Los arqueólogos que trabajan en la excavación del yacimiento de San Esteban siguen dando pasos. Los especialistas han localizado entre los restos lo que sería una zona comercial situada frente al funduq o fonda, espacio en el que los comerciantes que se hospedaban en ella venderían sus productos. El arqueólogo Jorge Eiroa, codirector de la excavación de la Fase Cero, explica sobre el terreno que la fonda es el edificio 1 del yacimiento, estancia que se distribuye alrededor de un patio central, «mientras que la casa 2 tiene asociadas lo que vendrían a ser unas tiendas, un aspecto muy interesante. Es un edificio que se interpreta como una estructura comercial, lo que también sirve para entender el funcionamiento del arrabal», señala el experto.

La calle central de la excavación es la calle 'Ñ', una vía muy ancha de 3,2 metros que sirve de eje del proyecto. Eiroa sostiene que esto consolida a esta arteria como «un espacio central de la ciudad, donde reside el poder, hay comercio y tránsito, una zona de paso».

Alicia Hernández, especialista que está haciendo una tesis sobre los funduq en el mundo islámico, mantiene que hasta el momento han sacado a la luz cuatro estancias de lo que sería una hospedería de entre el siglo XII y el XIII, con una zona de servicio, una cocina en la que se han encontrado restos de ceniza y un espacio dedicado a la extracción de agua , donde se ha encontrado la estructura de lo que sería un pozo.

La zona de letrinas del funduq disponía de sus canalizaciones o desagües subterráneos que iban a parar a una de las calles principales del arrabal. En este espacio había una canalización central que recogía las aguas de todas las viviendas, un sistema de alcantarillado que se perdió en el siglo XIII y que no se recuperó hasta el XX, destaca Jorge Eiroa.

En los alrededores de la fonda quedan los restos de las casas más grandes, grandes fincas asociadas a personas con poder y que podían estar destinadas a varios usos.

Semillas, polen y carbón

Mireia Celma es otra de las profesionales cuyo trabajo resulta fundamental para el equipo al ser experta en arqueobotánica. Su labor se centra en recuperar semillas, polen, carbón o madera, cualquier resto que pueda aparecer entre los sedimentos. Celma detalla que «los desagües de las letrinas pueden dar información de las personas que se hospedaban aquí para conocer qué alimentación seguían y si era más o menos equilibrada».

Para encontrar estos restos o semillas la arqueobotánica utiliza una máquina de flotación que se usa para limpiar el sedimento arqueológico. Éste se procesa con agua mediante un circuito cerrado de 1.800 litros gracias al cual lo más ligero flota y se decanta, pasando a una malla, y quedando en el poso el resto de fauna, cerámica o vidrio.

Este sistema de lavado también se está utilizando para los restos excavados en la zona del cementerio, gracias a lo cual se han recuperado pequeños huesos de manos y pies, así como dientes de los distintos enterramientos.