Malos olores, polvaredas con orines y heces que entran directas al pulmón, sistema de riego estropeado, desagües taponados... Los usuarios de uno de los ‘pipicanes’ más grandes del municipio, el del jardín Chino, frente al hotel Siete Coronas, llevan años denunciando por diversas vías (municipales y en redes sociales) la multitud de deficiencia que sufre esta zona para el esparcimiento canino en Murcia. Lamentan cómo se ha ido degradando este espacio con el paso del tiempo a pesar de sus reclamaciones y que el Ayuntamiento haya hecho oídos sordos, tanto durante el mandato de PSOE y Ciudadanos, como en el actual, aunque reconocen que sólo lleva tres meses, y esperan que se les tenga en consideración.
La falta del riego ha indignado especialmente a algunos usuarios, que explican que lleva dos años sin funcionar, «simplemente porque estaba en automático y se agotó la pila, hace ya unos dos años», señala a La Opinión Ricardo Ortiz, un vecino de la calle Princesa y dueño de cuatro perros. Llevo cerca de un año denunciando esta situación a través de la aplicación municipal de participación ciudadana Tú Murcia, «pero siempre me responden lo mismo, que pasan nota a la empresa, y nunca hacen nada». Tras su poca fortuna con esta vía, Ricardo probó suerte con las redes sociales, en la que publicó su denuncia con varias fotografías. En esa ocasión, sí acudieron algunos operarios al día siguiente para revisar el riego y el taponamiento de los sumideros, «pero se fueron y ahí lo dejaron, de esto hace ya más de un año», lamenta este usuario.
La falta de regadío ha provocado que la tierra de barrizo se convierta en polvo, «compuesto por orines, las heces de los perros y los productos de desinfección y que se tragan no solo los usuarios de la zona canina sino también los niños que hay en el parque infantil anexo», advierten los usuarios.
Otro de los afectados sufre de faringitis crónica y está convencido de que la extensión y el número de sus últimas crisis están relacionadas «con la cantidad de polvo que estoy tragando allí todos los días».
Otra deficiencia que presenta la zona están en el desagüe de la fuente en la que beben los perros. «Está totalmente atrancado, huele a podrido, como si fuese un pantano de estiércol». Este atranque genera que la zona se convierta en una balsa de agua cada vez que llueve, y que se eternicen los charcos, que en época de calor son «un criadero de mosquitos». Ante esta situación, son los propios usuarios los que se encargan de quitar el tapón cada cierto tiempo.
Una usuaria recuerda que hubo un tiempo en que la empresa que gestiona los parques y jardines enviaba regularmente a dos personas, todos los días, para limpiar este espacio, y calibrar el riego, «e incluso en las zonas en las que no llegaba el sistema de riego hacían uso de las mangueras, todo estaba bien, pero la empresa dejó de hacerlo tras una carta al director que alguien envió a la prensa quejándose de algunas deficiencias». Desde entonces, asegura, todo ha ido a peor.
El municipio cuenta con 54 zonas de esparcimiento canino repartidas en los barrios y pedanías, según fuentes municipales.