­La ermita de San Antón está más preparada que nunca para ser el eje central de los festejos del barrio murciano, y es que la infraestructura ha visto recientemente renovada su estructura en un proceso de restauración «que ya venía pidiendo la ermita», declara la presidenta de la Junta del Distrito Norte de Murcia, Dolores María Martínez.

La fachada principal de la capilla murciana ha sido restaurada y limpiada, «ahora da gusto ver la figura de la puerta, resaltan todos los detalles», recalca Martínez, quien también explica cómo han sido pintadas las paredes interiores, que «ahora lucen más bonitas y limpias». La intervención ha sido a fondo en el conjunto histórico, alcanzando también la bóveda, la cúpula, el tejado y las puertas del inmueble de estilo barroco. Estas mejoras podrán disfrutrarse hoy más que nunca, en una jornada en la que permanecerá abierta para la visita de los devotos del Santo.

La ermita de San Antón, que se construyó en el Camino Real de Castilla, extramuros de la ciudad, a lo largo de la historia «ha tenido que superar riadas, guerras...», relata el párroco, Jorge Rodríguez; obstáculos que, sin embargo, no impidieron que fuera objeto de varios reconocimientos. A pesar de ser un templo de proporciones modestas, las personalidades que han estado relacionadas con él a lo largo de la historia han sido las de más alto rango en todos los niveles. El obispo Antonio Medina Cachón la reconstruyó tras el derrumbamiento en la trágica riada de San Calixto en el siglo XVII. El monarca Felipe V le dio el título de real casa y puso en su escudo el Toisón de oro. Por su parte, el Cardenal Belluga le labró el escudo sobre la fachada del hospital.

En el interior hay una imagen de Francisco Salzillo, la del 'Santo Anacoreta', que fue entregada por el insigne escultor murciano a la Cofradía de San Antón el 25 de abril de 1746.