Una gran parte del patrimonio de Murcia se encuentra en su subsuelo, donde bajo varios metros de tierra pueden aparecer restos de la muralla árabe que rodeó la ciudad como fortaleza defensiva hace siglos o de los refugios antiaéreos que se construyeron a mediados de la década de 1930 durante la Guerra Civil. Uno de estos espacios de cobijo ha aparecido bajo el suelo del antiguo edificio de Correos, recientemente recuperado por el grupo Orenes y convertido en un gastromercado. El refugio ha sido recuperado por los propietarios del inmueble al considerar que es una parte importante de la historia de la ciudad y se accede a él a través de una trampilla que hay en el suelo de la zona de la terraza-invernadero.

El responsable del Mercado de Correos, Ricardo Pichardo, explica a LA OPINIÓN que cuando comenzaron las obras el refugio se encontraba en muy mal estado, ya que estaba lleno de agua que se había ido filtrando con el paso del tiempo. Para recuperarlo tuvieron que drenarla y posteriormente reforzar las paredes de acceso para evitar que hubiera un desprendimiento. También se han recuperado los bancos de piedra que hay en su interior y que estaban preparados para ser utilizados por la población cuando se producía algún aviso de posible ataque durante el periodo bélico.

El refugio antiaéreo del Mercado de Correos fue uno de los que se construyeron durante la Guerra Civil. Un periodo en el cual el Comité de Defensa Antiaérea constituido en la ciudad de Murcia planeó la edificación de un total de 43 refugios subterráneos que sirvieran para proteger a la población en el caso de ataque, construcciones que finalmente se quedaron en 27 y que se encuentran en puntos estratégicos.

Al bajar por la pequeña escalera de caracol que da acceso a esta zona el visitante percibe la inquietud que transmite un espacio tan reducido y oscuro. El techo está formado por varias capas compactas de hormigón y cuenta con una superficie aproximada de unos 120 metros cuadrados que fueron excavados por voluntarios que se ofrecían en sus horas libres de trabajo para preparar estas zonas de cobijo. El espacio no es diáfano sino que está formado por pasillos concéntricos que llevan hasta la que fue una de las dos salidas que tenía a la calle (vial que ahora se encuentra a un nivel más alto) y en uno de esos pasillos, donde están los bancos de piedra para sentarse, se observa una pequeña habitación que fue utilizada como cámara de seguridad para guardar los documentos y valijas de mayor valor. Este refugio antiaéreo tenía capacidad para acoger en su interior a unas 200 personas.

Según un bando emitido por el alcalde de Murcia en enero de 1939, se daban instrucciones a la población para refugiarse en estos espacios. El máximo responsable municipal ordenaba a los ciudadanos que cuando escucharan la sirena de alarma buscaran abrigo en los refugios y que principalmente buscaran los de la huerta, ya que eran los más seguros.

El edificio de lo que fue la Oficina de Correos y Telégrafos en Murcia fue diseñado y construido entre 1930 y 1931 sobre el solar que había ocupado anteriormente el palacete barroco del pintor Nicolás Villacis, que dio nombre a la calle. Esta oficina cerró a finales de los años 80 al necesitar instalaciones más modernas y amplias y en 1998 fue subastada por Correos de Madrid y vendida al grupo empresarial Orenes. Ahora, el Grupo Orenes ha recuperado este refugio al volver a abrir el edificio y Ricardo Pichardo señala que aunque este espacio subterráneo no está abierto a las visitas, «si hay algún grupo interesado en conocerlo puede ponerse en contacto con nosotros e intentaremos buscar el momento en el que puedan acceder».

Ricardo Pichardo muestra la escalera por la que se accede al refugio antiaéreo de Correos. Israel Sánchez