Pasaba a principio de año y el vídeo que confirmaba lo sucedido corrió de teléfono en teléfono: las ratas campaban a sus anchas en un parque infantil de Murcia. En concreto, en Santiago el Mayor. Lo sucedido escandalizaba a los vecinos, que llegaron a llamar a la Policía. Unos meses antes había ocurrido algo similar, esta vez en el Infante: residentes en la zona alertaban de la presencia de ratas que trepaban por los árboles. Llegaron a calificarlas de «plaga».

Con las cifras en la mano, los vecinos de las poblaciones de El Palmar, Espinardo y La Alberca son los que tienen más quejas por el avistamiento de ratas en sus calles, según los datos que maneja el Ayuntamiento de Murcia. «Sin embargo, si tenemos en cuenta el número de habitantes en relación al número de denuncias por ratas, las pedanías con un mayor ratio por cada mil habitantes son Espinardo, Gea y Truyols y Monteagudo», apostillan desde el Consistorio capitalino.

La amenaza del cambio climático también puede conllevar que cada vez haya más roedores por las calles. El motivo: el aumento de las temperaturas puede provocar un incremento exponencial de la población de estos mamíferos. Si hay inviernos más cálidos y estíos más intensos, las ratas empiezan a reproducirse más.

Desde el Servicio de Sanidad del Ayuntamiento de Murcia prefieren optar por la precaución y apuntan que en el municipio «es pronto para decir que esté afectando, porque el impacto (del cambio climático) no es abrupto».

«Es previsible que, igual que se han introducido nuevas especies invasoras, sí es posible que haya un cambio», reconocen, aunque matizan que «no que haya más, es que cambien y no sabemos cómo». «Puede que en su hábitat normal se reproduzcan menos o que salgan más a la superficie o todo lo contrario», inciden. Desde Murcia no se aventuran a elucubrar qué va a pasar. Mientras, se dedican, todos los días, a luchar contras las ratas y evitar que se conviertan en una plaga.

Algo que sí ha pasado ya, precisamente por el cambio climático, en otras partes del planetas. Hace apenas unos días se hacía público que las autoridades de Nueva York se ven impotentes para controlar la plaga de roedores que invade la ciudad.

Volviendo al Servicio de Sanidad de Murcia, ubicado en la Plaza Preciosa, ahí tienen un programa informático que controla, por geolocalización, las 40.000 tapas de alcantarilla que hay en el municipio. «Te sale todo lo que ha pasado en esa tapa de alcantarillado en 12 años», señalan desde este departamento. Este programa funciona desde 2007.

¿Y por qué hay más ratas en un sitio que en otro? «Hay varios factores: uno de ellos es la antigüedad de las redes; otro es el aspecto sociológico», aseveran desde Sanidad. Y es que estos ejemplares «están en el subsuelo y crecen en función del alimento que tengan», por lo que su bienestar y presencia, ante los ojos humanos, «dependen mucho del entorno en el que vivan», insisten las fuentes.

En asuntos de salud pública «tiene más que ver el código postal que el código genético», tienen claro en este departamento.

Como se controla mucho, «en el municipio de Murcia no tenemos un problema de ratas, tenemos situaciones puntuales», destacan quienes se encargan de acabar con estos animales. Admiten que es «muy difícil» saber con exactitud cuántos ejemplares existen en esta ciudad y sus pedanías. Lo que sí se sabe es que desde 2013 a 2017 no dejaron de crecer los avisos por avistamiento de roedores. Hace seis años, se contabilizaron 202 avisos. En 2017 ya iban por 465, consta en el Consistorio capitalino.

«Se observa un incremento en el número de denuncias con el aumento de las temperaturas. En los meses invernales las quejas por estos roedores disminuyen», recuerdan desde el Ayuntamiento. En estas fechas, los termómetros ya llegan a marcar los 35 grados. Así que los vecinos temen que estos roedores emerjan.

Se tratan como zonas prioritarias el alcantarillado y otros espacios públicos como parques y jardines. Sin embargo también se lleva a cabo el control y tratamiento en otras dependencias, detallan desde el Servicio Municipal de Salud. Dependencias como centros de mayores, centros culturales y de la mujer, escuelas infantiles municipales, colegios públicos, piscinas municipales y establecimientos deportivos de titularidad municipal, mercados de abastos municipales, museos y bibliotecas, consultorios médicos, centros de conciliación de la vida laboral y familiar y contenedores, entre otros.