El titular del juzgado de guardia de Murcia ha ordenado el alejamiento recíproco de los seis participantes en la reyertaque se produjo el pasado miércoles en la calle Correos de esa ciudad, en la que se utilizaron armas blancas y tres garrotes de grandes dimensiones y en la que hubo heridos de diversa consideración.

Fuentes del caso han dicho que, a partir de ahora, los integrantes de ambas partes no podrán acercarse entre ellos, ni comunicarse, mientras se tramita la causa que le ha sido abierta por los presuntos delitos de homicidio en grado de tentativa y lesiones, a precisar según avancen las investigaciones.

Detrás de los incidentes puede estar una supuesta deuda de unos 15.000 euros que contrajo hace unos años el dueño del comercio de antigüedades en cuyas inmediaciones se produjo la reyerta, según la confesión hecha por los presuntos agresores a la Policía Nacional.

De acuerdo con sus primeras manifestaciones, el anticuario recibió el día de los hechos la visita de un hombre que le pidió que saliera a la calle por si le interesaba comprar un cuadro que llevaba en el interior de su furgoneta, pero al hacerlo se encontró con cuatro personas que estaban en el interior del vehículo y que trataban de introducirlo a la fuerza.

A partir de entonces se produjeron los hechos más graves, en los que, presuntamente, participaron los cinco citados y, también, un hijo del anticuario, que trató de defenderlo.

Padre e hijo fueron atendidos por los servicios médicos en el interior del establecimiento, al tiempo que la Policía Nacional salía en persecución de la furgoneta en la que habían huido los supuestos atacantes y a la que dieron alcance en una calle de Murcia.

En el vehículo viajaba como conductor J.R.S., y como copiloto, J.L.S., al que se intervino un machete de 25 centímetros de hoja, y en la parte trasera, otros dos hombres, encontrando también los agentes una navaja y tres garrotes ensangrentados.

Los funcionarios policiales observaron que todos iban manchados de sangre y que dos de ellos, padre e hijo, además, sangraban abundantemente por la cabeza.