a ver cine en los centros comerciales. ¡Viva el cine Rex!

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Gabriel García Sánchez

Catedrático de Química Universidad de Murcia

De las pipas a las palomitas

Con doce o trece años empecé a ir al cine Rex, sala de estreno de películas hollywoodianas y españolas. Era la época de las pipas. A veces acudía tanta gente que la cola rodeaba el edificio y no quedaban entradas. Sorprendía el contraste de la austera fachada con el hall, con sus puertas acristaladas, ventanas, escalera con luces en los peldaños, y las maravillosas lámparas que refulgían en los expositores de las novedades fílmicas. Se entraba en un oscuro pasillo y, al abrir las cortinas, te cegaba la luz de los anuncios, el nodo y la película. Con mi adultez, mis hijos, ya en la época de las palomitas, aún lo disfrutaron, después llegó su decadencia y cierre. 

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Teresa Vicente Vera

Escritora

Cine Rex, accesible para todos

Desde su cierre, echamos de menos el REX, porque fue el cine de todos, al que iban dando un paseo unos y otros, con nuestra silla de ruedas, sin diferencias…. Un cine que me lleva a los 70, cuando desde mi pueblo me vine a Murcia a trabajar… donde ver un estreno fue algo nuevo y especial para mí. Con mis amigos y amigas, después en familia, fue una referencia y una etapa inolvidable… grandes películas que quedaron en el recuerdo… El Padrino, Titanic, Love Story, Tacones Lejanos… pero lo que nunca voy a olvidar y por eso sigo luchando por su apertura, es por ser la única Sala de Cine de Murcia con acceso a cualquier persona, con independencia de su capacidad funcional y en igualdad de condiciones… Espero poder volver pronto al Cine REX… en mi silla de ruedas.

Emilio Cano Candel

Miembro de FAMDIF, vocal de la junta directiva de AMDEM

Viva el cine vivo

Cuando un cine cierra sus puertas desaparece algo más que una actividad empresarial y algo más que un lugar para el espectáculo. Se van con él muchas horas de entretenimiento y de emociones vividas contemplando la película que se ofrecía a nuestros ojos.

Cuando un cine cierra sus puertas quedan en el depósito de los perdido los comentarios hechos a bonico a la persona a la que acompañamos aquel día o que nos acompañó, la risa contagiosa de la sala, el agarrarse a la butaca ante las escenas de terror.

Cuando un cine cierra sus puertas, la vida se nos hace más corta.

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Diego Vera Fernández

Periodista. Exdirector del diario Línea, jefe de prensa de la Universidad de Murcia entre 1985 y 2015.

Dos pases seguidos de 'Hair'

1979: yo inauguraba mis 14 años en la ciudad de Murcia estudiando en el Instituto Floridablanca. Uno de los primeros encuentros culturales de la clase fue asistir al estreno de la película Hair en el esplendoroso Cine Rex. Nos obnubiló.

Tanto fue así que, pese al metraje, cuando finalizó decidimos volverla a ver. No se nos ocurrió mejor cosa que entrar en los servicios masculinos y escondernos hasta el comienzo de la siguiente sesión. Los acomodadores no se percataron, o, si lo hicieron, llevaron a cabo su buena obra del día. 

Juan Tomás Frutos

Periodista y escritor.

Actor en un filme de Chumilla

En mi época de estudiante universitario fui al Rex en alguna ocasión. Recuerdo su olor a 'cine de siempre'. Allí se disfrutaba de las películas con emociones distintas a las que se sienten en los despersonalizados cines de los centros comerciales. El momento más entrañable en mis recuerdos del Rex es el de asistir, el 12 de febrero del 2009, al preestreno del largometraje 'El agua de la vida', dirigido por Chumilla-Carbajosa y producido por Elías Querejeta. La cinta, mitad documental, mitad ficción, tiene como uno de sus protagonistas al Segura, que cobra voz narrando su vida desde su nacimiento hasta su desembocadura. Aquí hice mi primer 'papelito', interpretando al antropólogo Julio Caro Baroja mientras, mudo, dibujaba una noria en el Valle de Ricote.

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Joaquín Salmerón-Juan

Arqueólogo, director del Museo Siyasa de Cieza

Manuel y Adrián Massotti, mi abuelo y mi padre, en el cine Rex

Antes de llamarse Rex, fue su nombre Salón Ortiz, y en sus matinés de los domingos, el joven pianista valenciano Manuel Massotti Escuder, amenizaba las películas de cine mudo, antes de la Guerra Civil y cuando puso en marcha su academia de música Fernández Caballero, a la espera de que se constituyera el Conservatorio de Murcia.

