La Semana Santa de Murcia ha vivido hoy uno de sus días más queridos con la lectura del pregón a cargo del periodista y abogado murciano Juan Antonio de Heras y Tudela. Sus palabras resonaron con aplomo en el Teatro Romea y estuvieron cargadas de pasión, reivindicación, admiración y agradecimiento. El evento contó con la sobrecogedora intervención musical de la Agrupación Musical Juvenil del Cabezo de Torres y la Coral Discantus. De Heras, cofrade del Santísimo Cristo del Refugio y cofrade mayordomo del Santísimo Cristo de la Esperanza, arrancó el pregón con un poema que puede entenderse como una declaración de amor a la ciudad y a sus tradiciones: “Eres Murcia, el sueño que venero. Eres Murcia, la tierra más sagrada. Eres Murcia, cofrade y penitente, estante de mi ser; y para siempre. Eres Murcia y sin ti, yo no soy nada”, clamó con una voz grave y bien colocada despertando el primer gran aplauso del respetable. Entre otras muchas autoridades, estuvo presente el presidente regional, Fernando López Miras; el presidente de la Asamblea Regional, Alberto Castillo; el alcalde de Murcia, José Antonio Serrano; y, por supuesto, el presidente del Cabildo Superior de Cofradías de Murcia, José Ignacio Sánchez.

Durante todo el pregón se repitió cierta idea, la certidumbre de que en la cadena de eventos que experimenta el pregonero en su relación con la Semana Santa existe una inercia irresistible y determinada. “Comprendí que nada es casual. Hay que ver Señor, cómo te las gastas para mandarme mensajes”. Especialmente emotivas fueron sus menciones a los familiares que ha perdido, como la que dirigió a su madre. “Ella, a buen seguro, estará ahora mismo asomada al Romea desde un palco del cielo, sonriendo, junto a mi padre y a tantos seres queridos que, aunque me falten, nunca han dejado de acompañarme”.

El pregón de la Semana Santa de Murcia tuvo lugar en el Teatro Romea Juan Carlos Caval

 Los espacios geográficos que marcaron su vida se dejaron ver en un discurso bien articulado, equilibrado y plagado de referencias culturales, históricas y poéticas. El “aire puro en Sierra Espuña, el “exilio” en Madrid, su “querida” Lorca, y por supuesto Murcia, donde llegó para “enamorarse”.

No faltó, como buen periodista que es, varios comentarios pegados a la actualidad, como el que tuvo con la sequía que atraviesa el sureste, la guerra en Ucrania, o aquellos a cuenta de la crisis sanitaria que ha generado la pandemia y los fallecidos que ha dejado a su paso. “Quiero acordarme de dos años enteros de sufrimiento extremo; de aplausos sostenidos en balcones a las ocho de la tarde. Quiero acordarme de los besos que quedaron pendientes. De los adioses sin despedida. Quiero acordarme y quiero pedirles algo que ya sé que tengo concedido, porque ustedes así lo demuestran de manera constante. Que no les olvidemos”. La memoria, junto con la idea del destino, fue otro de los conceptos que sobrevoló todo el relato, y que en un momento dado sintetizó de esta bella manera: “Recordar, ya saben, es volver a hacer pasar las cosas por el corazón”.

Esta dimensión periodística se fundió con la de cofrade cuando se dirigió a las autoridades presentes para lanzar a pecho descubierto varias reivindicaciones históricas. Fue quizá el fragmento más apasionado de todo el acto donde entrelazó un mensaje agradecido a los hermanos nazarenos con las demandas del gremio.

Tras recordar la declaración de Interés Turístico Internacional de la Semana Santa de Murcia, exigió el apoyo de las administraciones públicas a la labor de las cofradías, “que son quince bendiciones”, y al Cabildo Superior, que ya cumple 75 años, “y que desea hacer de su nueva sede, en la Ermita del Pilar, exactamente eso: un pilar de actividad religiosa, cultural y cofrade”. Este espacio “aún ha de acondicionarse” y debe representar el “primer impulso en una ambición que sueña y anhela lo mejor para Murcia”. Aquí, volvió a apelar a las instituciones públicas para reclamar “el apoyo a los museos cofrades ya existentes, y la creación de un museo permanente de la Semana Santa que esté a la altura de su importancia, de su prestigio internacional y del interés que despierta; sin medias tintas, sin fisuras y sin complejos”.

Tras este fragmento, Juan Antonio de Heras repasó con vehemente detalle cada uno de los eslabones que conforman la Semana Santa murciana, desde el Lunes Santo, que “es, en sí mismo, un acto de contrición”, hasta el amanecer del Domingo de Ramos, que “es ver cómo amanece la tercera de las virtudes teologales: la Esperanza”. El pregón, que se extendió durante más de hora y media, cerró con una entusiasta convocatoria a los murcianos a vivir los días más sagrados:

“A seguir a Cristo, nazarenos, os convoco, pues Cristo resucita en nuestras vidas (…) Que los balcones adornen sus colores/que las marchas resuenen en las bandas/y los Auroros enciendan sus faroles/porque os convoco a pregonar conmigo/Porque sois Murcia y su Semana Santa”.

La ovación tras sus últimas palabras se prolongó durante varios minutos.