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‘La Murcia destruida’, un recorrido fotográfico por una ciudad que ya no existe
José Miguel Rubio Polo es el creador de una guía monumental que documenta más de 200 monumentos arquitectónicos destruidos

Demolición de la mansión de los Portillo, entre las calles de la Estrella y de la Gloria, en 1979. / Juan Ballester
A golpe de piqueta. Así fue como se derribaron baños árabes, tres conventos y unos cuantos palacetes en 1953 para crear la Gran Vía de Murcia. También fue piquetas en mano como unos obreros tiraron abajo en 1970 el palacio del doctoral de la Riva, o casa de los Baquerines, en la plaza del Cardenal Belluga, donde ahora se ubica el edificio Moneo. A golpe de piqueta era la forma en que, hasta los noventa, se iba sustituyendo lo viejo por lo nuevo en la ciudad de Murcia. Convertida en una suerte de barco de Teseo, la urbe, a día de hoy, solo conserva un 10 por ciento de las reliquias histórico-artísticas que en un pasado albergaba, como relata José Miguel Rubio Polo en su obra ‘La Murcia destruida’.
Para José Miguel Rubio, "aunque hay gente que ganó mucho dinero tirando edificios y construyendo otros nuevos, yo digo que la mayoría de los murcianos perdimos". Y es que, "con lo preciosa que era Murcia, podrían venir aquí riadas de turistas hasta tener overbooking y poner carteles de que no venga el turismo", ha asegurado el autor a esta Redacción.
Podrían venir riadas de turistas hasta tener overbooking y poner carteles de que no venga el turismo
"¿Dónde están los edificios antiguos?", se preguntó Rubio Polo cuando llegó a Murcia en 1981. Entonces, era un niño de once años que había vivido toda su vida en San Sebastián, con calles que te transportan a París en la Belle époque sin salir del País Vasco. Años más tarde, pero siempre acompañado de su insaciable curiosidad, Rubio Polo descubrió que la mayor parte de la antigua ciudad era ya solo un recuerdo, fraccionado y escondido en catálogos, archivos, periódicos de hace más de un siglo y álbumes familiares.
Calle a calle
El autor de ‘La Murcia destruida’ se propuso, cual arqueólogo, sacar del olvido a esa ciudad antigua. Durante dos años, buceó entre archivos por todo el país y el mundo digital y, así, llegó a acumular decenas de miles de imágenes, dibujos y grabados de una Murcia que ya no existe. Y no solo eso: buscó las historias que había detrás de esas imágenes; encontró muchos nombres de arquitectos, fotógrafos y dibujantes que no figuraban en los registros documentales; y ubicó lugares exactos que no ofrecían los pies de foto.
Este último es el caso de unas fotografías de Robert Capa. 'Murcia, 1937', reza la leyenda de las imágenes de unos refugiados de la desbandada de Málaga en tierras murcianas en uno de los principales éxodos de la Guerra Civil. Cuántas personas pasarán a diario por esa calle sin saberlo. "Pero, los murcianos es una pena que no lo conozcan", ha señalado el autor.
Plano en mano, Rubio Polo recorrió la ciudad, calle a calle y barrio a barrio, para ubicar el pasado en el presente. El resultado: una guía monumental fotográfica que documenta, agrupados por calles y barrios, más de 200 monumentos arquitectónicos destruidos. Al principio, el autor contaba con más de un millar de páginas. Pero se dijo: "esto no puede ser más grande que la Biblia". Así que empezó a "meter tijera" y el resultado final son 550 páginas, aunque, como ha señalado, "es un trabajo infinito", así que la actualización será constante y, de hecho, la próxima tirada de ‘La Murcia destruida’ incluirá más datos que Rubio Polo ha sacado a la luz.

La actual entrada del jardín del Malecón, con la estatua de San Francisco original, en 1930. / Antonio Passaporte
En la guía fotográfica, el autor rescata leyendas olvidadas y narra historias poco conocidas. Por ejemplo, la conocida como ‘la casa de las columnas’, que se ubicaba en la plaza Fontes, era un edificio neorrenacentista con toques de romántico florido, que fue la residencia del pintor Federico Mauricio Ramos y el escondite de la Virgen de la Fuensanta, desmontada, durante la guerra española. El primer intento por impedir que ‘la casa de las columnas’ se derribase lo frenó un artículo en el diario ‘Línea’, titulado "Adiós a un tesoro". La información logró detener la demolición prevista, en 1969. Sin embargo, ese mismo año se decretó su demolición.
Poco a poco, se sustituyeron palacetes y conventos por una carretera; se sustituyó por una réplica la estatua original de San Francisco, que se ubicaba en lo que hoy es la entrada del jardín del Malecón; y se tiró abajo el palacio neoclásico del doctoral de la Riva, en la plaza del Cardenal Belluga, y en el lugar que ocupaba ahora se erige el edificio Moneo. La ciudad de Murcia, cual barco de Teseo, ha sustituido sus partes más añejas por otras nuevas. Pero hay quien, como Rubio Polo, se ha esforzado por sacar a flote los restos de una ciudad que ya no existe.
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