Siempre hubo dos bandos en Murcia, al menos en las últimas décadas, uno apegado a la tierra, a la memoria folclórica y a las tradiciones huertanas que forman parte de nuestra identidad y otro, desbocado, alcohólico y callejero, que perlaba de botelleos y altavoces los parques y los jardines de la ciudad y dejaba a su paso un desolador rastro de basura, comas etílicos y reyertas. Por supuesto, también los había capaces de vivir ambas realidades y cruzaban desde Gran Vía la frontera que separaba las carrozas y las parrandas de las litronas y la música indie con un ánimo integrador, pero no eran muchos. 

Antes de que la pandemia lo cambiara todo, ambos bandos coexistían y se miraban de reojo con menosprecio desde sus respectivas burbujas existenciales. Las restricciones por la covid y el dispositivo de seguridad dispuesto para velar su cumplimiento están reduciendo a su mínima expresión estas dos formas de entender el día grande de las fiestas en la capital. 

No son pocos los que hoy, pese a la covid o precisamente por ella, se han calzado las esparteñas, los zaragüelles, ajustaron su fajín, su blusa, el delantal, el mantón o se han colocado un clavel en la solapa del chaleco para recordar que el Bando de la Huerta no ha muerto, sino que está esperando su oportunidad para volver a explotar con sus luces y con sus sombras. Esa esperanza se está expresando en las calles, en las casas, pero también en las redes sociales que han estallado de nostalgia y en las que muchos murcianos están compartiendo las imágenes más simbólicas o divertidas que vivieron en años anteriores. 

Aunque se repita la idea de que hoy es festivo, pero “no el Bando de la Huerta”, hasta las propias autoridades municipales se contradicen continuamente al señalar que la jornada es un “Bando distinto”. Todos aseguran sentir “emociones encontradas”, y para todos lo más importante ahora era “plantar cara a la cuarta ola para que el año que viene” pueda disfrutarse con plenitud la primavera murciana. 

En cualquier caso, las dos caras del Bando de la Huerta, la luminosa y la oscura, están viviendo constreñidas. Ambas prometen, con permiso de la pandemia, volver con fuerza en 2022 por lo que se espera, y se teme, que el Bando de la Huerta del año que viene sea memorable.