Universidad de Murcia | Elías León Siminiani Guionista, director y productor de cine

"Había algo de aspiracional desde el momento en que sabía que esa tarde iría al cine"

"Cuanto más tiempo pasa más se carga el Rex como símbolo de valores que no queremos perder más allá de rendimiento económico", dice

Elías León Siminiani.

Elías León Siminiani. / L.O.

Javier Vera

Javier Vera

Cuando León Siminiani se hizo con el escenario principal del Palacio de Exposiciones y Congresos FIBES en Sevilla, en febrero de 2023, para recoger el merecido Goya a Mejor Cortometraje de Ficción, las salas de cine renacieron por unos momentos. Aquellas que lamentablemente cerraron sus puertas y taquillas para dejar tras de sí una estela de recuerdos que, de la mano de Arquitectura Emocional 1959, volvieron a la mente de tantos y tantos niños que, como Elías, esperaban con la mayor de las ilusiones ocupar su butaca para dejar volar la imaginación durante unas horas.

Con el paso de los años ha aprendido a canalizar su amor por el cine en un lenguaje que le ha llevado a recibir merecidos reconocimientos, entre los que destacan el de una crítica que frente a la gran o pequeña pantalla disfruta con su trabajo. Su trayectoria (y lo que queda), bien podría entenderse como un homenaje a esas salas de cine a las que conviene ‘salvar’ cueste lo que cueste.

¿Qué le llevó a usted y su familia a salir de Santander, su tierra de origen, para acabar criándose en Murcia?

Problemas de salud familiar. Vinimos a Murcia, ciudad de origen de mi madre, en busca de la luz y el sol que tanto bien hacen a los bronquios.

¿Por qué decidió dedicar su formación universitaria a la Filología Hispánica en la Universidad de Murcia? ¿Cómo recuerda esos años de estudiante en la UMU?

Porque la literatura era lo más cercano al cine que tenía como joven de 18 años que vivía en Murcia sin ninguna conexión con el medio. Por eso y por el sabio consejo de mis padres. Recuerdo mis años de estudiante como los de alguien que estudió mucho y vivió bastante poco. Aunque, ante todo, los recuerdos analógicos y, por ende, más lentos: más felices.

¿Ya sabía entonces, antes de acceder a la Universidad de Columbia en Nueva York para cursar estudios de cine, que quería dedicar su vida al medio audiovisual?

Sabía que quería dedicar mi vida al cine pero lo único que podía hacer entonces era cortos con mis amigos, ser un fijo del cine-club universitario, de la Semana del Cine Español y, por supuesto, de los cines de Murcia (que entonces había cerca de diez), particularmente del Rex y el Floridablanca.

¿Cuándo comenzó a interesarse por este arte, y qué le acabó enamorando de él?

El veneno me lo inocularon dos profesores del Instituto Alfonso X: Jose Luis Martínez Valero y Juan Pedro Gómez Sánchez, este último un semiólogo de primerísimo nivel que en la optativa de Imagen nos enseñó que el cine era un lenguaje y las películas se podían leer. Nunca olvidaré aquellas primeras intuiciones iluminadas por los maestros. Luego, mi primera experiencia en un set real se la debo a Juan Manuel Chumilla Carbajosa, quien tuvo a bien acogerme bajo su ala en su opera prima, El infierno prometido.

El año pasado ganó el Goya al mejor Cortometraje de Ficción por Arquitectura Emocional 1959, y durante su discurso de agradecimiento reivindicó el papel que las salas de cine han tenido en su vida. Entre ellas el Cine Rex, que en 2020 dejó de proyectar películas. ¿Qué ha significado para usted, no solo a nivel profesional sino también personal, el Cine Rex?

Probablemente el recuerdo más pregnante que tengo de ‘gran cine’ por la escala del espacio, la suntuosidad y la sensación de estar asistiendo a un rito comunitario. Recuerdo pasar mucho tiempo leyendo los detalles de los posters de las películas por venir. Había algo de aspiracional y anhelo desde el mismo momento en que sabía que esa tarde iría allí.

Recientemente ha participado, con motivo del 110 aniversario de este espacio cultural, en unas jornadas en su defensa organizadas por la plataforma Por un Cine Rex Vivo. ¿Mantienen la esperanza de que el Cine Rex pueda algún día volver a abrir sus puertas?

Por supuesto. Creo que el trabajo continuo e infatigable que está realizando la plataforma está prendiendo poco a poco en muchos vecinos de Murcia, más que nada porque entienden que luchar por la vuelta del Rex es hacerlo por un edificio, su patrimonio y memoria, claro. Pero también que el Rex se está convirtiendo en toda una forma de entender la vida en comunidad y habitar la ciudad. Cuanto más tiempo pasa más se carga el Rex como símbolo de valores que no queremos perder más allá de rendimiento económico.

La semana pasada también se celebró el estreno de su último trabajo, El Circo de los Muchachos, disponible en Prime Video. ¿Qué podemos esperar de esta docuserie?

Una historia real increíble, prácticamente olvidada, la del padre Silva y los chavales de Ourense, con quienes formó la Ciudad y el Circo de Los Muchachos en la segunda mitad del siglo XX. Una historia de auge y caída de una utopía social, artística y educativa. Y, en general, un relato de utopía en un contexto masivamente colonizado por relatos distópicos. n

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