La Opinión de Murcia

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Salud

La ovodonación ya copa el 20 por ciento de los tratamientos de fertilidad

La diversidad familiar y el retraso en la edad para ser madre, principales cambios sociales a los que se ha tenido que adaptar

Piedad Cava hizo realidad el sueño de ser madre hace 7 meses, cuando tenía 44 años. Juan Carlos Caval

La pandemia desplomó en el año 2020 los tratamientos de fertilidad: los nacimientos bajaron un 18 por ciento, según un informe ofrecido esta semana por la Sociedad Española de Fertilidad y el Ministerio de Sanidad. Fruto de los tratamientos de ese año nacieron 30.479 bebés frente a los 37.428 registrados en 2019. Este descenso lastró la natalidad global ya que la reproducción asistida representa el 9,5 por ciento de los nacimientos en España. Al parón generado por la covid-19 en las clínicas de reproducción asistida hay que unirle en la actualidad otras variables como la crisis socioeconómica derivada del incremento de los precios de la energía y la tendencia social de las mujeres a demorar hasta el último minuto el momento reproductivo.

En este contexto, la clínica de reproducción asistida IVI Murcia, uno de los centros de fertilidad más importantes de España, celebra su 25 aniversario en Murcia desde la llegada de la clínica ubicada en el barrio de La Flota desde 1996.

En este cuarto de siglo, los profesionales de la sede murciana han realizado más de 30.000 tratamientos reproductivos, y puede enorgullecerse de poner a disposición de sus pacientes los tratamientos y técnicas más avanzadas, y diagnósticos personalizados para conseguir los mejores resultados en el menor tiempo. Desde su apertura han ayudado a traer al mundo a más de 8.500 bebés, murcianos en su mayoría. Aseguran desde IVI Murcia que este año han logrado recobrar la normalidad tras el bajón de tratamientos por la covid-19, y que al año, de media, atienden a 1.000 mujeres y parejas.

Esta clínica ha tenido que hacer frente en la última década a una importante revolución social, que influye directamente en su actividad, lo que ha exigido una evolución en la forma en la que abordan la maternidad. Sostienen desde la clínica, que, en el último lustro, se ha incrementado en un 113 por ciento las mujeres sin pareja que acuden a la primera consulta para ser madres en solitario, y un 122 por ciento las parejas de mujeres que comparten su proyecto de maternidad.

Otro fenómeno es el progresivo retraso de la edad para ser madre. En este sentido, advierten que la evolución social no va de la mano de la biológica, pues hay algo que no cambia: la fertilidad de la mujer es limitada, y empieza a caer de forma notable a partir de los 35 años. Esta desincronización afecta directamente al ámbito reproductivo femenino, abocando a la mujer frecuentemente a la reproducción asistida para lograr su deseo de ser madre.

"Este retraso en la edad para ser madre tiene un efecto directo en el tipo de tratamientos a realizar, implicando un progresivo aumento de los tratamientos con óvulos donados. Actualmente, cerca de un 20% de nuestros tratamientos son de ovodonación", detallan fuentes de IVI Murcia.

Preservación de la fertilidad

Emerge así un nuevo concepto: el de la Preservación de la Fertilidad o la ‘segunda gran revolución femenina’, después de la incorporación de la píldora como elemento fundamental de planificación familiar. Por ello, indican, en el último lustro, las mujeres que han vitrificado sus ovocitos ha experimentado un incremento del 70 por ciento.

Además, cabe destacar que desde que IVI pusiera en marcha su Programa gratuito de Preservación de la Fertilidad para pacientes oncológicos, 64 mujeres diagnosticadas de cáncer han vitrificado sus óvulos en IVI Murcia para ganar la batalla a su enfermedad, antes de someterse a un tratamiento de quimio o radioterapia que pudiera dañar su fertilidad.

"Ha sido muy duro pero con solo mirar la cara de Daniela sé que ha merecido la pena"

Piedad Cava es una de historias de superación, de lucha, de resistencia numantina para conseguir hacer realidad el sueño de ser madre, algo que logró hace 7 meses cuando contaba con 44 años.

"Mi pareja y yo estamos juntos desde hace mucho tiempo, pero nunca habíamos pensado en tener hijos, no había sentido antes tampoco eso que llaman el instinto maternal, estás en una edad en la que quieres salir, quieres viajar, estudiar… Y cuando me quise dar cuenta tenía 36 años", explica Piedad, que recuerda que a partir de los 35 años la reserva ovárica desciende drásticamente.

Durante su paso como dependienta por una tienda de juguetes y otros productos infantiles, ya con 37 años, tomó la decisión de formar una familia junto a su pareja. Lo estuvo intentando un tiempo, pero no fue posible. Además, ese año sufrió un grave accidente laboral que derivó en una depresión que paró en seco todos sus planes. No fue hasta los 41 años cuando se encontró de nuevo con fuerzas para ser madre.

Sufrió un aborto bioquímico, un embarazo ectópico, y el estado de alarma interrumpió uno de sus tratamientos

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Desechó desde el principio intentarlo a través de la Seguridad Social por la edad, y estuvo visitando e informándose de las clínicas de reproducción asistida de Murcia "pero muchas me recordaban más a una clínica de cirugía estética que a una de reproducción". Finalmente, tras una cita en IVI Murcia encontró la conexión, la complicidad y la confianza que necesitaba. El proceso a partir de aquí no fue precisamente fácil para Piedad.

El primer revés lo recibió al saber que sus óvulos tenían una anomalía cromosómica, por lo que tuvo que optar por la ovodonación. "Hay muchas mujeres que pasan un duelo con eso, les cuesta aceptarlo, creen que no serán realmente sus hijos, pero a mí en cuanto me lo plantearon respondí que no tenía nada que pensar, y en ese mismo momento le dije al doctor que no habría ningún problema". Los tratamientos comenzaron en marzo de 2019 y Daniela nació tres años después, "pero ha sido muy intenso".

La inversión económica total (incluido el gasto farmacéutico y la extracción de óvulos) rondó los 40.000 euros. "Pedí dinero a toda la familia, a mi madre, mi padre, mi suegra, mi cuñada, y cada uno me financió un tratamiento", señala. Fueron cuatro intentos en los que hubo de todo, un aborto bioquímico, fallos de implantación, un embarazo ectópico (cuando el óvulo fecundado se implanta fuera de la cavidad principal del útero), gastos extra en forma de facturas en farmacia por valor de 900 euros y hasta una suspensión de la transferencia por el estado de alarma decretado en España. Asegura que ha sido un proceso muy duro en el que ha sentido mucho "sufrimiento físico", pero ahora se siente "genial" y afirma que solo necesita mirar a Daniela para saber que "todo ha merecido la pena".

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