Ya como Cine Rex y en la época dorada del Circuito Iniesta, hay una fotografía icónica con don José, sus hijos y allegados, entre los que se encuentra mi padre, Adrián Massotti Littel, coincidiendo con el récord de pases de 'El Último Cuplé' de Sara Montiel, que a su vez, era superventas en Ritmo.

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Miguel Massotti

Periodista

El Rex, la formación moral y 'El amor del capitán Brando'

Seis meses después de hacerlo en Madrid, se estrenó en Murcia El amor del capitán Brando, un 1 de abril de 1975, Pascua de resurrección, lunes, que era cuando estrenaban las películas los Iniesta. Todavía no había cumplido los 16 y según la clasificación oficial era para mayores de 18 años, y para la iglesia era 3R (mayores con reparos, pero con sólida formación moral). No tenía ninguna formación moral, pese a haber estudiado en un colegio de curas, y cuando compré la entrada con nerviosismo por los desnudos que aparecían, el portero me miró con guasa diciendo: "Arriba sin hacer ruido". Esa fue mi primera vez en el Rex. Después vinieron muchas más.

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José de Paco

Director de programación de la Filmoteca Regional de Murcia (1985-1996)

Un espejo pintado

El Rex aún conservaba el encanto de los cines de antaño, donde las películas sabían de otra manera, cuando había acomodador con linterna, cantina variada y moqueta gris. El gran Ettore Scola, que nos legó delicias como ‘Una jornada particular’, con lo mejor de Mastroianni y la Loren, definió el cine como un espejo pintado. Cierra un cine y algo se cierra en nuestro interior. No sé si también en nuestra alma, si es que la hubiera. Es, quizá, la melancolía que nos fluye a borbotones. Nada será como ayer. Ni mejor ni peor, pero seguro que distinto. O la belleza, que habrá desertado de las pantallas como sentenció Brian de Palma.

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Manuel Segura Verdú

Periodista

Jamona

 En 1958, se estrenó La Violetera. Andaba yo investigando las calles de Murcia; por primera vez, solo. La Torre de la Catedral me orientaba el retorno, entre Ayuntamiento y Hotel Victoria. Por San Patricio, aboqué al Imafronte, luego, tiré por los Soportales, y salí a La Cruz, luego, a Villacis. Y… el Cine Rex. Delante iban dos fulanos, muy de aquel tiempo, chaqueta, corbata, sombrero, arrugadísimo todo. El cartel del cine, enmarcado por moldura exquisita, a mi parecer excelsa y enorme, mostraba el rostro empañuelado de Sarita Montiel. Entonces, uno de los compadres dijo:

–¡Cómo está la tía, jamona!

Lo entendí enseguida. Aunque nunca había oído tan salaz piropo.

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Santiago Delgado

Escritor

La noche que pasé en el Rex

Era mi primera vez y de esto hace más de cuarenta años, entramos en el cine Rex a las ocho de la tarde y salimos a la mañana siguiente con los ojos y el ánimo exultantes de haber llevado a cabo una gran aventura, cansados pero llenos de vida, repletos de imágenes, de preguntas y de comentarios que nos haríamos entre nosotros ese mismo fin de semana, porque era viernes y teníamos dos días para descansar, reflexionar y despejarnos.

Nos habían puesto 'Empieza el espectáculo', 'Rataplán' y la excepcional 'El crepúsculo de los dioses' de Viconti.

De vuelta a casa en el autobús nos dormimos, porque estábamos exhaustos, pero también recuerdo que éramos muy felices.

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Pascual García

Escritor

Un madrileño cartagenero y el cine Rex murciano

Vivo en Murcia desde 1973 pero de zagalico venía con mi tío Pepe a casa de su hermano Rafa Párraga, padre de José María, Miguel y Rafa. Con José María pasé tardes viéndole pintar y me acompañaba al cine Rex para ver los éxitos del momento. No recuerdo ninguna película de esa época sesentera, pero sí algunas que visioné en mi época universitaria El último Tango en Paris, ya vista en un viaje de estudios en el propio París en cine con sofás y ceniceros. Otra que vi en el Rex fue Encuentros en la tercera fase, en la que salía para nuestro asombro el 'pionero' de la 'Nouvelle Vague' Truffaut. 

