«Sufrimos robos constantes a cualquier hora del día: atracos, asaltos callejeros con agresiones físicas perpetrados por numerosos grupos de adolescentes perfectamente organizados, que no dudan en amedrentar a los viandantes independientemente de la edad que tengan». Así se expresan vecinos de Los Rectores, que aseguran que las personas que les aterrorizan son menores de edad, muchas veces inimputables.

Aseguran que el último episodio violento del que tienen constancia se produjo el jueves por la tarde, cuando «un grupo numeroso de chicos agredió a un menor para robarle una bicicleta». «Al agredido sólo le dio tiempo a llegar a un bar cercano, donde se desvaneció», subrayan. 

Los vecinos dicen que viven con un «pánico colectivo» que les hace plantearse si organizar patrullas de vigilancia por las noches, por su cuenta, para tratar de sorprender a los ladrones, que, afirman, se meten muchas veces en domicilios.

«Otro grupo amenazó de muerte a gente que paseaba con las mascotas increpando ‘voy a matar al perro’», comentan. 

El problema con las personas a las que ponen en el punto de mira es que se trata de menores que, por sus edades, son inimputables. La mayoría de edad penal está en España en los 18 años, aunque la legislación establece que a partir de los 14 se pueden exigir responsabilidades. Pero los menores de 14 están exentos de responsabilidad, ya que la ley considera que, en esos casos, se debe buscar la solución en el ámbito familiar.

Desde el Ayuntamiento de Murcia informan de que el pedáneo ha comunicado la situación tanto a la Policía Local como a la Nacional. Asimismo, apuntan que los municipales son conscientes del clamor vecinal y, aunque ya vigilan la zona, a finales del presente mes de febrero se incrementará aún más la presencia policial, con la incorporación de nuevos agentes en virtud de las oposiciones.

No obstante, recuerdan desde el Consistorio que los robos son competencia del Cuerpo Nacional de Policía, que habitualmente también acude a la zona.

En tierra de nadie

Los residentes en Los Rectores destacan que «por desgracia, estamos en una zona próxima a Espinardo, pero no pertenecemos a ellos, sino a El Puntal, que no nos queda cerca: estamos en tierra de nadie».

Esta singular situación geográfica, resaltan, les perjudica, hasta el punto de que están llegando a un «límite insostenible». Los vecinos, que prefieren el anonimato por temor a represalias por parte de los delincuentes, temen que «llegue un momento en que ocurra una agresión importante». «Nos sentimos totalmente desprotegidos», lamentan.