Es la historia de un fracaso. El Ayuntamiento se las prometía felices cuando hace casi una década la Unión Europea le concedió una lluvia de millones para el Plan Urban que sacaría del pozo en el que se encontraba el Espíritu Santo, en Espinardo, una barriada donde la delincuencia tiene morada habitual.

Lejos de suponer un revulsivo para esa zona de Murcia, pegada a la ciudad, las obras iniciadas y no acabadas, o los edificios concluidos y clausurados, se han convertido en una herida que recuerda a los vecinos que es muy difícial revertir una situación que dura ya muchos años. Es el caso del edificio que iba albergar un vivero de empresas, que se encuentra en esqueleto en la calle Barcelona.

No pudo ser finalizado porque el Ayuntamiento liquidó el contrato en 2017 con la empresa encargada de su edificación, según explicaron a esta Redacción fuentes municipales. Las mismas fuentes precisaron que la Administración local denunció a la mercantil por distintos incumplimientos y que la sentencia, dictada recientemente y en la que cabe recurso, obliga a la firma adjudicataria de estos trabajos a indemnizar a las arcas municipales con 800.000 euros. Ese dinero -añadieron- se destinará a finalizar la construcción. Este centro de empresas estará destinado, una vez que se concluya, a actividades similares a las que se llevan a cabo en CIMM (Centro de Iniciativas Municipales de Murcia), ubicado en Churra, una instalación en la que se facilitad el nacimiento, el establecimiento y la consolidación de aquellos proyectos empresariales de reciente creación o que estén en pleno proceso de puesta en marcha, de cara a una mejor y más rápida integración en el tejido empresarial. Este vivero de empresas, que pasará a depender del servicio de Promoción Económica del Ayuntamiento cuando se concluya, iba a ser el buque insignia de un Plan Urban, dotado con más de 9 millones de euros (el 80% procedentes de la Unión Europea a través de fondos Feder), que también incluia la construcción de un pabellón deportivo que está clausurado y sin actividad y de un centro de servicios sociales que funciona prácticamente como ventanilla para recoger documentos. Otra de las opciones que se barajan es que acabe adscrito al programa de Reactivos Culturales de la Concejalía de Cultura.

Una vez a la semana los vecinos se movilizan

Una vez a la semana los vecinos se movilizanLos vecinos de Espinardo están hartos de la dejadez que llevan años sufriendo, lo que les ha llevado a manifestarse todos los jueves antes de que llegara la pandemia. A través de la asociación que los agrupa quieren llevar al Ayuntamiento sus necesidades, entre ellas, el que haya más presencia policial y actividades culturales. Esa es una de las carencias de esta pedanía que se encuentra junto al casco urbano de Murcia y que, según denuncian, no tienen ni un centro cultural con actividad ni subvenciones para las asociaciones que hay en la localidad. Al mismo tiempo demandan ser recibidos por el actual alcalde, al que le han pedido varias veces que se reúna con una representación de los vecinos que, según afirman desde la asociación vecinal, sí han mantenido encuentros con representantes de la Delegación del Gobierno. «Nos hemos reunido hasta cuatro veces», afirman. También han remitido distintas cartas abiertas a la corporación municipal.