Todos los Santos no es una fiesta solo para los que están canonizados: es para absolutamente todos los muertos que gozan de la presencia de Dios, según reza la tradición cristiana. Por eso toca ir a ‘verlos’, o a ver sus tumbas y recordarlos, que es lo que hicieron cientos de vecinos de Murcia este martes festivo: acercarse al cementerio de Espinardo para honrar a sus difuntos, llevarles flores, cumplir con una costumbre que pasa de abuelos a padres y de padres a hijos, y que en la Región aún perdura y convive con la jarana de Halloween

Dos centenares de policías locales (más de la mitad de ellos en Nuestro Padre Jesús, el resto vigilantes en los recintos de las pedanías) velaban para que la jornada en los camposantos del municipio transcurriese en paz y armonía. 

"¡Qué me vas a echar fotos en el cementerio, que eso es pecado!"

Para que ningún vecino se quedase sin honrar a los moradores del Cielo que les tocan más de cerca, se pusieron más autobuses que subían al cementerio. Familias enteras con carricoches aguardaban en la puerta y tomaban las calles del recinto, donde “ya está la visita hecha”, como decía un señor mientras limpiaba la lápida de su tía. 

Vecinos de Murcia visitan a sus difuntos en el día de Todos los Santos, en Espinardo. Ana Lucas

Encarna, con su nieta sentada en sus rodillas, vive un día “muy triste”. “Mi hijo hace ya 35 años que murió, tenía 11 años. Se llamaba Miguel Ángel. Mi marido murió hará unos 30 años o por ahí. Están juntos en la tumba”. La mujer explica que “estamos viniendo desde el sábado” para llenar de rosas blancas la lápida, coronada por un ángel en plata.

"Aquí hay que venir todos los años mientras yo viva, que aquí están sus huesecicos de los dos"

“¡Qué me vas a echar fotos en el cementerio, que eso es pecado!”, soltaba, con una sonrirsa, una joven de larga melena morena, que cargaba, al igual que media docena de familiares, enormes centros de flores para adornar las sepulturas de sus allegados. Como contraste a esa ostentación, un señor, solo y con un humilde ramo de claveles en la mano, se cruzaba con ellos.

"Mira qué guapo está mi padre"

“Tengo 17 nietos y seis biznietos”, comentaba Carmen, vecina de Murcia, “tengo aquí a mi hijo, con 28 años, y a mi marido. Todos los años venimos, todos los años estamos aquí perennes. Aquí hay que venir todos los años mientras yo viva, que aquí están sus huesecicos de los dos”. “Tengo a mi hijo Óscar que está ingresado el pobretico, que no ha podido venir”, lamenta, ante una lápida atestada de rosas rojas, rosas blancas y rosas rosas. Carmen afirma que ha llevado hasta bocadillos, para que su prole pase un buen rato en el camposanto.

En algunas lápidas hay ángeles que se llevan las manos a la cabeza, flores secas que en un día así son sustituidas por flores frescas. Y epitafios: ‘Gloria, fuiste esposa y madre, un modelo’; ‘Te queremos, Papá José, siempre estarás con nosotros’; ‘Quizás para el mundo solo fuiste una persona, pero para nosotros tú eras el mundo’.

“Mira qué guapo está mi padre”, dice la joven Isabel, mirando la foto de su progenitor, un joven Manuel. “Se ha muerto con 53 años, qué vamos a hacer. Y mi tío se murió con 17 años, que le dio algo muy jovencico”. Los dos hermanos están enterrados juntos. 

Un día en el que celebrar la vida sin olvidarse de la muerte. Porque, como comentaba este festivo un hombre entre las tumbas, “por suerte o por desgracia, aquí vamos a venir todos”.

Varias mujeres limpian las lápidas de sus difuntos el día de Todos los Santos en el cementerio de Espinardo. Ana Lucas

377 republicanos fusilados

Al camposanto de Espinardo se acercó el alcalde de Murcia, el socialista José Antonio Serrano, que, acompañado de algunos de sus concejales, depositó «flores frente al monolito que rinde homenaje a la fosa que alberga a 377 republicanos fusilados en el cementerio», explicó él mismo en sus redes sociales. «Es nuestro reconocimiento a los caídos por la libertad», añadió al respecto.