José Nicolás, agente de la Policía Local de Murcia, se jubiló hace apenas unos días, pero no ha perdido la pasión y el cariño con el que habla del Museo de la Policía Local, ubicado en las dependencias del Cuerpo en el Infante.

Este espacio es todo un museo de la memoria, que empieza cuando arrancó la Policía (primero Guardia Municipal Urbana), hace 166 años. Alberga en su interior una colección de decenas de trofeos que han ido ganando los agentes en distintas modalidades deportivas, especialmente pentalhón. «Tenemos muchísimos más trofeos, pero no nos cogen, queremos ampliarlo», apuntan los agentes.

Ampliarlo es, de hecho, lo que pretende la Policía Local, con el fin de abrir a toda la ciudadanía este espacio, que ahora se puede visitar, aunque hay que solicitarlo primero. Suelen ir a verlo escolares, a quienes José Nicolás les explica los entresijos del lugar, aunque «la pretensión de que el museo sea visitado por todo el mundo», tal y como aspiran.

Sobre un escritorio antiguo hay abierto un libro de servicio del año 66. Las paredes están repletas de diplomas y de fotografías antiguas. En las vitrinas se muestran documentos antiguos, como el de la Escuela de Formación y Prácticas de la Policía Municial, con fecha de 1973, y callejeros de Murcia. En el centro del habitáculo, motos añejas (que desfilan cada año en Belluga, por San Patricio) y maniquíes que visten uniformes antiguos y característicos.

Destaca una espada que «es una réplica de la de Hernán Cortés» y en realidad fue un trofeo, así como el guion (de 1963) que preside todos los actos oficiales de la Policía Local, que lleva arriba la Medalla de Oro de la Ciudad, concedida en el año 1927.

«Este maniquí está roto», comenta Nicolás, mientras se aproxima al que viste el uniforme de los que fueron los antecesores del Grupo Especial de Seguridad Ciudadana (GESC). «La nariz vine un día y la maquillé un poco. Vienen los chiquillos y dicen 'tiene la nariz rota'. Yo les explico que si no fuese por ese casco, esas protecciones, los agentes tendrían lesiones», apostilla el agente.

Al museo en realidad se le empezó a dar forma a raíz del 150 aniversario del Cuerpo, en 2004, por iniciativa del oficial Solana y el sargento Francisco Pérez Cuenca, «que habían empezado a recopilar una serie de materiales, y se plantea el hacer el museo», rememora José Nicolás, que deja claro que, a la hora de dar vida al espacio, son todos un equipo.

Destaca, no obstante, la labor de Víctor José Martínez, quien, además de policía, es doctor en Historia del Arte; de Alfonso García Martínez, agente del Servicio de Atención al Ciudadano, y de Pepe Mármol, que se encarga de los vehículos antiguos. También personas que no forman parte del Cuerpo, como los alumnos de la Escuela Taller de El Palmar, que colaboran en la restauración de piezas antiguas. «Estamos trabajando un equipo formado por varias personas en el cual colabora toda la Policía Local de Murcia, aportando cualquier objeto, cualquier documento», dice Nicolás.

Brilla en la muestra la réplica más antigua de un uniforme, que data de 1890, cuando el Cuerpo aún era la Guardia Municipal de Murcia. José Nicolás revela que el agente llevaba «un cordón que va hasta el arma, que está cubierta por la capa, y la llevaba sujeta al cuello». La Guardia Municipal nació en una época en la que «se cometían muchos robos, sobre todo durante la noche», por lo que se decidió «crear una fuerza para la tranquilidad de la ciudadanía en la calle», indica el policía.

Aparte de la idea de que el museo crezca (han hecho un proyecto para pedírselo así al Ayuntamiento), José Nicolás tiene otra ilusión: «que vuelva la Banda de Cornetas y Tambores, muy querida por la ciudadanía».

Quien visita el Museo de la Policía Local aprende también que «hasta los años 50 se patrullaba a pie o en bicicleta», hasta que llegaron las primeras motos. También fue en la década de los 60 cuando se creó la Sección de Circulación, con agentes «regulando el tráfico en los puntos más problemáticos de la ciudad». «Iban de blanco y estaban encima de una peana, para que se les viera bien», apunta José Nicolás. Antonia Ibáñez fue la primera mujer de la sección motorista de Murcia en el 89 y actualmente inspectora en la Policía Local de Murcia.

Las pruebas de fuego

Corría el año 1854 cuando la entonces Guardia Municipal de Murcia pasaba «la primera prueba de fuego», como califica José Nicolás a la epidemia de cólera. Mucha gente se marchó de la ciudad, pero los agentes se quedaron a auxiliar a la población «y el primer jefe de la Guardia Municipal, Mariano Manzano, murió víctima de esa enfermefad a los dos meses de haber tomado posesión del cargo», explica Nicolás.

«En 1879 otra prueba a la que tienen que hacer frente es la riada de Santa Teresa, que provocó la muerte de 777 personas», apunta el guía informal del museo, al tiempo que añade que no fue hasta «años después» que a los municipales se les empezó a consideran «Fuerza Armada».

Eran décadas en las que la labor a pie de calle de la Policía resultaba vital en espacios como «los mercados, donde se engañaba a la gente» y en los cuales también «se logró acabar con la venta de productos en mal estado».

Los maceros siguen en activo

En el Museo de la Policía Local hay un lugar para la figura del macero, aún vigente en el Consistorio a día de hoy. «Los maceros tienen que ser policías locales», recuerda José Nicolás, a lo que añade que «la maza es un arma antigua. En Murcia hay cuatro, son de plata y están guardadas en el Ayuntamiento». «Un amigo está intentando hacer una réplica para poder tenerla aquí en el museo», revela. Y es que el maniquí que va vestido de macero tiene las manos vacías.

Alude José Nicolás al motivo por el que siguen llevando peluca: «Queríamos preservar la historia de los maceros aquí en Murcia y, si llevaban peluca, vamos a mantener la peluca», subraya al respecto.