«Yo estaba en un centro de menores de Melilla y vine a Murcia hace dos semanas, al cumplir la mayoría de edad. No tengo nada, estoy en la ruina y de la ruina también me echan». Era el testimonio de Mohamed, de 18 años, uno de los jóvenes que hasta el pasado mes de noviembre malvivían en un edificio abandonado de San Pío X, en Murcia, hasta que fueron desalojados por la Policía.

Ha pasado un mes de aquello y ya todas las personas que habían hecho de aquel inmueble ruinoso su hogar cuentan con un techo donde vivir dignamente, confirman desde los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Murcia.

Las personas sin hogar como Mohamed que llevaban tiempo habitando este edificio, de titularidad privada y en ruinas, salían entonces escoltados por la Policía entre aplausos de vecinos que se concentraron. Otros residentes en la zona, no obstante, mostraron su alivio por el hecho de que el inmueble fuese vaciado: «Mi negocio de serigrafía ha bajado un 50% por culpa de ellos», llegó a manifestar una mujer.

Entonces, desde los Servicios Sociales, conscientes de que estas personas se quedaban en la calle, procedieron a entregarles sacos de dormir y comida. A una veintena de ellos llegaron a pagarle un transporte público para llegar a otras provincias donde, afirmaron, contaban con familiares o amigos e incluso tenían la posibilidad de trabajar. Algunos han viajado al País Vasco, otros a Andalucía, entre otras comunidades.

Una treintena de personas que se quedaron entonces en Murcia lo que recibieron fue una habitación de hotel y, posteriormente, fueron alojadas en el albergue de El Valle, el mismo tiempo que hace unos meses se utilizó para que guardasen cuarentena las personas llegadas en patera que habían compartid barcaza con un contagiado de covid.

Este albergue, no obstante, se quedó vacío antes de Nochebuena, apuntan las mismas fuentes. Las personas que se estaban quedando ahí quedaron a disposición de una organización humanitaria, que se ocuparía de proporcionarles un techo, bien en un centro de acogida o en una habitación en régimen de alquiler.

´Esqueletos' de edificios abandonados a medio construir, como un mal recuerdo de aquella crisis del ladrillo ya lejana, y solares de compañías que ya no existen se convirtieron en el improvisado hogar de personas que se veían con la barrera incluso del idioma y que desconocían a quién podían pedir ayuda. Los vecinos de las zonas en cuestión, como esta en San Pío X, aseguraban que los asentamientos de personas sin hogar, muchas de ellas extranjeras, se estaban convirtiendo en un foco de problemas y de basura, donde, denunciaban, había hasta ratas. Sillas, mantas y colchones abandonados se quedaron en el lugar, ya clausurado.