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Chema Espejo

Profesor jubilado y músico en activo

La niña y el cine

La luz cegadora de un rayo inunda la sala. El inesperado destello abre la puerta al estrepitoso trueno; el mundo enmudece, y los dedos de la niña quedan suspendidos en el aire, a medio camino entre la montaña de palomitas y el país de los sueños. Una oleada de imágenes impacta contra los ojos infantiles hasta que cae la noche en la gran pantalla. Cuando llega el silencio sin avisar y las imágenes huyen como pájaros asustados, el público se levanta y aplaude. Pero la niña no se mueve, ni palmea las manos.

La niña cierra los ojos y escucha el eco lejano que habita los muros del centenario cine.

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Clara Ruiz López

Ganadora de relato en Rendibú 2024

Aquellas enormes lámparas del Rex

El cine Rex era demasiado caro para una familia numerosa de postguerra. En el Teatro Circo, el Popular y, en verano, la Plaza de Toros, podías comprar una localidad detrás de la pantalla por 50 céntimos. Si una tía te pedía acompañar al cine a un primo, entonces al Coliseum, o el Iniesta.

Cuando proyectaron Quo Vadis en el Rex, año 1952, unos familiares vinieron desde Mazarrón para verla y yo quise acompañarlos. Mi padre se negaba: ¡costaba 7 pesetas! Lloré hasta que mi prima intervino y pude ir. La película me fascinó y las enormes lámparas de la sala hicieron que no me impresionara cuando más tarde visité Versalles.

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Germán Ramallo Asensio

Catedrático de Hª del Arte

A José López, operador del Rex

Sentada en la primera fila del gallinero del Rex, única espectadora en la oscuridad, miraba hacia el ventanuco iluminado de la cabina, vislumbrando la silueta de mi padre trajinar en los proyectores.

Entonces tuve consciencia de mi situación privilegiada: un cine majestuoso, mágico palacio, para mi sola. Tenía doce años.

En el fondo del saco de la distribuidora Thader films se habían colado las latas de una película no programada y mi padre la proyectaría mientras preparaba la sesión de la tarde.

Orfeo negro, nunca lo he olvidado, y su Manhã de Carnaval, en la voz de Agostinho dos Santos, siempre conmigo.

¡Gracias, papá!

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M.ª Loreto López Martínez

Historiadora

Lugar mágico y proscrito

Un nido en la plaza de Cetina. Doce polluelos revoltosos a los que precedí. El padre, ausente, afanado en la búsqueda del condumio diario. La madre, alas cálidas, protectoras, pendiente del bienestar de la prole. Escaso el tiempo para el ocio, menos para la diversión. Una escapada semanal a la última sesión del Rex vecino. Partían sigilosos, dejando la camada soñando entre cobijas. Años después pude acudir a aquel lugar que imaginaba mágico y proscrito. Cómo olvidar las pesadas puertas de longineos tiradores dorados, los densos cortinajes de color purpura, el arco iris de neón que entornaba la pantalla. Para siempre, el cine Rex en mi memoria.

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Mariano Sanz Navarro

Escritor. Exjuez de paz en Santomera

Qué bonitos recuerdos del Rex

Al recordar mi adolescencia, siempre afloran en mí aquellos domingos de los 70, donde por 25 pts. (0,15 euros), en cines como el Gran Vía, Coy, Iniesta y por supuesto el Rex, podíamos disfrutar en sesiones matinales películas como Maciste, el gladiador de Esparta, Las tres espadas del Zorro, Le llamaban Trinidad, El luchador manco y así una larga lista. Entrabamos al cine con gran aprovisionamiento de chucherías, palomitas de maíz; que compartíamos con los del asiento de al lado, además de risas y amistades que perduran hasta hoy. No olvidaré cómo al salir del cine, ya en la calle, nos convertíamos en el espadachín más diestro, el karateca con una sola mano o el vaquero más rápido de todo el oeste.

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Buendía Martínez

Pintor

Foco de cultura

A Conchi y a mí, cuando éramos jóvenes nos gustaba ir al cine Rex. Unas veces por la película, otras porque se podía llevar la merienda, y otras…

Recuerdo los maratones de cine que se hacían en esa sala en los años 70, con películas de Arte y Ensayo y otras temáticas. El cine Rex era un foco de cultura en mis años de universidad.

