«Mucha gente no sabe que los gatos tienen un oído aún más sensible que los perros», dice María Lajarín, miembro de la junta directiva de Equipo Bastet, protectora de Murcia especializada sobre todo en el rescate, recuperación y entrega en adopción de gatitos maltratados y abandonados.

En este sentido, Lajarín destaca que entre los felinos también se dan casos de paradas cardíacas, si bien estas situaciones son más habituales en los perros. «A veces rescatamos a gatos que tienen soplos en el corazón, que nos es difícil de detectar. Su corazón está débil», comenta la joven, integrante de una protectora que ahora mismo cuenta con medio centenar de gatitos que esperan un hogar.

Lo que más caracteriza a los mininos, apunta Lajarín, es «su tendencia a huir». De ahí que, en estas fechas, haya «un montón de familias que han perdido a sus gatos», subraya. La cantidad es «brutal», insiste, al tiempo que agrega que muchos de estos felinos, que escaparon asustados de sus hogares, «acaban atropellados» y, en la mayoría de las ocasiones, fallecidos por ello.

En las ciudades de Murcia y Cartagena hay bastantes carteles en los que se explica que se ha perdido un gatito y se pide ayuda para buscarlo. En cuanto a la solución, precisa que «mucha gente ha pedido que la pirotecnia se tire fuera de las zonas urbanas, pero tampoco, porque afectaría a las aves: los pájaros caen fulminados al suelo por los fuegos artificiales», especifica Lajarín, que tiene claro que «no podemos cambiar el foco del problema».

A su juicio, lo ideal sería apostar por «la pirotecnia sin ruido», que supondría «una solución muy bonita» con la que ningún ser vivo sentiría «miedos».

En cuanto al problema de los petardos que tiran los particulares, en especial los niños, Lajarín considera que acabar con esta costumbre «solo se puede conseguir con educación», y recuerda que «dos minutos de diversión» de una persona «a un animal pueden costarle la vida».

Ana Aguilera es la dueña de Scully, una perra que vive en el centro de Murcia a la cual le aterrorizan los petardos. Un problema que no solo afecta a las mascotas, sino también a los humanos. «Mi madre lleva audífonos y le retumba la cabeza», explica Aguilera.

Con Scully, el problema viene cada año en Navidad y especialmente en San Antón, barrio que celebra sus fiestas cada mes de enero. «Una vez la llevaba por la calle, empezaron a tirar petardos, la fui a coger porque se iba a la carretera y al final me caí yo», comenta la joven, a lo que añade que «me hice un derrame articular y estuve coja un montón de tiempo, con secuelas por lo menos un año».

Desde su punto de vista, el tema de los petardos «no es ninguna tontería», al tiempo que afirma estar «hasta las narices» del sufrimiento de su perra. «Una vez paré la procesión de San Antón y todo, les dije que era muy contradictorio que, justo para celebrar el patrón de los animales, hagan justo lo que más les fastidia a ellos», opina la joven.