«Yo estaba en un centro de menores de Melilla y vine a Murcia hace dos semanas al cumplir la mayoría de edad. No tengo nada, estoy en la ruina y de la ruina también me echan». Es el testimonio de Mohamed, de 18 años, uno de los jóvenes que hasta ayer malvivían en un edificio abandonado de San Pío X, hasta que fueron desalojados por la Policía.

Los indigentes como Mohamed, que hasta ahora vivían en ese inmueble de titularidad privada y en ruinas, salían escoltados por la Policía entre aplausos de vecinos que se concentraron, convocados por la Asociación de Refugiados Rifeños en España (ARRE) y los Yayoflautas.

El responsable del Servicio de Emergencia Móvil y Atención Social (SEMAS), José Morales, explica que durante la pandemia los trabajadores sociales llevaron comida y mantas a estas personas. Sobre qué pasará ahora con ellos, detalla que «hay que estudiar la situación individual de cada persona para ayudarles en todo lo que se pueda». Admite Morales que «lo ideal sería que hubiera más medios para reubicarlos».

«Si nos han dicho que era un desalojo voluntario, ¿por qué están tapando la puerta? ¿Por qué los echan? La gente no tiene dónde ir», lamentaba Rachid, miembro de ARRE. Desde la asociación criticaban que no se les haya buscado a estas personas alternativa habitacional. En invierno, especialmente de noche, las temperaturas bajan mucho en las calles de Murcia, donde les dejan.

«Mi negocio de serigrafía ha bajado un 50% por culpa de ellos», dijo una vecina, partidaria de que se vacíe el inmueble. En el interior del edificio se quedaban mantas, colchones viejos y algunos bloques de hormigón. Vacío se quedó el inmueble en ruinas e insalubre, que, sin embargo, ellos consideraban su hogar.