A la sombra de un pino centenario de la pedanía de Espinardo se encuentra uno de los inmuebles históricos más representativos de la huerta de Murcia, la Casa Torre Falcón. El inmueble, construido en los primeros años del siglo XVIII y que toma el nombre de sus propietarios originales, será recuperado por el Ayuntamiento de Murcia gracias a un proyecto con el que se convertirá en un centro cultural y de reunión vecinal, instalaciones que estarán llenas de vida el próximo verano.

Las casas torre eran las construcciones más nobles de la huerta en el siglo XVIII y aunque inicialmente se concibieron como centro logístico de una gran explotación agrícola y de la seda, posteriormente pasaron a usarse por sus propietarios como casas solariegas de veraneo. Sin embargo, la calidad de esta construcción era «algo menos noble», según explica el subdirector de la Oficina de Urbanismo del Ayuntamiento de Murcia, Jesús López, quien afirma que se han encontrado con unos materiales originales de muy mala calidad, ladrillos y argamasa difíciles de consolidar.

López acompañó ayer al alcalde de Murcia, José Ballesta, y a parte de su equipo en la presentación de la recuperación de la Casa Torre Falcón, un proyecto que «se ha gestado con mucho mimo y en el que se ha contado con los vecinos de Espinardo y con la Asociación Joven Futura», señala el primer edil.

En él está prevista una inversión de 550.000 euros y una vez que salga a contratación y sea adjudicado tiene un plazo de ejecución de ocho meses. Un inmueble del siglo XVIII catalogado y protegido y que incorporará sistemas de aireación del siglo XXI.

Concretamente, el inmueble rehabilitado contará con un sistema de fotodepuración a través de un pequeño estanque y un sistema de aireación natural con un pozo canadiense que permitirá mantener el confort climático en el interior reduciendo la temperatura en varios grados.

Las tres plantas del edificio, de unos 90 metros cada una de ellas, quedarán como espacios diáfanos para eventos culturales y reuniones, contando sólo con una escalera y un ascensor. Mientras que en la zona exterior del edificio principal se encuentra lo que era el patio y las cuadras para animales, que será recuperado como oficinas con un pequeño porche y aseos.

La arqueóloga María Haber, que ha llevado a cabo varias catas en el inmueble, explica que se han encontrado muros de tapial primarios de muy mala calidad, lo que obligó a hacer reformas en el mismo siglo XVIII con muros de mampostería de refuerzo. En el patio han encontrado un pozo y una pila originales y hay restos en la zona este de lo que fue una casa de servicio que ya no está. Además, la pequeña torre, que era usada como palomar, aún conserva la escalera de acceso.