La Policía Nacional se veía obligada a intervenir y movilizar numerosos efectivos al Virgen de la Arrixaca de Murcia después de recibir el aviso de que decenas de personas, miembros de una misma familia, estaban causando destrozos en el interior del hospital y profiriendo amenazas a los sanitarios. El origen: el fallecimiento de una mujer, de avanzada edad, abuela de muchos de los congregados.

La señora, residente en la población de Espinardo, tenía programada para este viernes una operación de corazón, por lo que ingresó expresamente para someterse a la citada intervención. Sin embargo, la operación se complicó y la mujer acabó falleciendo sobre la mesa del quirófano. Cuando los médicos salieron para comunicar a la familia el desenlace, la impresión de saber que su abuela había muerto desencadenó la situación.

Así, estas personas comenzaron a proferir gritos y amenazas contra los propios facultativos, y arremetieron contra el mobiliario del hospital. Tal y como relatan testigos de lo sucedido, los familiares de la difunta comenzaron a romper cosas, especialmente cristaleras, vitrinas de información. Desde el hospital explicaban que no podrán evaluar todos los daños hasta el próximo lunes. La zona en la que se hicieron los destrozos es el pasillo de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), que fue limpiado de cristales a los pocos minutos y continuó funcionando.

Dada la situación, los médicos optaron por llamar a la Policía Nacional, que rápidamente movilizó a sus efectivos hasta el Virgen de la Arrixaca. Mientras tanto, en la puerta de Urgencias iban congregándose aún más personas, también allegadas de la señora fallecida, que habían sido avisadas vía móvil por los primeros parientes que se habían desplazado con ella al hospital murciano.

Desde el Cuerpo indicaron que se desplazaron a El Palmar efectivos de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) de la Policía Nacional, así como agentes del grupo de atención al ciudadano. Los agentes identificaron a alrededor de una decena de personas. Los congregados rozaban las siete decenas.

Mientras tanto, el cadáver de la difunta continuaba en el quirófano: los médicos no se atrevían a sacarlo, por si se incrementaban los incidentes al ver el cuerpo de su allegada.