La Opinión de Murcia

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Semana Santa

La luz del maestro Salzillo vuelve a iluminar Murcia en Viernes Santo

La procesión de Nuestro Padre Jesús llevaba desde 2018 sin poder salir: primero la frustró la lluvia y, los dos años siguientes, el coronavirus | Los nazarenos morados celebran su penitencia, para gozo de murcianos y visitantes

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Procesión de los Salzillos en Murcia 2022 Israel Sánchez

“Madre mía, nena, que todavía no viene el paso”, comentaba una señora, sentada en segunda fila en la calle del Pilar, a las nueve de la mañana. “¿No ves que lleva dos años sin salir la procesión? Pues hoy sale todo el mundo”, le contestaba la mujer sentada a su derecha. Aunque en realidad no lleva sólo dos años: desde el año 2018 no se veían nazarenos morados en las principales arterias del centro de Murcia. Sí que la truncó la covid, por dos veces, pero antes fue la lluvia, la que tan tristemente sufrieron este año ‘los coloraos’. Este Viernes Santo de 2022, por fin, La Mañana de Salzillo, un BIC andante, está en la calle.

Nueve y cuarto y los sones que llegan de San Antolín anuncian la proximidad del primero de los pasos, ‘La Santa Cena’. Los aplausos del respetable lo confirman. La enorme talla, ricamente engalanada de alimentos, aparece al fondo a la derecha de los espectadores. “Venga, cariño, que viene el paso”, regaña, con afecto, una joven a una niña con un lazo rojo, que extendía la mano para pedir caramelos. “Ya verás qué impresionante es”, decía un señor de mediana edad a un chico, mientras veían el cortejo de pie, tras las dos filas de sillas instaladas.

No le faltaba razón al hombre. ‘La Santa Cena’, con sus candelabros en alto, sobre flores naranjas, narra el momento en el que Jesús dice a sus discípulos que uno de ellos le traicionaría. Es lo que pintó Leonardo Da Vinci en el convento de Santa Maria delle Grazie de Milán, pero en tres dimensiones. En la calle del Pilar, el hermoso paso cabe bien; horas después, los estantes tendrán que hacer auténticas virguerías para pasarlo por vías como San Nicolás.

“Vengo con agua para mi hijo, que sale, para darle ahora. He comprado diez botellines para los nazarenos”, comentaba una mujer a sus vecinos, al llegar y sentarse en segunda fila. “Ahora vendrá el paso, ¿sabes lo que es el paso?”, preguntaba una adolescente a su amiga, aguardando el segundo de los tronos, el de ‘La Oración en el Huerto’. 

Son muchas las voces que aseguran que es el más bello de los nueve del cortejo, sin desmerecer la valía de ninguno de los ocho restantes. Lo que ocurre es el que el rostro del Ángel, como cuenta la leyenda, le vino a Salzillo literalmente por inspiración divina. Y ha de ser verdad, porque divino luce, divino extiende el dedo y divino procesiona, junto a la palmera de dátiles milagrosos, un Señor que clama al cielo y tres apóstoles, que simbolizan las edades del hombre, dormidos a sus pies. Los aplausos vuelven a ser heraldos: ‘La Oración’ está llegando.

Nazarenos morados. Israel Sánchez

Mayordomos morados con mascarilla blanca tomaron las principales calles de la ciudad demostrando que todo llega y que son una victoria sobre las adversidades.

La Pasión según Salzillo relata primero la escena del Cenáculo, luego el dolor en el Huerto de los Olivos (“aparta de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya) y continúa con ‘El Prendimiento’ (San Pedro, brazo en alto, ese brazo es un estudio anatómico en sí mismo, han dicho los expertos) y ya, la tortura. En ‘Los Azotes’, el reo, con la espalda ensangrentada, recibe latigazos y burlas; en ‘La Caída’, camino del Calvario, le tiran del pelo, le humillan, le vejan, sin ser conscientes de que humillan y vejan al Salvador de la humanidad. El Nazareno, la única talla que no es de Salzillo, la escultura anónima que da nombre a la cofradía, camina seguido de cerca por San Juan, el discípulo favorito, y por su madre, La Dolorosa. No hay Crucifixión como tal en la procesión del Viernes Santo por la mañana, aunque no hace falta. La historia más grande jamás contada está en la calle y ha vencido, como Cristo, denle unas horas, vencerá a la muerte.

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