La víctima sufría una dolencia que la mantenía inmovilizada en la cama, con un suero intravenoso que llevaba una medicación derivada de la morfina. Eso hacía que se encontrase en un estado de somnolencia permanente. Lo que aprovechó el sujeto, que tiene 51 años de edad, para abusar de ella.

El ataque tuvo lugar en el Reina Sofía de Murcia. El agresor estaba ahí porque su padre también se encontraba ingresado. Él iba a acompañarlo. Un día entró en la habitación de la víctima, y la halló tumbada y tapada con una sábana. Según se lee en el relato de hechos probados, empezó a tocarle la vagina. Ella se dio cuenta, cerró las piernas y él se fue.

Dos días después, regresó al cuarto de la paciente. Comenzó "a tocarle la pierna izquierda hasta llegar a la vagina, realizándole diversos tocamientos consistentes en introducción de un dedo en la misma. En ese momento la perjudicada, se dio cuenta y empezó a gritar 'qué haces, que como se entere mi marido te mata'".

Como consecuencia de los hechos descritos, la mujer, sufrió una descompensación de un cuadro crónico previo de depresión crónica, de duración aproximada de 14 días, que no precisó tratamiento médico.

Tres días después de este segundo ataque, el individuo fue detenido y lo mandaron a prisión provisional. Cuando el asunto llegó a los tribunales (la vista oral se celebró el mes pasado), el hombre, defendido por el letrado Manuel Maza, admitió lo que hizo. La Audiencia Provincial de Murcia lo condenó a dos años de cárcel por abuso sexual y a pagar una multa de 1.020 euros. No podrá acercarse a su víctima durante un lustro. Y tendrá que indemnizarla con 3.000 euros. También se le impone una pena de libertad vigilada durante una década.

Sin embargo, la pena de prisión queda suspendida, con la condición de que el sujeto, vecino de Cobatillas, no delinca en los próximos cinco años y se someta a un programa formativo en materia de educación sexual. La víctima se mostró conforme en que el individuo quede libre, siempre que cumpla las condiciones impuestas.

Si se aproxima a su víctima, entrará en la cárcel. Si se comunica por ella por cualquier medio, también. Sería un quebrantamiento de condena. Si deja de abonar la multa o no paga la indemnización, el tribunal también revocará su decisión y el sujeto iría a la penitenciaría.

La sentencia es firme y contra la misma no cabe recurso.