Los individuos que irrumpieron el domingo en una iglesia de Murcia, subieron al altar y acabaron detenidos, "proclamaban a Alá", indicó a este diario Silvestre del Amor, párroco y testigo de lo sucedido. "Profanaron el lugar", manifiesta el sacerdote.

"En un principio parecía que estaban borrachos o algo así; luego no sé yo si estarían borrachos", comenta el religioso, que atiende a LA OPINIÓN en la misma iglesia en la que ayer ocurrió el incidente.

"Gritaban a la gente", destacó el cura, que admite que en el templo en ese momento "había solo dos o tres personas, que cogieron y se marcharon". Los sujetos clamaban "lo que fuera en su idioma y se oía decir 'Alá, Alá'".

"Intentamos que se fueran, pero no había forma, y fue cuando se llamó a la Policía. Y la Policía hay que decir que a los cinco minutos estaban aquí dos patrullas", apunta Silvestre del Amor, que no entiende cómo estos hombres decidieron "venir aquí, a una iglesia católica, a proclamar a Alá". Los miembros de la Policía Nacional pidieron a los sujetos que se identificasen, pero no llevaban documentación encima. Los individuos fueron trasladados a Comisaría, acusados de un delito contra los sentimientos religiosos.

El cura se pregunta "qué habría pasado si yo voy a una sinagoga (sic) a proclamar a Jesucristo". A su juicio, "a esta hora estaría yo ya con el cuello cortado". El religioso dijo 'sinagoga', que es el recinto donde profesan su fe los judíos, no los musulmanes, que son quienes rinden culto a Alá.

Preguntado por cómo se siente tras lo acontecido, indica que "con mucho dolor por la ofensa que supone para nosotros, los católicos, y para el Señor que vengan aquí a proclamar a un Alá que no tiene nada que ver con el Dios cristiano". "Nuestro Dios es un Dios trino y uno, y ellos consideran que eso es una herejía, con lo cual no tenemos nada que ver en ese sentido", remarca el cura.

De los musulmanes dice que "ellos han sido creados por Dios también y los amamos como criaturas de Dios", aunque "cada uno en su sitio y cada uno por su camino".

"El que ha nacido, el Hijo de Dios, es el mensajero de la paz, y esa paz comienza por el respeto", sentencia el sacerdote.