También asistí a varios conciertos. En fin, fue para mí un centro de felicidad. Y ahora va a desaparecer si no lo impedimos los que amamos el cine. La gente mayor, la que va en silla de ruedas, tiene fácil acceso… Podría escribir sobre el cine Rex mil anécdotas, pero dejo espacio para que los murcianos digáis algo ¡Salud!

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Emilio Martínez Chicheri

Músico, líder del grupo Acequia

Un portal a otros mundos

Recuerdo la primera vez que fui al Cine Rex como si fuera ayer. Tenía 12 años y estaba emocionadísimo porque mis padres me llevaban a Murcia, única y exclusivamente, para que viera Parque Jurásico. Era la primera vez que pisaba una sala de cine tan imponente, y para un niño como yo, que soñaba con dinosaurios y amaba las películas, era una experiencia mágica. Desde el momento en que las luces se apagaron y comenzó la épica música de John Williams, supe que esa tarde quedaría grabada en mi memoria para siempre. Salí de la sala con los ojos brillando, convencido de que el cine era un portal a otros mundos.

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Ignacio Martín Lerma

Profesor de Prehistoria de la Universidad de Murcia

Roma, César, Shakespeare y el Rex

Entre los cinco y los siete años, estudié mis primeras letras en el colegio Sagrado Corazón que las carmelitas regían en el edificio histórico de la calle Rambla (hoy Colegio Mayor Azarbe, UMU). Desde mi casa, al llegar al cine Rex, me detenía, especialmente los lunes, para ver los carteles del estreno de la semana, de una película que yo no vería por ser para mayores. Aún retengo en mi memoria el cartel de Julio César (1953), de John Mankiewicz con Marlon Brando, James Mason, Deborah Kerr… Roma, César, Shakespeare, un crimen político, y mi pasión por el cine y la literatura para siempre. El cine Rex tuvo la culpa.

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Francisco Javier Díez de Revenga

Catedrático de Literatura Española. Cronista Oficial de la Ciudad de Murcia

Volver a ver la luz en aquella pantalla

El cine, una pantalla repleta de sueños, paisajes, aventuras, historias de amor y tristezas, el cine, sensación de estar en otro espacio, volar por lugares, ciudades, palacios y mundos diferentes, sentado en un sillón, hipnotizado. Recuerdo el Rex, siendo aún estudiante acompañado de mis compañeros, mis amigos, felices y divertidas tardes de cine. Parece que fue ayer, y ahora, en ciento diez palabras, he de describir aquel bello sueño compartido, y que hoy, es el de volver a ver el resplandor, la luz sobre la pantalla del Rex, y volver a patear el suelo de la sala cuando aparezca en el horizonte la carga del Séptimo de Caballería. Quiero verlo.

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Emilio Morales

Galerista. Coleccionista de arte. Promotor cultural

El lado positivo

Está claro que hay que vivir el presente, pero también que quien no conoce su pasado está condenado a repetirlo (espera, ¿sin cookies?) y aunque lo conocí en los 70, el Cine Rex cumple 110 años como emblema cultural de Murcia. De entre los numerosos estrenos recuerdo bien ese alegato a la libertad titulado 'Alguien voló sobre el nido del cuco', que me hizo sentir empático con locos, rebeldes y desordenados en general. Y cómo olvidar 'La vida de Brian', donde Monty Phyton casi me matan de la risa con sus enfrentamientos entre el Frente Judaico Popular y el Frente Popular de Judea. OK, habrá que mirar siempre el lado positivo de la vida.

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Jam Albarracín

Crítico musical. Líder de Farmacia de Guardia

Educación sentimental

4000 películas. 4000 historias. Millones de risas, innumerables lágrimas. Besos, abrazos y caricias en el patio de butacas. Romances en la pantalla, retazos de pesadillas, ensoñaciones, dramas y comedias. Seis generaciones de murcianos asistiendo a historias trémulos, agradecidos, sobrecogidos, emocionados, divertidos. Cientos de miles de espectadores intentando recuperar fuerzas antes de volver a su realidad. Millones de ojos embelesados, enamorados, hechizados. Miradas sorprendidas, acuciantes, ojos asustados, esperanzados, miradas implorantes, gestos incrédulos… La mejor educación sentimental de la que hablaba Flaubert se nos ha concedido en esta sala durante más de un siglo para hacer nuestra vida un poco mejor. Eso ha sido el cine Rex para Murcia y los murcianos. Un cine que queremos vivo.

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Pascual Vera

Director de Comunicación de la UMU. Fundador del Cine Club de la UMU Luchino Visconti

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