Despedida
Una marea de romeros lleva en volandas a la Fuensanta
La ciudad de Murcia se convierte en una fiesta cargada de devoción para despedir a la Patrona de Murcia, que se vio arropada ayer por cientos de miles de fieles durante la romería de regreso a su Santuario del monte, en la pedanía murciana de Algezares

La Virgen de la Fuensanta ha vestido para la romería un manto de seda blanca bordado en flores de colores. / Israel Sánchez
Descalzos para cumplir una promesa, con sandalias o con zapatillas deportivas. Cientos de miles de romeros han hecho, con calzado o sin él, los más de seis kilómetros que separan la Catedral de Murcia del Santuario de La Fuensanta en la pedanía murciana de Algezares, acompañando a la Patrona de Murcia en su regreso al monte.
Poco después de que los primeros rayos de luz asomaran, el repique de campanas de la Catedral ha despedido a la Morenica, con una Plaza Belluga a rebosar de fieles esperando a llevar en volandas a su virgen, entre ruegos y súplicas en los que la salud, el trabajo y el bienestar de la familia ocupaban los primeros puestos.
Entre ellos estaba Gerard Olmedo, un joven murciano de 17 años, que debido a una promesa inició el trayecto descalzo junto a un amigo que le acompañaba. Pero también Manuel Avilés y Emilio Mancebo hicieron la romería al no estar dispuestos, a sus más de 60 años y pese a la ELA que tiene diagnosticada el segundo de ellos, a perderse la despedida de la Fuensanta. Esta pareja acaparaba muchas de las miradas al portar dos pequeños tronos en miniatura de la Patrona de Murcia, imágenes que sacan desde hace años.
El repicar de las campanas de la Catedral daba paso poco después al de la campana del Puente de los Peligros y ésta dejaba paso a las campanas de la Iglesia del Carmen. Como si de una carrera de relevos se tratara y una hora después de su salida de la Catedral, la Fuensanta encaraba Torre de Romo tras recibir un baño de pétalos en la iglesia carmelitana.
En esa avenida aguardaban a la imagen de la Virgen dos religiosas ataviadas con sombreros de paja para aguantar lo más duro del camino, el sol. Helen Liun, de Asia, y Carmen Domínguez, de Ecuador, son Hermanas de la Consolación destinadas en Murcia. «Es la primera vez que venimos, pero emociona ver la devoción que mueve la Virgen de la Fuensanta», explica Carmen, quien reconoce que en su país las romerías también son muy habituales.
A sus espaldas, una gran tronaera de fuegos artificiales despedía en El Carmen a la Morenica, que no volverá a la ciudad hasta el próximo año.
Una de las caras que no puede faltar en una romería de la Fuensanta es la de Jesús García Mármol, vecino de El Palmar al que es habitual ver pasear por las pedanías de la costera sur ataviado con su estandarte de la Virgen y vestido de huertano. Recuerda entre risas que «salgo desde que era pequeño, aunque la verdad es que siempre me han dado miedo los cohetes».
A Jesús todo el mundo lo conoce, por lo que no da abasto para saludar mientras lo van parando, algo que reconoce que le reconforta.
En el Barrio de El Carmen, ya cerca del Infante, aguardaba junto a la acera en silla de ruedas Carmen Roca junto a su hija Fuensanta. Carmen tiene 84 años de edad y afirma que «siempre he acompañado a la Fuensanta en romería», aunque este año no ha podido ser por problemas de salud. Ella la esperaba a la altura de su casa, mientras que su marido, Miguel Gracia, fundador de la Peña La Rana, adelantaba unos metros hasta el Barrio del Progreso.
La romería se puede hacer solo, en pareja, con la familia o con amigos. Esta última opción es la que han elegido una vez más los miembros de la peña Los Romeros, formada por vecinos de Guadalupe, Cabezo de Torres y de Abarán que desde hace siete años vienen a Murcia a acompañar a la Patrona de la capital. «En compañía y entre risas se hace más ameno», reconocen.
Eso mismo piensan Joaquina, Lola, Antonia, Cristina, Tere, Nicol y José, un grupo de amigas que vestidas todas con camisetas muy llamativas de color rosa llegaban ayer a Murcia desde Las Torres de Cotillas, Molina de Segura y Librilla. «Nos juntamos todos los años, preparamos la misma vestimenta y organizamos el día para ver a la Virgen», explica Joaquina. Un plan que también repetían los miembros de la peña de Cabezo de Torres ‘¡Al máximo!’. A media mañana Pepe, Juan, Paco, Miguel, Juan Manuel y Julián ya pensaban en la comida que habían reservado para cuando terminara la romería.
Y con el madrugón que supone acompañar a la Fuensanta este día, los puestos de churros y cafeterías abiertas durante el recorrido hacían su agosto, con largas colas en las que los fieles perdían el camino ganado en los tramos en los que apretaban el paso.
Quien también se encarga este día de llenar el estómago, aunque en su caso de los anderos de la Virgen, es Juana Martínez, vecina de 87 años de Santiago El Mayor que había preparado una mesa con bizcochos, vino dulce y agua. «Lo hago todos los años en la subida, mientras que a la bajada, al ser por la tarde, les ofrezco empanadillas y refrescos», indicaba.
Pasadas las diez de la mañana la Morenica cruzaba Ronda Sur en dirección al Barrio del Progreso, donde la multitud de altares colocados por los vecinos para ofrecerle ofrendas en forma de ramos frenó el ritmo de la romería.
Al paso de la Virgen los padres aupaban a los bebés hasta el manto de la Fuensanta, al tiempo que otros fieles dejaban escapar de entre los labios sus plegarias: «Virgencica, échame un cable», decía una mujer mientras retomaba el camino hacia el Santuario.
Música popular Jotas y malagueñas para animar el recorrido
Los miembros de la Cuadrilla de Ánimas de Patiño animó el recorrido de la romería ayer cantando y bailando jotas y malagueñas. Francisco Javier Nicolás explica que «es una tradición que dura ya más de cien años» y que «los romeros agradecen, uniéndose a bailar con nosotros en algunas ocasiones».
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