El recuerdo del susto del sábado seguía ayer patente en los vecinos de la zona. Natalia es propietaria de una vivienda en cuyo patio cayeron los restos del edificio. Con el patio acordonado por la Policía Local, ayer aún estaban colgadas en el tendedero las prendas de ropa que estaba tendiendo cuando se produjo la caída. Recuerda que no la pilló en el patio porque momentos antes había sonado el teléfono y se encontraba en el interior de su casa contestando a la llamada. Escuchó los ruidos y, al salir, encontró los cascotes. «Pesaban unos 60 kilos, podría haber pasado una desgracia», recordaba ayer.

Su vecina Águeda, en cuyo patio también cayeron cascotes y también fue acordonado el sábado, ante el peligro de nuevos desprendimientos, recuerda que el edificio lleva mucho tiempo en mal estado. «Llevo viviendo aquí 20 años y siempre ha estado así», dice. «En el edificio vivía gente hace tiempo, pero ahora estaba cerrado, menos mal de que no había nadie dentro cuando se vino abajo».

En un bar cercano también se escuchó el ruido de los cascotes al caer. Uno de sus camareros, Emilio, se encontraba en su casa en aquellos momentos, también en la misma zona, y aseguró ayer a LAOPINIÓN que notó la vibración del suelo. «Pensamos que era un terremoto; por un momento, toda la casa tembló», recuerda.

Hacia las siete de la tarde del sábado, la tranquilidad se veía truncada en el barrio del Carmen. Un estruendo ponía en alarma a los vecinos, que notaron el suelo temblar en la calle Bibliófilo Pérez Gómez, muy cerca del Cuartel de Artillería. El colapso de un edificio de esta vía era el responsable.

La vivienda, de tres plantas y un bajo, se derrumbó parcialmente y la cubierta y el interior del mismo se vinieron abajo. Por fortuna, el edificio estaba deshabitado y no hubo que lamentar daños personales. Los cascotes, algunos de grandes dimensiones, cayeron en los patios de edificios adyacentes, en los que sí viven numerosas familias, por lo que los bomberos procedieron a avisar a las viviendas colindantes poco después de que tuviera lugar el suceso.

Ante el riesgo de derrumbe, que se intensificaba por las lluvias previstas para la jornada de ayer, se acordonó la zona y se avisó al Técnico de Ruinas del Ayuntamiento, que junto al concejal de Urbanismo, acudieron a la vivienda el mismo sábado para dar parte y estudiar en primera persona la situación con el fin de decidir cuales serán las próximas actuaciones a tomar en torno al futuro del bloque de pisos, que se corresponde con los números 10 y 11 de la citada calle.

Dos patios, en los que cayeron restos del edificio, fueron precintados, por lo que sus propietarios no podrán acceder a ellos hasta que la situación se solucione y desaparezca cualquier riesgo. Así lo avanzaba a esta Redacción el edil de Urbanismo, Medio Ambiente, Agua y Huerta, Navarro Corchón, quien explicó que la medida se ha tomado para prevenir daños por posibles nuevas caídas de cascotes, y que hoy lunes se decretará la demolición «inminente» del inmueble.

Y es que, los vecinos temen que las inclemencias del tiempo puedan afectar aún más al edificio y provocar nuevos desprendimientos. «Podría haber pasado una desgracia, desde hace tiempo yo ya no tiendo la ropa en el patio por miedo a que caiga algo», relataba ayer la propietaria de una de las viviendas adjacentes. «Estaba dentro de casa cuando noté el estruendo».

Recuerda que no es la primera vez que reciben la visita de técnicos municipales para inspeccionar el estado del inmueble. «Bomberos y miembros de la Policía Local vinieron hace algún tiempo y restringieron el paso en algunos tramos de los patios, nos dijeron que vendrían a derribar el edificio pero no lo han hecho hasta ahora, seguimos esperando», remarcó la mujer, quien lamentó que «no han vuelto para comprobarlo».