"Al que han matado es a mi hermano", contestaba Ángel Pastor cuando el magistrado presidente del tribunal del crimen del Bando le explicaba que tenía que abandonar la sala de la Ciudad de la Justicia donde iba a empezar la vista, dado que está previsto que mañana declare como testigo, y no está permitido que asista de público en la audiencia pública.

Como adelantó LA OPINIÓN, la vista queda en conformidad. El abogado de Manuel M. U., el principal acusado, ha llegado a un acuerdo con la Fiscalía y la acusación particular. Así, Manuel se confiesa autor del crimen y acepta la pena de prisión pactada de antemano, lo cual no quiere decir que no se vaya a celebrar el juicio: al ser con jurado, que está constituido, continúa adelante. En cuanto a Mariano S. G., se enfrenta solo a una multa por un delito de lesiones, aunque su abogado busca la absolución.

El supuesto móvil: simplemente que Francisco Javier, que había ido a la barriada de La Paz a hacer unas gestiones, no quiso acercar en coche a los acusados a un bar. Le venía mal porque tenía que ir a recoger a su esposa. Esto dio lugar a una pelea durante la que Manuel sacó una navaja de 15 centímetros de hoja.

Mariano fue el primero en declarar en la sala habilitada de la Ciudad de la Justicia.

Dos cuchilladas le asestó Manuel a Francisco Javier. Una de ellas le atravesó el corazón. Aunque el joven llegó vivo al hospital, no pudo sobreponerse a la hemorragia. La herida era mortal de necesidad. Los acusados entonces escaparon, tanto para huir de la acción de la Justicia como por "temor a represalias" por parte de allegados de la víctima.

Asesinato con alevosía para Manuel y delito leve de lesiones para Mariano. Es lo que solicita la Fiscalía, en una sala en la que los jurados, con mascarilla, se sentaban cada uno en una mesa independiente.

José Antonio Jiménez López, abogado de la familia del difunto, recordó en su intervención que Mariano agarró por el chaleco a Francisco Javier para que Manuel lo apuñalase mortalmente.

15.000 euros como adelanto de la indemnización, a modo de atenuante de reparación del daño. Es lo que, anunció el abogado de Manuel, Jorge Novella, presentaba. "Van a escuchar una confesión sincera, honesta, van a escuchar arrepentimiento", confirmaba el letrado. "Cuando vean a Manuel, vean un hijo, un hermano, un padre. Hay una serie de circunstancias que les pido a ustedes que tengan en cuenta", dijo Novella al jurado.

A Manuel lo definió como "una persona creyente, con una familia extensa; con un fallo, que hoy está pagando", en referencia al hecho de que asesinó a un joven.

Raúl Pardo-Geijo, abogado de Mariano, subrayó que este "no sabía ni que su acompañante tenía un cuchillo ni que pudiera clavárselo" a Francisco Javier.

Mariano se levanta para declarar; detrás, a la izquierda, Manuel, el asesino confeso.

Manuel, sin esposar, aunque custodiado por agentes de la Policía Nacional, fue el primero de los acusados en declarar ante el tribunal. "Se bajó Francisco Javier del coche diciendo que no llevaba a nadie a ningún lado y menos a gitanos", contó. "Yo en todo momento estuve evitando la pelea. En mi casa me han educado, gracias a Dios, que las pérdidas son ganancias. Ese día yo había bebido y había tomado una sustancia. Aparte de esto, soy creyente y tuve un mal día", relató el hombre.

"En ningún momento creo que ni le abofeteó (dijo de Mariano), soy un caballero y digo la verdad. En mi casa me han enseñado a respetar a todo el mundo y en mi casa nunca ha habido una pelea", subrayó.

"No soy de llevar navajas"

"Yo resbalé al suelo, me caí y vi que él se echaba encima mía. Yo no soy un hombre de llevar navajas, la llevaba porque estuvimos todo el día comiendo. Este hombre se echó encima mía y me amenazó diciendo que íbamos a morir los dos", aseveró.

Dijo estar "totalmente" arrepentido de lo sucedido, pues "mi vida ha dado un giro de 180 grados, no solo porque estoy en presidio, sino por el daño que he causado a esta familia. El dolor que están sufriendo yo sé que no tiene nombre. Yo soy una persona muy tranquila, soy cristiano evangélico, pero ese día caí en la bebida".

"Mi vida es amarga por haber quitado la vida a este muchacho. Estoy totalmente arrepentido y lo digo con el corazón en la mano", manifestó El asesino confeso, que llevaba una mascarilla con el nombre de su abogado.

Mariano, por su parte, también destacó que ese día "iba muy bebido" y que, si en su momento dijo que le había pegado a la víctima, es porque se lo contó a él la gente "del barrio" y se lo creyó, pero en realidad no lo había hecho.